El comisario jubilado José Manuel Villarejo ha pedido al juez que le entregue una copia de los diarios personales intervenidos por la Policía Nacional a fin de poder aportar otro de los números de teléfonos con los que, según él, se comunicaba mediante mensajes de texto con Mariano Rajoy para informarle directamente sobre determinadas operaciones.

La defensa del investigado ha presentado este jueves un escrito en el Juzgado Central de Instrucción 6 de la Audiencia Nacional en el que detalla un número de teléfono -empieza por 650 y termina en 710- mediante el que contestaba "concretas preguntas" del entonces presidente del Gobierno, después de haber intentado sin éxito aportarlo durante su comparecencia personal del pasado lunes. El magistrado García-Castellón le instó entonces a hacerlo por escrito.

Villarejo sostiene que sólo podrá aportar el otro número de teléfono "cuando se le permita un acceso completo a sus propios diarios personales", intervenidos por la Unidad de Asuntos Internos de la Policía en su vivienda madrileña el pasado 20 de octubre. "Difícilmente podrá aportar más datos sobre este caso si ni siquiera se le entrega una copia de sus propios diarios personales", expone. 

Se trata de 13 cuadernos de gran tamaño en los que el antiguo agente encubierto anotó los encuentros que mantuvo con numerosas personas (políticos, empresarios, periodistas, policías...), los asuntos de los que habló y las impresiones de su interlocutor, abarcando un periodo temporal de nueve años (de 2007 a 2016). Las menciones que aparecen en dichas libretas han sido determinantes en la decisión del instructor de llamar a declarar como imputados a María Dolores de Cospedal y a su esposo en la pieza separada -conocida como Kitchen– en la que se investiga si el Ministerio del Interior puso en marcha una operación "parapolicial" para robarle al ex tesorero del PP Luis Bárcenas la documentación comprometedora que guardaba.

Cuando compareció el pasado 27 de mayo ante la comisión de investigación del Congreso sobre el caso Kitchen, Villarejo aseguró que Rajoy "contactaba» con él en ocasiones a través de mensajes que se cruzaban mediante un teléfono operativo -ha dicho que el número empezaba por 650 y acababa en 10- para "preguntarle cosas", al margen de lo que él llamó el "circuito oficial": intermediarios como María Dolores de Cospedal, el exsecretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez o el ejecutivo Mauricio Casals (presidente de la empresa editora de La Razón) que le transmitían "inquietudes del señor presidente del Gobierno" y a los que él informaba.

"Líneas telefónicas operativas"

En su último escrito, el comisario ya retirado reitera su decisión de "colaborar irrestrictamente con la Justicia para esclarecer todas sus actuaciones como agente de inteligencia al servicio de la seguridad del Estado", para lo que necesita -mantiene- acceder a sus diarios originales o al menos a una copia digitalizada. Ello le permitiría recordar el otro número de teléfono con el que supuestamente contactaba con Rajoy y aportar otras "líneas telefónicas operativas que se le facilitaban".

"Al igual que su cerebro, su diario personal no puede serle extirpado a modo de una lobotomía para que no pueda recordar y con ello poder defenderse y, a la vez, seguir colaborando con la administración de justicia para el completo esclarecimiento de los hechos investigados", expone su defensa, dirigida por el abogado Antonio José García Cabrera.

En este sentido, Villarejo considera que si sus diarios han sido admitidos como "fuente de prueba" por el instructor, son de "incuestionable" interés para la tesis acusatoria y han sido claves a la hora de llamar al procedimiento a personas en calidad de investigados (casos de De Cospedal y su marido), también debe tener él acceso a estos documentos para estar "en igualdad de armas".

"No es admisible que se le pongan al investigado obstáculos irrazonables e injustificados para su acceso como que se le obligue a ir a la oficina judicial, necesitando para ello muchos días atendiendo a su enorme extensión, cuando son sus propios diarios personales y en ellos es sólo su intimidad la que puede verse afectada, pues sus recuerdos sobre otros no pertenecen más que a él mismo y no a ninguna otra persona y, por supuesto, tampoco al Estado", añade.