ERC y JxCat se han embarcado en una nueva escenificación sobre sus desencuentros, y el consiguiente reparto de culpas, a cuenta de los presupuestos catalanes para 2022. Esquerra insiste en que Junts es el socio prioritario para aprobar las cuentas, pese a su reciente salida del Govern. Y los de Laura Borràs se declaran "dispuestos a escuchar" zafándose del intento de los republicanos por presentarlos de nuevo como los culpables de la ruptura.

"El Govern está convencido de que habrá un ejercicio de responsabilidad por parte de los socios prioritarios" insistía este miércoles la portavoz, Patricia Plaja. El ejecutivo que preside Pere Aragonès "dedicará hasta el último esfuerzo" para aprobar los presupuestos "con Junts, Comuns y la CUP", añadió.

Un esfuerzo que se escenifica esta semana con una segunda ronda de encuentros con estos partidos, más el PSC, al que Esquerra descarta en sus discursos pero incluye en las negociaciones, consciente de que la entente con Junts es prácticamente imposible.

Junts "abandona a los catalanes"

Los republicanos saben que JxCat no votará los presupuestos. Pero no dejarán de escenificar la negociación hasta que sean los propios junteros los que anuncien su negativa a aprobarlos. El objetivo: denunciar que Junts "abandona" a los catalanes, en su particular batalla por el relato sobre la ruptura de la unidad independentista.

Esquerra espera amortiguar así las críticas si finalmente se decide a aprobar las cuentas con el PSC. El líder de los socialistas catalanes, Salvador Illa, no ha dejado de ofrecer su apoyo a Aragonès para aprobar los presupuestos, aunque este lunes ha denunciado también la pasividad del Govern. A Illa se le agota la paciencia esperando a que Esquerra dé el paso y empiece a negociar los números con ellos.

En Junts intentan zafarse de la estrategia republicana, conscientes de que ya han acabado asumiendo la culpa de la ruptura en el gobierno de coalición. "Ya dijimos que no nos desentenderíamos de nada" advierte la portavoz en el Parlament, Mónica Sales.

"Pero primero queremos saber qué apoyos tiene y qué políticas piensa seguir el Govern", añade, recriminando al ejecutivo su "lentitud" en la presentación de las cuentas. Ni Junts ni el PSC han visto todavía la concreción de los presupuestos, que sigue revisando la nueva consejera de economía, Natalia Mas. Unas cuentas que negociarán la consejera de presidencia, Laura Vilagrà, y Mas, en sustitución de Jaume Giró.

Primero, los comunes

La primera reunión de la ronda, sin embargo, no ha sido con Junts si no con los Comunes. El partido de Ada Colau aportó hace un año los votos necesarios para aprobar las primeras cuentas del tándem Aragonès-Jaume Giró. Eliminado Giró de la ecuación, los morados ya han advertido a Esquerra que el marco económico no puede ser el mismo, para reclamar un giro a la izquierda respecto a las cuentas iniciadas por el consejero de Economía de Junts.

En Esquerra son conscientes de que, de su trío de "socios prioritarios" los Comunes son los únicos con los que tienen opciones reales de pactar las cuentas. De ahí que el encuentro con los morados se produjera en primer lugar, en el Palau de la Generalitat, donde horas después Vilagrà y Mas recibían a la delegación de Junts.

Portazo de la CUP

Mientras, la CUP se ha auto-descartado ya de la ecuación soñada por Esquerra. Los antisistema anunciaban este lunes que no van a participar en la ronda de contactos anunciada por el Govern. El diputado Xavier Pellicer explicaba este lunes que el PSC "ya es el socio prioritario" del ejecutivo de Aragonès.

"Estamos muy cerca de la enmienda a la totalidad" advertía, pese a no haber visto todavía el proyecto de presupuestos. El argumento: el Govern "va de la mano de la patronal y el Gobierno del PSOE".

De telón de fondo, el fichaje por parte del ejecutivo de Aragonès de tres ex dirigentes de la CUP. Entre ellos la ex portavoz en el Parlament, Mireia Boya, que hace un año abandonó la formación impulsada por lo que ella entendió como falta de respuesta de sus compañeros por el presunto acoso de un compañero de filas.

El Govern quiere escenificar el apoyo del 80%