Cada vez es más difícil pasear por Madrid centro y no encontrar un cartel pegado en la cristalera de un bar con un primer plano de Isabel Díaz Ayuso, como si todos los establecimientos con esta 'seña' formasen parte del séquito electoral de un PP en plena campaña. Pero no. La realidad es que se trata de una iniciativa autónoma que demuestra cómo la presidenta madrileña arrasa en el sector de la hostelería, uno de los más afectados por la crisis del coronavirus. Algunos han ido incluso más allá y han incorporado a su menú unas 'papas a lo Ayuso' o una pizza 'Madonna Ayuso', en homenaje a una líder política convertida en musa de los bares por su particular estrategia para frenar el Covid, basada en medidas aperturistas que le han costado más de una bronca política.

Esa es, precisamente, una de las principales bazas electorales de Isabel Díaz Ayuso: la de la socialización mesurada, la del aperturismo y la del eterno equilibrio entre salud y economía -incluso cuando se tienen los peores registros epidemiológicos del país- frente al discurso de la alarma y del miedo al virus que explotan sus rivales políticos para desgastarla, ya que Madrid, aún en riesgo extremo por Covid (más de 250 casos de incidencia) cuenta con las medidas más relajadas de toda España. La Comunidad de Madrid comenzó a relajar las restricciones, sobre todo las orientadas a la hostelería, allá por el mes de febrero, cuando registraba una incidencia de más de 800 casos por cada 100.000 habitantes. Ahora, con algo más de 260, la situación epidemiológica no es algo que alarme al ejecutivo madrileño. La económica, sí. Y eso también se traduce en votos.

La virulencia de la tercera ola del virus tras las navidades obligó a un endurecimiento drástico de las medidas del que Madrid no salió indemne. A finales del mes de enero, Díaz Ayuso fijó el toque de queda a las 22.00h de la noche y obligó a la hostelería a cerrar a las 21.00h y a limitar los comensales a cuatro personas. Desde la Consejería de Sanidad se hizo también un llamamiento generalizado al teletrabajo, mientras que los aforos se mantuvieron al 50% en interiores y al 75% en terrazas, con el servicio de barra suspendido. Con estas limitaciones, las quejas desde el sector hostelero no tardaron en llegar. La asociación Hostelería Madrid, mayoritaria en el sector, cifró las pérdidas diarias en 7,2 millones de euros a consecuencia del recorte de hasta un 40% de la actividad, en comparación con una facturación que rondaba los 18 millones de euros en el conjunto del sector durante las semanas anteriores.

Pero Ayuso no tardaría en aflojar el cinturón, empezando por la limitación de comensales -de cuatro a seis en terrazas- y siguiendo por la ampliación de la movilidad nocturna dos horas más, hasta las 23.00h, con la novedad de que bares y restaurantes podrían permanecer abiertos hasta el mismo toque de queda y con la misma normativa en cuanto a aforos. Se trata de unas medidas "dolorosas", en palabras del propio consejero de Sanidad madrileño -convertido ahora en 'número dos' de Ayuso para las elecciones-, pero mucho más laxas que las recomendadas por el Gobierno y las adoptadas por la mayoría de autonomías, en que la hostelería ha estado total o parcialmente clausurada, con restricciones como la del cierre a las 18.00h o el servicio suspendido en interiores. Para mantener a raya el virus, Madrid ha seguido apostando por las medidas quirúrgicas en aquellas zonas básicas de salud con mayor incidencia, en las que las restricciones afectan a la movilidad, pero no a los horarios ni a los aforos de los establecimientos.

Ponzano, la meca 'ayusista'

Todas estas decisiones han traído de cabeza a la oposición madrileña, cuyas críticas se han intensificado con motivo de una campaña electoral instalada en una polarización permanente. La izquierda señala a la baronesa del PP por atraer el "turismo de borrachera" y por convertir a Madrid en el "after" de Europa sin mirar la salud de los madrileños. No obstante, el discurso de PSOE, Podemos y Más Madrid se diluye entre el traqueteo de platos y vasos que chocan y el ajetreo de las comandas que no han cesado casi ni un segundo desde que pasó la primera ola. Un paseo por la mítica calle Ponzano de Madrid basta para comprobar el sentir casi unánime de un gremio que votará el próximo 4 de mayo "no al PP", dicen, sino a Ayuso.

Un cartel con el rótulo 'Ayuso somos todos' en la calle Ponzano de Madrid | IGNACIO ENCABO

Ponzano se convirtió en poco tiempo en milla gastronómica y en referencia nocturna de la capital. Con la pandemia también le tocó reinventarse y ahora la calle se ha convertido en una inmensa terraza con decenas de locales que se suceden durante casi un kilómetro y que emplean a unos 400 trabajadores directos. Muchos de estos establecimientos lucen carteles con la imagen de la presidenta de la Comunidad de Madrid y el rótulo "Yo con Ayuso" o "Gracias por cuidarnos". Lo asumen no como insignia política, dicen, sino como "seña de agradecimiento" no a un partido, no a unas siglas, sino a "una gestión" en un panorama en que "la mayoría de políticos está dejando mucho que desear".

Estas palabras las pronuncia David Lorenzo, presidente de la Asociación de Hosteleros de Ponzano y promotor de la iniciativa de la cartelería 'ayusista' a la que se han adscrito decenas de establecimientos. "Muchos locales están vivos gracias a ella", defiende, en respuesta a las críticas e, incluso, el llamamiento a boicotear estos locales por parte de algunos grupos de izquierda en redes sociales. Él, como otros muchos hosteleros, tiene claro el sentido de su voto el próximo 4 de mayo. "Sinceramente, no entendería que alguien del gremio no la votase. Conozco a socialistas de toda la vida, dueños de bares y restaurantes, que van a votar por primera vez en su vida a la derecha. ¡Algo habrá hecho bien esta mujer!", argumenta, en conversación con El Independiente.

En el mismo sentido se expresa Alberto Rivera, propietario del restaurante 'Candeli'. "Yo no voto un partido, yo voto una gestión. Me da igual que gobierne el PP, que gobierne el PSOE o que gobierne quien gobierne. Yo quiero gestores que hagan una gestión eficiente, y ella lo está haciendo bien", comenta. En su caso, la plantilla está al 100%, igual que sucede en el establecimiento de Maribel Gallego, propietaria de 'Los Arcos', un restaurante que abrió sus puertas en 1952 y que nunca había peleado tanto por su supervivencia hasta que llegó la pandemia. "Con un cierre a las 18.00h no estaría ni el 50% de la plantilla. Eso no hay quien lo soporte", asume. Su local no luce el cartel de Díaz Ayuso porque no le parece "adecuado" manifestar públicamente las debilidades políticas que, a su juicio, pertenece al "ámbito personal de cada uno".

Cartel de 'Ayuso somos todos' en la calle Ponzano.
Cartel de 'Ayuso somos todos' en la calle Ponzano. IGNACIO ENCABO

Gallego reconoce, no obstante, que la Comunidad de Madrid es la que "más ha facilitado que podamos seguir trabajando" y eso "te permite seguir con un poquito de ilusión". El horizonte es mucho más oscuro para Jackie, encargada del Restaurante Vagalume, también en la calle Ponzano. En su caso, cuantifica las pérdidas, tanto en ventas como en clientes, en un 70% respecto a la época precovid. Con restricciones más duras que las dictadas por el ejecutivo madrileño, asegura, el resultado "hubiese sido catastrófico. Si el gremio ahora mismo está en el suelo, estaríamos más abajo del suelo(...). Muchas familias se hubiesen quedado sin comer, muchos autónomos lo habrían perdido todo... Esa brechita que nos deja de respiro nos ayuda mucho", dice, en referencia a la gestión de la candidata del PP al 4-M.

Las ayudas directas, en el cajón

La Comunidad de Madrid, sin embargo, es la única autonomía sin un plan definido de ayudas directas a la hostelería, aunque desde el ejecutivo defienden que el hecho de no haber decretado un cierre 'duro' como el resto de regiones es "la mejor ayuda" para el sector. Cuando los tambores de un adelanto electoral aún no habían resonado en la Puerta del Sol, PP, Ciudadanos y Vox se encontraban en plena negociación de un acuerdo presupuestario que incluía un paquete de 85 millones de euros exclusivamente destinados al sector de la hostelería. Pero el terremoto político nacional, que terminó con Díaz Ayuso pulsando el 'botón nuclear', provocó que el borrador terminase guardado en un cajón, como mínimo hasta que se resuelva la contienda electoral.

La ausencia de un proyecto en este sentido por parte del ejecutivo del PP -que sí ha inyectado al gremio ayudas indirectas, como avales o créditos- es un hecho que está siendo capitalizado por la oposición en la batalla electoral de Madrid. Por ejemplo, el candidato del PSOE, Ángel Gabilondo, propone medidas sanitarias como la de adelantar el toque de queda y, en compensación, la aprobación inmediata de un paquete de 80 millones en ayudas directas para la hostelería.

"Yo prefiero seguir trabajando porque eso lo tengo seguro. Si nos mantenemos así, mis trabajadores cobran. Si paga el Gobierno, pues cobrarán o no", contradice Maribel Gallego. "La solución no es cerrar y dar ayudas. Las ayudas son pan para hoy y hambre para mañana", coincide el dueño de 'Candeli', que desliza cómo los programas electorales se alejan en ocasiones "de la realidad de la calle". Ellos optan por el 'modelo Ayuso', al menos en lo que dure la pandemia.

No obstante, hay un punto en que el sector de la restauración choca respecto al criterio de la presidenta madrileña: el cierre perimetral autonómico. Ayuso se ha levantado en no pocas ocasiones en contra de una medida que ha terminado acatando por el consenso al que han llegado Gobierno y comunidades autónomas. No obstante, los hosteleros sí le sonríen al cierre perimetral: según sus cálculos, el de Semana Santa se traducirá en un incremento del consumo de un 20%, con una facturación extra de 15 millones de euros. En total, el sector espera facturar en estos días de fiesta un total de 87 millones de euros a consecuencia de un cierre perimetral dictado en este caso por el Gobierno central.

Madrid lidera el empleo en hostelería

Las medidas aperturistas de Díaz Ayuso no han evitado que uno de cada cinco locales de hostelería hayan cerrado (alrededor de 7.000 negocios), que la facturación se redujese en 2020 un 50% respecto a la era precovid, y que en Madrid hayan perdido su empleo un 18% de los trabajadores de restauración, es decir, unas 35.000 personas, según datos de la asociación Hostelería Madrid. Con todo, el 'modelo Ayuso' ha permitido a Madrid liderar por primera vez en la historia el empleo nacional en hostelería, por delante de comunidades como Andalucía y Cataluña.

La pandemia provocó una destrucción del 23,3% de los empleos del sector de la hostelería, pero las medidas tomadas por Díaz Ayuso han permitido que el porcentaje de Madrid caiga al 18%. La mencionada asociación estima, además, que de los 161.000 empleos que se mantienen en la hostelería de la región, 11.000 se han salvado gracias a la política sanitaria madrileña y a la mayor expedición de licencias por parte del Ayuntamiento de Madrid para la instalación de terrazas.

Otro indicador del buen pulso de la economía madrileña en comparación con el resto del país por el pequeño 'oasis' restrictivo de Ayuso lo aporta los datos de las ventas del comercio minorista, que registró un 1,5% de descenso en febrero en Madrid, una cifra que contrasta con la media nacional, situada en el -9,4%, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).