La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias ha acordado con el Gobierno vasco el traslado de otros siete etarras condenados por terrorismo, entre ellos un cabecilla del antiguo comando Vizcaya que confesó a la Guardia Civil haber recibido órdenes de la dirección de la banda para seguir a Grande-Marlaska -en su época de juez- durante sus vacaciones veraniegas con la intención de atentar contra él.

Se trata de Arkaitz Goikoetxea Basabe, que cumple una condena acumulada de 40 años de cárcel por delitos de asesinato, atentado, estragos, tenencia de explosivos, detención ilegal, robo, falsificación y pertenencia a organización terrorista. En prisión desde julio de 2008, se encuentra actualmente en el centro penitenciario de Logroño, desde el que será trasladado ahora al que designe el Ejecutivo vasco.

Goikoetxea Basabe fue detenido en la madrugada del 22 de julio de 2008 en el curso de una operación desarrollada en varias localidades vizcaínas y con la que la Guardia Civil dio por desmantelado el comando Vizcaya. La redada incluyó el arresto de otros siete colaboradores de la organización terrorista que no estaban fichados por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

Cuando declaró ante los investigadores policiales, el etarra confesó que un año antes había recibido instrucciones de la dirección de ETA para que llevara a cabo seguimientos y elaborara información con la intención de atentar contra el hoy ministro del Interior, que servía entonces en el Juzgado Central de Instrucción 3 de la Audiencia Nacional y se había significado por sus investigaciones contra la banda terrorista. Ello le había obligado a llevar escolta.

El magistrado tenía una casa en la misma urbanización de la localidad riojana de Ezkaray donde se halló un zulo de ETA. En concreto, el almacén -en el que se intervinieron algunas armas y explosivos- fue localizado en las proximidades de la estación de esquí de Valdezcaray. El comando no había trazado ningún plan para asesinar al entonces magistrado en activo.

"Golpetazo de la barbarie"

"A veces se detuvo a gente del entorno de ETA que vigilaba nuestra vivienda en Bilbao, se descubrieron en poder de ETA planos del portal con el ascensor y finalmente se supo que planeaban poner una bomba lapa debajo de nuestro coche aprovechando nuestras salidas a Ezcaray [La Rioja], a una casa que tiene mi familia. Aún hoy me estremece pensar que de haber viajado allí uno de aquellos fines de semana de 2008, como solíamos hacer, probablemente habríamos tenido muchos posibilidades de recibir en carne propia el golpetazo de la barbarie, como se supo después por la confesión de una detenida", reflexionó Grande-Marlaska años después en su libro Sin pena ni miedo (Ariel, 2016). 

Durante el juicio al que fue sometido en 2009 en la Audiencia Nacional por intentar asesinar a dos agentes de la Ertzaintza el 5 de agosto de 2001 en Portugalete (Vizcaya) mediante un ataque con cócteles molotov, Arkaitz Goikoetxea se mostró "muy orgulloso" de su militancia en la organización terrorista y se negó a declarar al considerar que el tribunal no tenía "ningún tipo de legitimidad" porque el Estado al que representa "oprime" a su pueblo.

Junto a Goikoetxea, Instituciones Penitenciarias acerca también a cárceles vascas a Pedro María Cano Hernández, Íñigo Gutiérrez Carrillo, María Lizarraga Merino, Gorka Martínez Ahedo, Joseba Segurola Beobide y Gregorio Vicario Setién, todos ellos condenados a penas de entre 14 y 30 años e internos en centros penitenciarios de Madrid, Burgos, Cantabria y Logroño.