La última vez que se abrieron las urnas en España quedó ratificada una tendencia que venía registrándose en otros procesos electorales: el 4-M Vox creció en los barrios obreros de Madrid y perdió algo de presencia en las zonas más lujosas de la capital, como Chamberí o Salamanca. "Aquí viven miles de españoles traicionados por la izquierda", defendían desde la plaza 'roja' de Vallecas, donde Santiago Abascal y Rocío Monasterio arrancaron la campaña de las madrileñas en toda una declaración de intenciones sobre el eje en el que iba a girar la estrategia de Vox. La formación ha intensificado su perfil como adalid de la clase trabajadora, aprovechando cada oportunidad -la última fue la huelga del metal en Cádiz- para reforzar ese discurso.

En su enésima batalla contra los "dictados de la izquierda", Vox fundó un órgano llamado a derribar a "partidos y sindicatos convertidos en marionetas de las multinacionales globalistas" que "transforman los barrios en nidos multiculturales de inseguridad y delincuencia". Solidaridad, el primer sindicato públicamente declarado "anticomunista", nació en septiembre de 2020 y en algo más de un año ha multiplicado sus afiliados y su representación en grandes empresas. Según datos oficiales, el órgano fundado por Vox para tratar de calar definitivamente en la clase trabajadora cuenta con unos 13.000 afiliados y con representación en 53 empresas, entre las que se encuentran Cepsa, Prosegur, Trablisa o FCC.

El afán expansionista del sindicato avanza casi al ritmo que lo hace Vox en la esfera política y en estos momentos aseguran tener afiliación en empresas del Ibex y grandes sociedades en las que concurrirán en próximos procesos electorales internos. En total, cuentan con 273 secciones sindicales en grandes empresas como Santander, Caixabank, Carrefour, Iberia, Mercadona, Ford o Renault, desde las que Solidaridad tratará de declarar la guerra contra "el sindicalismo corrompido, de privilegiados, divisivo y de clases" y, en definitiva, contra "el duopolio sindical" de UGT y CCOO.

El discurso de la organización se mimetiza con el de un partido empeñado en defender la premisa de que, frente a las "mentiras" de la izquierda, "los empresarios que se juegan su patrimonio son los mejores aliados de los trabajadores españoles", un discurso que cala especialmente en el sector industrial y en la economía rural, aunque también cuenta con grandes adeptos dentro del ámbito de la seguridad privada. Solidaridad quiere ampliar horizontes. Fuentes de la organización aseguran que intervendrán también en el sector sanitario y educativo -con la apertura por ejemplo de nuevas secciones en universidades- y en la administración pública, y ya ponen el foco desde ayuntamientos como el de Madrid, Zaragoza, Málaga o Santander hasta en delegaciones territoriales del Gobierno, entre las que mencionan la de Castilla y León. El objetivo: cubrir de un manto 'verde' empresas públicas y privadas en todo el país mientras Vox trata de hacer lo propio en el Congreso y en las cámaras de representación territoriales.

Solidaridad presume de una implantación territorial "casi completa". Aunque el 25% de los afiliados residen en Madrid, provincia seguida de Valencia, Sevilla, Murcia y Alicante. En sus respectivas regiones, como es el caso de la Comunidad de Madrid, Andalucía o Murcia, Vox ha crecido en los últimos procesos autonómicos con una trayectoria ascendente especialmente notable en las zonas obreras. En las andaluzas de 2018, por ejemplo, el 15% de los votos que logró Vox en las urnas provenía eminentemente del PSOE. Entonces, obtuvieron 12 escaños por los 26 del PP o los 33 del PSOE.

'Solidaridad' y el 'efecto Vox' en redes

Vox es uno de los partidos políticos que mejor explota las redes sociales. De hecho, gran parte de su éxito reside en cómo dirigen sus estrategias políticas y conectan con su público no sólo a través de las redes más tradicionales como Twitter o Facebook, sino adaptándose a los tiempos con su entrada en plataformas como Tik Tok para calar en las capas de jóvenes o futuros votantes. Y esa es la fórmula que tratan de reproducir también en su sindicato, cuyas cuentas se dedican eminentemente a dar publicidad a su ofensiva en el terreno laboral, aunque no resulta extraño encontrar mensajes abiertamente políticos propios del argumentario de los de Santiago Abascal.

Esa estrategia ha llevado a Solidaridad a un éxito en redes que no tiene comparación con el que pueden destilar los tradicionales UGT o CCOO. Aunque aún se encuentra a años luz de la afiliación de los dos sindicatos mayoritarios -que ronda en ambos casos el millón de adscritos-, la cuenta en Twitter de Solidaridad cuenta con más de 48.000 seguidores, por encima de la de UGT (46) y cerca de la de CCOO (58). El sindicato de Vox se estrenó en la red social en agosto de 2020, mientras que UGT y CCOO abrieron su cuenta hace más de una década. Ocurre lo mismo en Instagram -la cuenta oficial de Solidaridad tiene más de 13.000 seguidores, más del doble que los otros dos sindicatos-, pero no en Facebook, donde a los de Vox aún les falta algo más de recorrido y se impone CCOO con más de 41.000 'followers'.

Cuotas y 'merchandising'

Respecto al método de financiación de Solidaridad, en la organización defienden que se sustentan eminentemente gracias al pago de las cuotas de los afiliados, que van de los 5 a los 50 euros mensuales en función de los servicios a los que se quiera tener acceso, y que van desde la asesoría jurídica hasta la presentación de recursos en los tribunales, pasando por reclamaciones o inspecciones de trabajo.

Añaden además la venta de productos de su tienda oficial como otra importante fuente de ingresos, en la que disponen de productos como camisetas, banderas, pulseras o vasos con el siguiente lema: "La patria es la única defensa que tienen los trabajadores".