Es difícil de imaginar. Se puede intentar. Siglo XXI, los españoles conquistan América y comienzan a colonizar el Nuevo Mundo y a someter a los indígenas. La noticia se ha divulgado en apenas unos segundos por todo el planeta: vídeos, testimonios, felicitaciones, críticas… ‘Trendig topic’ mundial, seguro. ¿Cómo relatarían hoy semejante momento histórico las redes sociales? ¿Cuánto tiempo perduraría como hazaña, como éxito, y cuánto como una cruel invasión? ¿Prevalecería la buena reputación de las tropas españolas enviadas por los Reyes Católicos? ¿La sabrían salvaguardar los ‘dircom’ reales? O, por el contrario, ¿la batalla de la opinión pública la ganarían potencias extranjeras empeñadas en desacreditar el logro y disputar el dominio mundial a la monarquía española?

En realidad, ésta sería una ficción sólo a medias. Sustituyamos las redes por la imprenta, los ‘dircom’ por los juglares, los ‘foros’ por las historias en las tabernas y las disputas a favor y en contra por intoxicaciones llegadas a caballo por emisarios de tierras lejanas o por gloriosas y exageradas proclamas reales. La Historia demuestra que, salvando las distancias, el proceso de comunicación, en lo esencial, sería similar.

La disección del relato heredado a lo largo de los siglos demuestra que la reputación, su gestión o ausencia de ella, puede influir en la imagen de un país e incluso en el devenir de su historia. De ese proceso de historias, informaciones, verdades y mentiras consolidado durante siglos dependerá heredar como ciertas grandes falsedades o como verdades incuestionables mentiras flagrantes. Todas transmitidas de siglo en siglo.

En definitiva, una sucesión de “mentiras creíbles y verdades exageradas” capaces de construir 500 años de leyendas negras. Es lo que ha analizado el experto en comunicación reputacional y directiva Enrique Sueiro en su libro “Mentiras creíbles y verdades exageradas. 500 años de leyenda negra” (Editorial Kolima) tras repasar y contrastar fenómenos significativos de la historia de los últimos cinco siglos de España: “Ahora se llaman ‘fake news’ pero en realidad es la desinformación de toda la vida. Ya existía en el siglo XVI”.

Magnificar y silenciar

El repaso por algunos de los capítulos más importantes ocurridos desde el descubrimiento de América demuestra la eficacia y el riesgo que acarrea descuidar o potenciar los pilares esenciales de la gestión comunicativa: “Los extranjeros magnificaban los episodios más oscuros y silenciaban las páginas más brillantes de España, mientras que hacían lo inverso sobre ellos mismos: magnificaban sus logros y silenciaban las páginas negras de su propia historia”.

Es así como se va construyendo la reputación de un país, de una organización o de un líder. Tres variables son las que definirán el tipo de reputación que se pueda alcanzar: la percepción vigente, la realidad verdadera y la expectativa creada. “Es la conjunción de las tres las que hará que un país o una organización tengan una u otra reputación. En definitiva, la percepción es una interpretación de la realidad, que no siempre coincide con la verdad. Lo ideal en la gestión de la reputación es tener una buena realidad y gestionarla correctamente”. Es ahí donde Sueiro detecta que la historia de España acumula episodios en los que una buena realidad fue mal gestionada, dañando sin solución gran parte de su reputación.

“El caso de la colonización de América es un claro ejemplo. Aquella era una muy buena realidad. Claro que hubo excesos y crueldad. Evidentemente eso no se debe ocultar, pero es ahí donde entraron los enemigos. A lo largo de los siglos fueron minando esa reputación. Se exageraron las mentiras y, por inacción o dejación de España, no se rebatieron con la realidad de lo sucedido”, señala. Apunta el caso de fray Bartolomé de las Casas en su ‘Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, de 1522. “Ahí todo lo que se decía era negativo. Es un ejemplo de sensacionalismo del siglo XVI. Se dice que los españoles mataron a 20 millones de indios, que un solo español mataba con la espada a 10.000 indios por hora. Eso supone 167 por minuto, 3 por segundo. Evidentemente, eso es imposible, pero muchos dan por bueno aún hoy ese relato sobre cómo fue la colonización española”.

Sueiro subraya que testimonios como estos han prevalecido a lo largo de la historia sin ser contrarrestados suficientemente. Son los que han logrado “crear estereotipos” que a lo largo de los años han sabido ser aprovechados por otras potencias que luchaban por dañar la reputación de España. “Aquí no se trata de defender o no a España, mi análisis no es ese. Busco hacer un análisis y estudio de la verdad y de cómo esa realidad se ha gestionado a lo largo de los años”.  

La colonización y sus 'estereotipos'

Ante el cuestionamiento de la colonización que en los últimos años se ha extendido en algunos ámbitos, Sueiro recuerda que en muchos casos se da por bueno relatos que omiten un aspecto esencial. Recuerda cómo ante las denuncias de maltrato que el propio Bartolomé de las Casas hizo, el emperador Carlos V ordenó detener la colonización y poner en marcha un proceso de reflexión: “Fruto de ella nació mucha legislación, como las leyes de Burgos, las leyes de Valladolid, las leyes de las Indias… que serían un precedente de lo que hoy llamamos derechos humanos y el derecho internacional”. Asegura que España, como otras potencias coloniales, cometió excesos, “pero al contrario que en otras potencias a partir de un momento maltratar indígenas suponía saltarse la ley mientras en otros países ese maltrato se promovía desde el poder. Esa también es una parte de la verdad”.  

El papel de la inquisición es otro de los hechos que analiza. Afirma que las medidas que entonces se tomaban en España eran terribles pero que también sucedían en otros países. Sin embargo, el “estereotipo” que ha pervivido, la idea más extendida que hoy sigue muy vigente es que nuestro país fue donde más se castigó por razones religiosas o de creencias: “Esa es la creencia más extendida, pero no es así. En España murieron quemadas vivas 59 personas acusadas de brujería. Fue terrible, sí. Pero en Alemania fueron 25.000. Sin embargo, la mayor parte de lo que conocemos y la idea más extendida es que este era un fenómeno español fundamentalmente. Es otro ejemplo de cómo unos y otros han gestionado históricamente una realidad, una verdad, incómoda como ésta”.

La llegada de la imprenta a América no fue obra de los alemanes, sino de los españoles. Sueiro recuerda que la enciclopedia alemana Brockhaus afirmaba que llegó a Norteamérica por primera vez en 1638, a Massachusetts. “Este último dato es cierto, pero se omite información. Los españoles llevaron la imprenta un siglo antes, en 1535 a México, que también es Norteamérica”.

Construcción de relatos

El autor considera que la Historia está repleta de este tipo de “mentiras flagrantes” y de “verdades exageradas”. En algunos casos, asentadas sin que muy pocos las cuestionen, pese a ser el resultado de una manipulación, una omisión o una falta de información: “En España diría que en muchos aspectos no hemos hecho nuestro propio relato y nos hemos creído el relato falso, las leyendas, que otros han elaborado a lo largo de los años sobre nosotros. Eso no ocurre con los franceses y mucho menos con los ingleses”.

Concluye señalando que este fenómeno de gestión de reputación de un país puede trasladarse al ámbito político, económico o empresarial. La clave para manipular la verdad entonces, siglos atrás, como hoy, sigue siendo convertir en importantes hechos irrelevantes, “hablando mucho de ellos hasta convertirlos en importantes”: “O viceversa, evitar que se hable de algo importante para que acabe siendo irrelevante. Por eso entonces como hoy, lo fundamental es saber y poder identificar qué es lo importante para darle un trato adecuado, no magnificar lo irrelevante ni silenciar lo importante”.