‘Puppy’ se hace mayor. Pronto cumplirá 25 años recibiendo a los visitantes del Museo Guggenheim. Lo ha hecho desde 1997, con su manto florido y su imponente presencia. Ahora, la pinacoteca bilbaína se ha propuesto rejuvenecerlo, renovar su estructura interna y someterle a una puesta a punto. Su estructura de acero, sus sistema de riego para las 38.000 flores que lo cubren o las distintas mallas que le dan forma serán renovadas, así como su iluminación. Y lo harán con las aportaciones que los ciudadanos hagan para sufragar la operación, estimada en 100.000 euros.
El Guggenheim ha lanzado una campaña de crowdfunding o micromecenazgo bajo el lema ‘Da vida a Puppy’ en un intento por reforzar el vínculo social de esta obra de Jeff Koons con los amantes del museo y del arte en general. Se ha habilitado un sistema para hacer aportaciones desde un euro y con los que, además de contribuir a la financiación del proyecto, se ofrecerá también la posibilidad de obtener beneficios, fiscales –la aportación será desgravable- y museísticos.
A partir de aportaciones de 100 euros se obtendrá la condición de ‘Amigo del museo’ durante un año, lo que permitirá el libre acceso a la pinacoteca. En caso de aportaciones superiores a 300 euros se adquirirá durante seis meses la condición de Miembro Internacional, lo que permite el acceso prioritario a las inauguración de las muestras. Para aportaciones inferiores, desde el Guggenheim se subraya que siempre quedará la satisfacción de haber contribuido a renovar una de las obras más queridas de la ciudad.
Reforzar el apoyo social
El director del Museo, Juan Ignacio Vidarte, reconoce que la caída de visitantes a consecuencia de la pandemia ha afectado a los ingresos, pero que no es esa la razón esencial de su apuesta por el micromecenazgo para la puesta a punto de ‘Puppy’: “No es esa la razón fundamental, sino la de aprovechar un momento así para reforzar la socialización de este emblema”. La fórmula del crowdfunding no es la primera vez que se emplea en un museo, sí en el Guggenheim. En ocasiones anteriores, museos como el Thyssen o el Prado han recurrido a esta vía para sufragar la compra o restauración de una obra.
Los trabajos de reforma de las tripas de ‘Puppy’ comenzarán a finales de septiembre, coincidiendo con el cambio de manto floral que se hace a final del verano. No será hasta mediados de noviembre cuando se concluyan los trabajos de renovación “para dejarlo preparado para otros 25 años más”, aseguran desde el museo. En todo ese tiempo la figura estará cubierta por andamios.
Cada año se renueva el manto completo dos veces, uno en otoño y otro en primavera. No es hasta un mes después cuando las miles de flores, fundamentalmente pensamientos, petunias, alegrías y begonias logran enraizar bien a lo largo de toda la estructura y lucir en todo su esplendor. En los periodos de seis meses en los que lucen, se deben renovar puntualmente otras 4.000 o 5.000 flores. Una renovación que viene determinada en su distribución y colores por los planos acordado con el autor y en los que se establece cómo debe lucir cada una de las partes de ‘Puppy’. Durante la pandemia, aprovechando uno de los cambios, se diseñó la colocación de plantas que dibujaran sobre el rostro del animal una mascarilla, con el fin de concienciar en la importancia de su uso.
12,4 metros, 60 toneladas y 38.000 flores
El acceso al interior de la obra, de 12,4 metros de altura y 60 pesos de peso, se hace a través de una pequeña puerta ubicada en la parte trasera inferior del perro. En el interior, hueco, paredes de acero dibujan rodeadas de tuberías de riego y un gran andamio la radiografía interna de este cachorro de West Higland White Terrier.
La obra inicial fue ideada en 1992 por Koons para una exposición temporal en el Castillo de Woldeck, en Bad Arolsen (Alemania) con motivo del Documenta IX. El primer ‘Puppy’ era más pequeño, 11 metros de altura, y de madera. Las flores que lo cubrían también eran de mayor tamaño. Tras la muestra, aquel primer 'Puppy' fue destruido. En 1997 volvió a resucitar pero con otra estructura, acero inoxidable. Aquel ‘Puppy’ tuvo como destino el Museo de Arte Contemporáneo de Sidney. El éxito fue enorme. En aquel año en el que el Guggenheim estaba a puertas de abrirse al mundo, la obra de Koons (York, Pensilvania, 1955 EEUU) no tardó en cautivar a los promotores de la pinacoteca bilbaína y la Fundación Solomon Guggenheim que lo adquirieron como elemento de acogida al museo.
Recién llegado de Australia, ‘Puppy’ no tardó en adaptarse al entorno en el que se ha convertido en una de las imágenes más fotografiadas y emblemáticas de la capital vizcaína. En contra de lo que se cree, no fue la buena acogida de los bilbaínos lo que motivó su compra. La adquisición ya se había acordado previamente en 1,2 millones de dólares. Hoy su tasación supera los 54 millones.
Ahora, a punto de cumplir 25 años, el Guggenheim solicita la colaboración de la ciudadanía para que financie la puesta a punto de 'Puppy' a través de aportaciones en forma de micromecenazgo. La campaña y las aportaciones se pueden realizar a través de su página web.
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