El Partido Popular ha planteado el adelanto electoral de la Comunidad de Madrid como una oportunidad para lanzar la "primera etapa" de la reunificación de la derecha en torno a las siglas populares, un proyecto que no sólo pasa por capitalizar el naufragio de Ciudadanos, sino también por atraer a todos aquellos electores que un día votaron al PP y que en las últimas citas con las urnas se han decantado por la papeleta naranja, pero también por la verde. En la precampaña que ya ha arrancado en la Comunidad de Madrid, Pablo Casado ha pedido sin miramientos a los simpatizantes de Vox que el próximo 4 de mayo apuesten por la candidatura de Isabel Díaz Ayuso. Pero, a la luz de las últimas encuestas, un temor se ha instalado en los despachos azules: pasarse de frenada y dejar a Vox sin representación.

Los escaños que logre la formación de Santiago Abascal el 4-M se estiman esenciales para un PP al que no sólo le vale ganar. Necesita gobernar. Y que Isabel Díaz Ayuso alcance la mayoría absoluta es un escenario deseado pero, de momento, utópico. A menos de un mes para que se abran las urnas, los populares deben elegir. El dilema que se presentaba para la presidenta madrileña era claro: fiar su destino a lograr por sí misma los 69 escaños necesarios o dar el suficiente oxígeno y espacio a Vox para evitar que queden por debajo de la barrera del 5%. En Madrid, quedar por encima de ese porcentaje de voto implica entrar en la Asamblea de Madrid con un mínimo de siete diputados. Quedar por debajo significa desaparecer.

Al menos Génova, y a la luz de sus propios sondeos internos, instan a la dirigente madrileña a seguir la segunda vía para evitar que la formación que en Madrid encabeza Rocío Monasterio desaparezca el próximo 4 de mayo. A diferencia de lo que ocurre en la arena nacional con Pablo Casado, el discurso 'duro' de Isabel Díaz Ayuso y su aparente comodidad con el partido situado a su derecha política desdibuja el protagonismo de Vox en la Comunidad de Madrid y amenaza la presencia de sus potenciales aliados tras las elecciones. De no revertir este escenario, el objetivo de la izquierda de que Ayuso termine "muriendo de éxito" en las próximas autonómicas por quedarse sin aliados y sin mayoría absoluta podría terminar convirtiéndose en una realidad.

"Debemos mantener las distancias", comentan fuentes de la cúpula popular. "Sumamos más estando peleados que juntos", sentencian. El objetivo, aseguran, es lograr que Vox "pierda fuelle", pero sin comerse todo su espacio electoral para evitar que el triunfo de Ayuso y la teoría del 'voto útil' termine volviéndose en contra del PP. "Vox debe quedar arrinconado a la derecha, pero no puede desaparecer", se reafirman las fuentes consultadas, que encienden la mecha de la batalla que, más a nivel nacional que autonómico, mantienen los de Casado con los de Abascal. "Las elecciones de Madrid deben enseñar cuál es el verdadero papel de Vox en la política española: servir de muleta cuando el PP le necesite", defienden en el PP, donde subrayan la línea roja de un futuro pacto con Vox que aplican no sólo a la Puerta del Sol, sino al Palacio de la Moncloa: no habrá puestos en el Gobierno para ellos.

En la cúpula del partido señalan otra clave estratégica necesaria para mantener esa tendencia ascendente en las encuestas de la presidenta madrileña: no caer en la crispación ni entrar "en las provocaciones de Iglesias". En el PP ven claro que caer en la bronca política sólo "despierta al votante de izquierdas" y Ayuso lo que necesita es "seguir con su campaña" como hasta ahora y, además, incidir en la idea de que Vox no entrará en el Gobierno en caso de que el PP le necesite para mantener el poder en Madrid para no alimentar el discurso del "temor a la ultraderecha" que alimenta la izquierda.

De acuerdo con los últimos sondeos, la presidenta madrileña estaría en estos momentos en torno a 60 diputados, a nueve de la ansiada mayoría absoluta. El último y controvertido CIS apuntaba que Vox mantendría nueve de los 12 escaños que consiguió en 2019, pero se acerca peligrosamente al umbral de la desaparición, con un exiguo 5,4% de los votos.

La formación que sí se encuentra en franco declive es Ciudadanos, que no logra levantar el vuelo en los últimos sondeos, ni en el de José Félix Tezanos ni en los privados. La candidatura de Edmundo Bal no sirve, al menos de momento, de revulsivo para atraer a suficientes votantes de Ciudadanos como para ser decisivos en la Asamblea de Madrid, aunque Arrimadas ya se inclina públicamente, como informó El Independiente, por reeditar el pacto con el PP antes que pactar con la izquierda en caso de lograr representación. La efectiva desaparición de Ciudadanos dejaría a Vox como única opción para que Ayuso vuelva a gobernar Madrid. Y en el PP tienen claro que del éxito a la tragedia sólo hay un puñado de votos.

El PP traslada su apoyo a Vox por los altercados de Vallecas

La violencia desmedida que se vivió ayer en las calles de Vallecas desbordó toda estrategia política y aplacó momentáneamente el discurso rupturista del PP con Vox. El presidente del PP, Pablo Casado, se dirigió concretamente a Santiago Abascal -aunque citó también a la Policía, a periodistas y a simpatizantes de la formación- para trasladarle "todo el apoyo" y condenar rotundamente "la violencia y el acoso" vivido durante el acto. "No quiero una España a garrotazos, sino un país en libertad".

En el mismo sentido se expresó también Isabel Díaz Ayuso, que respaldó a Vox tras "los ataques intolerables sufridos en Vallecas". "Madrid es de todos. También en un momento en el que la extrema izquierda se derrumba en los barrios que creían 'suyos'", escribía la dirigente en redes sociales.