Se ha desvelado el secreto. Hace unos días, la Sexta lanzaba un vídeo para anunciar que Jordi Évole volvía, aunque su rostro parecía muy distinto, hinchado, como si hubiera engordado muchos quilos. Ayer, este "Évole" apareció en el programa de El Hormiguero y, sí, claramente, parecía que hubiera cogido unos veinte o treinta quilos, por lo que Pablo Motos, el presentador de El Hormiguero, no pudo dejar de hacer algunas de sus gracias: que si "Gordi Évole", que si "periodista de peso".

El otro Évole

Pues bien, resulta que este Évole no era Évole, sino un tal Paco, un hombre realmente parecido a él. La historia de ambos es curiosa y Évole, esta vez el de verdad, se encargó de explicarla en el programa: un amigo le envió un bien día un vídeo por Whatsapp en donde salía un tipo realmente parecido a Évole y haciéndose pasar por él. Évole, el de verdad, quedó tan impresionado que quiso saber quién era su doble y pidió en Twitter que la gente le ayudara a localizarlo. Tuvo suerte: resultaba que el tal Paco vivía en Viladecans, una localidad del municipio de Barcelona, con lo que fue fácil desplazarse hasta allí (Évole vive en Santa Coloma de Cervelló, también en la provincia de Barcelona).

El tal Paco es camionero de profesión, aunque actualmente en paro (Évole lo dijo en el programa por si alguien quería contratarlo). Reconoció que nunca le habían pedido fotos pensando que era el Évole de verdad, aunque sí un autógrafo una vez. Realmente, el parecido entre ambos es asombroso (la voz, eso sí, es muy distinta), lo que explica que Évole, el de verdad, pidiera a Paco que se hiciera pasar por él en el vídeo promocional para anunciar que regresa su programa este domingo en La Sexta. El truco surgió efecto y media España se pasó semanas preguntándose qué le había pasado a Évole para haber engordado tanto en tan poco tiempo.

El primer entrevistado

Además de presentar a su doble, Jordi Évole también aprovechó su paso por El hormiguero para anunciar quién sería el protagonista de su primer programa. Lo de Évole había grabado tres programas --uno con el medallista Fernando Deferr, otro con la escritoria Megan Maxwell y otro con el rapero Morad--, pero decidió que fuera el público quien eligiera quién sería el primero. Se había votado durante varios días y ayer por la noche se cerraron las votaciones a las ocho.

Antes de hacerse público el recuento, Jordi Évole explicó brevemente sus experiencias con los tres. De Megan Maxwell reconoció que no la conocía, pero que había descubierto que la escritora de novela erótica --"con libros muy subidos de tono", puntualizó-- lo había impresionado. "Es hablar del sexo de manera desinhibida y orientada al placer", anotó.

De Gervasio Deferr dijo que era el ejemplo de caída a los infiernos. Un tipo que tuvo que aguantar una gran presión y que acabó con una adición "muy bestia al alcohol". En las Olimpiadas de Atenas, las segundas en las que participaba, sufrió lo indecible. Los cuatro años entre ambas olimpiadas fueron un calvario: lesiones, adiciones, vida desenfrenada donde no dejaba de frecuentar afters. Se preparó para Atenas en tan sólo seis meses y, cuando empezó a entrenar, les dijo a sus preparadores: "Ni un control antidoping en dos meses". Si lo hubiesen hecho, seguramente la lista de substancias que hubiesen dado positivo hubiese sido larga. Cuando llegó finalmente a Atenas tuvo varios reveses y, una noche, se fue de juerga. De la resaca que tenía, no sabe cómo llegó al día siguiente a los entrenamientos, pero sí se acuerda de que aquel día ganó un oro olímpico.

Finalmente, Jordi Évole habló de Moradd, un rapero de La Florida, un barrio de Hospitalet de Llobregat. Évole reconoció que no tenía ni idea de quién era y que fue un colaborador suyo quién le indicó que había un rapero que estaba triunfando en Spotify y cuyas canciones tenían más reproducciones que las de C. Tangana o las de Aitana. Moradd es español, aunque hijo de inmigrantes magrebíes, y ha vivido una vida convulsa. Cuando tenía doce años, a su madre le quitaron la custodia; a los 16 años, delinquió y fue a la cárcel de menores; a los dieciocho su vida era una disyuntiva entre delinquir o morir, pero tuvo la suerte de que la música se cruzara en su vida. "Es el ejemplo de que España es diversa. Que ya no se trata sólo de blancos y cristianos. Que hay mucha diversidad". Y añadió: "Muchas veces, cuando hablamos de populismo de extrema derecha, no se entiende de lo que hablamos. Si ganaran unos partidos determinados, la madre de Moradd se hubiera tenido que ir".

El público votó y, por un 76,6% de los votos, decidió que el primer programa de Lo de Évole fuera el de Moradd. El domingo lo comentaremos en El Independiente.