Fueron locos, innovadores y vitalistas. Años de transformación profunda en Europa en el ámbito social, artístico y laboral. Los locos años veinte que siguieron a la Primera Guerra Mundial se iniciaron con una pandemia, con la ‘gripe española’ como amenaza global, el último revés que se sumó al impacto de posguerra. La paz trajo la necesidad de recuperar la felicidad perdida, el deseo arrinconado y la ansiedad por recupera una vida mejor. En gran medida, los avances de la contienda bélica lo permitirían. No tardaron en transformar el modelo productivo, en extender las cadenas de montaje y con ellas mejorar la vida laboral de millones de trabajadores y familia. El tiempo en las fábricas se redujo, el ocio afloró y la transformación de aquella sociedad moldeó un nuevo paradigma de mujer y de hombre.

Hace un siglo que comenzó aquel tiempo para Europa cuyos ecos aún hoy perduran. Un periodo que hoy se deja ver en el arte, en la estética, en la arquitectura o en productos cotidianos. El Museo Guggenheim ha intentado viajar al pasado, a los años en los que las principales ciudades europeas comenzaron a vivir de nuevo, a resurgir con una alegría desbordada y un espíritu renovado. Los locos años veinte recrea a través de 300 objetos –pinturas, esculturas, dibujos, fotografías, collages, cine, arquitectura y diseño de mobiliario-  y piezas cómo fue ese deseo intenso por volver a vivir.

La muestra se inaugura este viernes y se prolongará hasta el 19 de septiembre. La pandemia del covid obligó a aplazarla un año. La exposición tiene la escenografía diseñada por el director operístico y artístico del Teatro Arriaga, Calixto Bieito, quien describe la muestra como “un canto, un poema a la libertad, a la creatividad” que se vivió hace ahora un siglo. A lo largo del recorrido se muestra cómo fue la ‘locura’ de los 20 en ciudades como Berlín, París, Viena o Zurich, en las que los avances y las transformaciones sociales y artísticas se precipitaban.

Revolución social y estética

Las comisarias de Los locos años veinte, Cathèrine Hug, Kunsthaus Zürich y Petra Joos destacan el paralelismo del comienzo de aquella década con los tiempos actuales. También entonces las sociedades europeas salían de una pandemia y se encontraban inmersas en una gran recesión tras la Guerra Mundial. Aquellas circunstancias no impidieron que se impusiera una explosión de creatividad, liberación y progreso.

Es poder poner de relieve cómo distintas fases de la Historia son similares y diferentes al mismo tiempo

El propósito de la exposición, recuerdan “no es reconstruir o recordar de manera nostálgica, sino retener en la memoria y hacer sensorialmente evidentes nuestros orígenes culturales: Es poder poner de relieve cómo distintas fases de la Historia son similares y diferentes al mismo tiempo”. Joos añade que los años veinte supusieron una explosión de creatividad pero también de “liberación erótica, de pulsión sexual y de feminismo” que convivió con el trauma heredado de la guerra y la pandemia, “y una economía salvaje y despiadada”: “Toda esa locura es la que se refleja en la exposición”.

Todo cambió. Las ciudades, las familias, los trabajos, y las clases sociales. Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial dejaron cambios profundos en los roles de hombres y mujeres. Mientras los ellos luchaban en el frente, las mujeres adquirieron nuevas libertades y mayor autonomía, tanto a nivel familiar como laboral. La expresión más evidente fue la progresiva introducción del sufragio femenino en muchos países europeos.

La moda es otro de los ámbitos que conforman la muestra ‘Los locos años veinte’. Cambió por completo la estética de las mujeres y de los hombres. Entre ellos la barba dio paso al afeitado y al cabello engominado. El bombín sustituyó al sombrero de copa y el traje informal y la corbata reemplazaron a la levita. En las mujeres el pelo corto se impuso. Los vestidos hasta la rodilla y sin cintura se convirtieron en la nueva moda y el cigarrillo como emblema de elegancia llegó como un nuevo complemento de la moda femenina. La ropa se hizo más funcional y la silueta cobró un mayor protagonismo.

Liberación sexual

En lo moral, la liberación sexual se abrió camino y ser madre sin estar casada se convirtió en una revolución social. Los bailes nocturnos, extáticos y cargados de sensualidad en los cabarets de Montmatre de París o Moka Efti de Berlín, tampoco faltan en la muestra de la pinacoteca bilbaína.

El cine y la fotografía se encumbraron como disciplinas artísticas en las que experimentar

Los avances industriales y tecnológicos transformaron el modo de vivir. El automóvil, la radio o las cadenas de montaje en las fábricas se convertirían en elementos de profunda transformación social y de relación. Uno aceleró y dinamizó los desplazamientos, otro extendió el acceso a la información y el otro redujo las jornadas laborales y permitió una explosión del ocio. El cine y la fotografía se encumbraron como disciplinas artísticas en las que experimentar. Aquella locura repleta de nuevas formas, colores y vivencias se contagió en todas las disciplinas del arte. En la arquitectura y el diseño de interiores los años veinte del siglo pasado aún hoy son reconocibles en muchos de los trabajos y productos actuales.

Entre las 300 piezas que se exhibirán hasta septiembre figura la Silla roja y azul, de Gerrit T.Rietveld, de 1918, o la escultura Pájaro en el espacio, de Constantin Brancusi –de la colección de la Fundación Guggenhem- o el retrato de Maika, de 1928, el óleo en la que se muestra a la mujer tipo de aquellos años o el Vestido de cóctel de 1928 que simboliza la explosión vital de esa década. La sensualidad femenina la muestra Ernest Neuschul, en su óleo Takka-Takka baila, de 1926.