Economía | Finanzas

La banca cobra un interés récord a las empresas por sus depósitos

Sede del Banco de España en Madrid. Banco de España

Parece lógico pensar que cualquiera que tiene un depósito en el banco, ya sea un particular o una empresa, debería recibir un interés por ello, pero la era de los tipos de interés negativos, que va para largo, está convirtiendo en más que habituales a situaciones que parecían inimaginables hace años. Entre ellas se encuentra el hecho de que el Euríbor esté marcando máximos históricos mes a mes en terreno negativo, así como que las empresas estén pagando por el dinero que tienen depositado en el banco en lugar de cobrar por ello.

Hace algunos meses los bancos empezaron a cobrar a las empresas por sus depósitos y ese interés va creciendo poco a poco. Según el último dato disponible, correspondiente al cierre del pasado mes de octubre, las entidades cobran un interés medio del 0,32% a las empresas por el dinero que tienen en depósitos, una cifra que supone el máximo histórico en la evolución de los registros del Banco de España.

En el caso de los depósitos a plazo de hasta un año el interés es mayor, del 0,33%, mientras que en los que se mantienen entre un año y dos las empresas deben pagar un 0,03%. Solamente en el caso del dinero depositado a más de dos años (0,03%) y en el que se encuentra en cuentas corrientes (0,01%) el interés es positivo, es decir, las empresas cobran a los bancos, no al revés.

Las entidades llevan poniendo un tipo de interés negativo a los depósitos de las empresas desde 2019, cuando el entorno de bajos tipos de interés era lo habitual y las perspectivas alejaban cada día más la vuelta a la normalidad. Y eso que la pandemia aún no había llegado, pues ahora hay quien augura otra década más de tipos negativos, lo que obligará a los bancos a encontrar nuevas fórmulas que los hagan rentables.

En este cobro por los depósitos de las empresas los bancos encuentran una vía de escape al pago que ellos mismos deben efectuar por su exceso de liquidez. Este importe, conocido como facilidad de depósito, se encuentra en el -0,5% desde septiembre de 2019, cuando el Banco Central Europeo (BCE) decidió bajarlo un escalón desde el -0,4% anterior, asestando un nuevo golpe a las entidades, que lamentan habitualmente del daño colateral que les infligen los tipos bajos.

Los particulares se libran

Los particulares se libran, al menos de momento, pues el tipo de interés medio que los bancos ponen a los depósitos de los minoristas sigue siendo positivo, aunque muy bajo.

El último dato disponible lo sitúa en el 0,02% para los depósitos que tienen un plazo y en el 0,01% para las cuentas. Datos ambos muy inferiores a los que se registraban hace tan solo cinco años, que eran del 0,39% y del 0,12%, respectivamente.

Estos intereses solían ser más altos cuando los tipos de interés eran positivos, pero ha llovido mucho desde entonces.

En la actualidad es posible encontrar algunos bancos que remuneran el saldo depositado en una cuenta con un interés de hasta el 1% (en el caso de Orange Bank y de MyInvestor) o, incluso, el 5% (durante un año y a cambio de domiciliar la nómina y cumplir otras condiciones en el caso de Bankinter), pero son excepciones.

Al contrario, los grandes bancos han ido, con los años, reduciendo el pago a los clientes particulares incluso en productos muy conocidos en los que esta condición era su mayor atractivo, como la Cuenta 123 de Santander o la Cuenta Naranja de ING.

Por el momento, cobrar a los clientes minoristas supone una línea roja que ningún banco se atreve a traspasar, lo que no quiere decir que no se haya estudiado. En algunas ocasiones las entidades han amagado en declaraciones públicas con la posibilidad de que los clientes tengan que terminar pagando por depositar sin dinero en el banco, pero las acciones no han ido más allá de los grandes patrimonios o algunos clientes de banca privada.

Eso sí, fruto de esta búsqueda de rentabilidad por el entorno hostil que supone para los bancos el de los tipos bajos, la estrategia general del sector pasa por quedarse con los clientes más rentables, desincentivando así la existencia de las cuentas zombies. Los depósitos no se cobran a minoristas por el momento, pero de las comisiones va siendo cada vez más difícil librarse.

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