"La victoria arrolladora de Isabel Díaz Ayuso va a ser la clave para que yo llegue a ser presidente del Gobierno". Sin imposturas y sin adornos, Pablo Casado ha ligado su futuro político a lo que suceda en las urnas el próximo 4 de mayo. El equipo del presidente y el propio líder del PP trabajan con la idea de que el éxito de la dirigente madrileña, disparada en las encuestas pero lejos aún de la mayoría absoluta, sirva a Pablo Casado de trampolín para llegar al Palacio de la Moncloa en una carrera a contrarreloj por el escenario plausible en los cálculos de Génova de asistir a un adelanto electoral en 2022. Eso sí, a Casado -y a Ayuso- no les basta con ganar. Los dos saben que el PP debe gobernar Madrid para "acabar con la pesadilla de Pedro Sánchez".

En el mes de marzo los populares han dado un importante golpe encima de la mesa y han cambiado el guion. El PP venía de sufrir una importante derrota en las elecciones catalanas, donde Vox logró el ansiado sorpasso, y una enorme presión mediática a cuenta del ingente calendario judicial que desembocó en la decisión de abandonar la histórica sede de Génova, una mudanza que no comenzará hasta después de las elecciones. La contestación interna fue en aumento y, aunque el liderazgo de Casado nunca quedó en entredicho, sí lo estaba su estrategia, su rumbo y su equipo.

Pero el adelanto electoral en Madrid sirvió de revulsivo a un PP que, por obra del secretario general, Teodoro García Egea, dio la vuelta al órdago de PSOE y Ciudadanos que a punto estuvo de hacer peligrar todo el poder territorial de los populares. "Ayuso ha cambiado el pie a la política española y ha marcado el paso a la legislatura", analizan fuentes de la cúpula del PP, en conversación con El Independiente. En efecto, la decisión de la baronesa de apretar el 'botón nuclear' -con luz verde de Pablo Casado- precipitó la salida de Pablo Iglesias del Gobierno para batallar en Madrid y aceleró la desintegración del partido de Inés Arrimadas y el proceso de unificación del centroderecha, con el fichaje de importantes cuadros como Fran Hervías o Toni Cantó. Pero hay más.

El liderazgo de Isabel Díaz Ayuso en Madrid frena también las pretensiones de Santiago Abascal de arrebatar a Casado el liderazgo de la oposición. Su papel en las elecciones madrileñas queda diluido en la presente batalla electoral y Vox, aunque resiste, "pierde fuelle" frente al tirón de candidata del PP, aunque todo apunta a que los populares necesitarán de su apoyo para hacerse con las riendas en Madrid. Ante tal escenario, Génova ya ha dibujado una línea roja a Isabel Díaz Ayuso: la única relación posible con Vox es la de un apoyo externo, sin puestos en el futuro Gobierno. "Vox va a quedar arrinconado a la derecha y le vamos a enseñar cuál es su verdadero papel en la política española: servir de muleta cuando el PP le necesite", comenta un dirigente popular.

Con todo, la batalla madrileña también implica riesgos para Pablo Casado. Una sorpresiva movilización de la izquierda lastraría su aspiración de llegar a Moncloa pero, además, la probable victoria de Díaz Ayuso puede ser entendida también como una victoria personal de la candidata, no del PP y no de Casado. "El éxito lo va a capitalizar Ayuso, eso está claro. Pero Casado va a salir muy beneficiado de lo que pase en Madrid", comentan en la dirección popular, que confían en ese "efecto arrastre" de voto útil hacia una candidatura con posibilidades de ganar a Pedro Sánchez, una vez se haya completado también la 'opa' a Ciudadanos.

Un partido a medida del líder

Tampoco temen en la dirección que el tirón de la presidenta madrileña y su innegable proyección nacional, convertida a todos los efectos en látigo de Pedro Sánchez, termine eclipsando a Casado y arrebatándole su liderazgo en el futuro congreso nacional del PP a pesar, dicen, de las pretensiones que pueda tener Miguel Ángel Rodríguez -jefe de gabinete de Ayuso- para ella.

"Ayuso es el mejor soporte de Casado. No le va a traicionar. Está donde está gracias a él, y sólo daría el paso si es Pablo quien se lo pide", comentan fuentes cercanas al presidente de los populares. "Llevamos veinte años peleando en la misma trinchera", recordó el propio Casado en el acto de presentación de la candidatura del PP para el 4-M del pasado miércoles. El actual líder del PP fue quien la fichó para Nuevas Generaciones y quien apostó por ella también en la Comunidad de Madrid.

Pese a esa confianza mutua que se profesan, Génova peleará porque Díaz Ayuso no presida el PP de Madrid cuando llegue el momento de celebrar dicho congreso para evitar la acumulación de poder de la presidenta madrileña -precedentes como el de Esperanza Aguirre, convertida en su día en contrapeso de la dirección nacional, alimentan esta convicción- y para evitar "intermediarios" en las relaciones entre Génova y la dirección de Madrid, joya de la corona del poder territorial del PP. La cúpula directiva del partido apuesta en este caso por Ana Camins, de la máxima confianza de Pablo Casado, para este puesto, pero Ayuso promete dar la batalla sobre todo si termina arrasando el próximo 4 de mayo.

Teodoro García Egea es el hombre al mando de la renovación territorial del PP, que tiene como objetivo último afianzar el proyecto de Pablo Casado en toda su red orgánica y que el presidente llegue al congreso nacional del partido, previsto para 2022, sin oposición interna. El número dos del presidente ha logrado una renovación más o menos tranquila en la mayoría de provincias donde se han celebrado congresos, con la militancia sumando fuerza en torno a una misma candidatura.

El mayor obstáculo lo ha encontrado Egea en Sevilla. Allí, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, se enfrentó al intento de la dirección nacional de meter la mano en su territorio proponiendo como candidata provincial a Virginia Pérez, sobre la que pesan denuncias por presuntas irregularidades en anteriores congresos. Moreno quiso dar batalla presentando a su propio candidato, Juan Ávila, pero quedó arrasado en las primarias por la apuesta de Génova. Con el resultado no finalizó la tensión entre la dirección nacional y la regional, que se acusan mutuamente de no haber facilitado un acuerdo para impulsar a un candidato de consenso y evitar, de este modo, otra batalla interna. "Las estructuras territoriales somos muy importantes. No somos atrezo", se quejó Moreno.

El enfrentamiento andaluz puede no ser el último que tenga que afrontar García Egea. Por ejemplo, la actual líder del PP valenciano, Isabel Bonig, ya ha reafirmado su intención de batallar y presentar su candidatura en el congreso frente a la apuesta de la dirección, Carlos Mazón. Pero el secretario general, como ha hecho en Sevilla, intentará aplacar la resistencia allí donde aparezca para terminar de construir un partido a la medida de Pablo Casado en su camino por convertirse en el próximo presidente del Gobierno de España.