En la sanidad pública vasca la escasez de vacunas y la insuficiente planificación y detalle del procedimiento para completar la inoculación del personal sanitario ha comenzado a elevar el malestar entre los sanitarios. La situación se ha agravado los últimos días por los distintos ritmos de vacunación que se están siguiendo en los hospitales y fundamentalmente tras detectar la vacunación de personal sanitario no activo actualmente y que no debería incluirse entre los grupos prioritarios. Así, desde que a mediados de enero arrancó formalmente la vacunación de los trabajadores de Osakidetza, además de los profesionales que están en contacto directo con pacientes Covid o especialmente vulnerables también han recibido la primera dosis trabajadores que se encuentran de baja, profesionales en situación de excedencia por maternidad, sanitarios que ya han pasado la Covid o personal jubilado.

También se ha seguido ofreciendo la vacunación a liberados sindicales, pese a que este colectivo no figura entre los prioritarios. Casos que han suscitado un hondo malestar entre colectivos hospitalarios a los que se les está retrasando la vacunación por falta de dosis. La situación ha llevado al Servicio Vasco de Salud a tener que trasladar nuevas aclaraciones sobre el protocolo de vacunación a aplicar. Lo ha hecho para recordar en qué casos se debe incluir al personal entre los candidatos a recibir la vacuna o no. El pasado miércoles se actualizaron estos criterios de priorización tras reconocer que se habían producido “hechos de relevancia” que afectaban negativamente al proceso de vacunación tras detectarse “situaciones no consideradas”.

Este malestar entre los profesionales de la sanidad pública llega tras la polémica suscitada por la vacunación de los gerentes de los hospitales de Basurto y Santa Marina, Eduardo Maiz y José Luis Sabas –destituido y dimito, respectivamente-. Estos casos, con procesos de vacunación irregular, han formzado incluso la comparecencia de la titular de Salud, Gotzone Sagardui, en el Parlamento Vasco. Ahora la consejería ha intentado reconducir el comienzo de esta fase de vacunación en el ámbito sanitario.

Las fuentes consultadas por El Independiente aseguran que las primeras semanas han sido muy confusas por la falta de planificación adecuada por la precipitación con la que se ha puesto en marcha el proceso. La situación ha hecho que hospitales como el de Basurto, el área sanitaria de Bidasoa o el servicio de Emergencias se encuentren actualmente muy retrasados en la vacunación de sus profesionales. Los distintos niveles de vacunación entre centros ha obligado a frenar la vacunación en hospitales como el de Urdúliz o en los centros de Alava para poder acelerar con las dosis –aún en cantidades reducidas- en las áreas con menor ratio de vacunación. El pasado miércoles sólo en Basurto se recibieron un millar de vacunas, más del doble de las remitidas hasta ahora.

"Todo ha sido precipitado"

Entre los criterios de vacunación se fijaron cuatro grupos de prioridad por su nivel de contacto con pacientes y riesgo de contagio. También con un criterio adicional de urgencia por razón de edad. Además, el protocolo determina que en las unidades asistenciales sólo se vacunen entre un 33% y un 50% del personal para que, en caso de algún tipo de incidencia vinculada a la vacuna, y que afectase a quien la hubiera recibido, el resto de los trabajadores pudieran asegurar la prestación del servicio.

La necesidad de filtrar bajo todos esos criterios requería que las unidades básicas de prevención, dependientes de Salud Laboral, establecieran las listas adecuadas en base a los criterios establecidos. Sin embargo, en esas listas se ha incluido a trabajadores sanitarios que ni siquiera tenían contacto con pacientes o que incluso estaban inactivos actualmente. Entre ellos fueron citados a vacunarse trabajadores que se encuentran en excedencia, personal jubilado, trabajadores de baja o con contratos-relevo, que permanecen largos periodos sin acudir a su puesto: “Ha habido una falta de estrategia clara con la vacunación, todo ha sido muy precipitado. Han estado vencidos por la presión de ver cómo en otros lugares se está vacunando más rápido”, asegura la portavoz de Satse, Amaya Mayor.

En la nota aclaratoria enviada recientemente Osakidetza se recuerda que se debe revisar la situación en la que se encuentra cada trabajador sanitario y tener en cuenta si corresponde al grupo de prioridad determinado o no. Ante la confusión suscitada subraya cuál debe ser la política de vacunación a aplicar. Así, a los profesionales sanitarios que ya han padecido la Covid, y que en algunos casos ahora han sido vacunados, se “recomienda” retrasar su vacunación hasta al menos haber transcurrido seis meses desde que fueron diagnosticados de coronavirus.

Recuerdan a los hospitales del Servicio Vasco de Salud que pese a que no existe una “contraindicación” para que sean inoculados se considera que presentan anticuerpos suficientes como para asegurarles una protección por un periodo mínimo de medio año. También se ha visto en la necesidad de recordar que los sanitarios que se encuentren en una situación de incapacidad temporal no deben ser vacunados. Tan sólo una vez que se reincorporen a su puesto de trabajo deberán pasar a formar parte del listado con la prioridad que les corresponda de acuerdo a su unidad.

Protocolo de prioridades

De igual modo, se subraya que aquellos que estuvieran disfrutando de un periodo de excedencia, un permiso sin sueldo o cualquier otra situación de inactividad tampoco podrán ser inoculados hasta que se reincorporen a su puesto.

Ante los nuevos casos de llamadas a la vacunación de personal sindical, como el ocurrido en el caso del Hospital de Santa Marina, la dirección de la sanidad pública vasca recuerda que este perfil de trabajadores liberados debe figurar “en la última prioridad”, equivalente a “aquellos que no atienden usuarios o pacientes”. En cambio, para los estudiantes en periodos de prácticas en ámbitos como la Enfermería o la Medicina, se recuerda que tendrán que ser vacunados al igual que el resto de compañeros de la unidad a la que estén adscritos, con la prioridad determinada en el protocolo.

La falta de precisión en el protocolo inicial remitido en enero es la razón esgrimida en muchos casos para que se hubieran producido este tipo de vacunaciones irregulares. En él se fijaban cuatro niveles de urgencia. El primero de ellos, el de máxima prioridad de vacunación, corresponde a los profesionales que interactúan con pacientes Covid o con muestras biológicas de coronavirus. En un segundo nivel se establece que debe ser vacunado el personal que atiende a pacientes especialmente vulnerable. El tercer nivel de urgencia en el plan de vacunación lo ocupa el resto del personal que atiende a pacientes o que trabaja con muestras biológicas. El último de los grupos correspondería al resto del personal de los hospitales y centros de salud.