Lleva más de media vida en prisión. El próximo 1 de abril Pablo Ibar cumplirá 51 años, de los que 28 los ha pasado entre rejas, aislado, y proclamando una y otra vez su inocencia. Cuando ingresó en la cárcel era un joven de 23 años. Hoy es padre de dos hijos y apenas ve a su mujer, Tanya, algún fin de semana, cuando el turno de visitas de la prisión lo permite. A su padre, Cándido, su situación le ha exprimido la vida. A sus 78 años, desplazarse desde el País Vasco hasta Florida se le hace cada vez más complicado. Pese a ello, no ha dejado de acudir al menos una o dos veces al año. Al sobrino de Urtain, el popular boxeador vasco, el calvario por el que atraviesa desde el 27 de junio de 1994 le ha propinado golpes duros, algunos le han tumbado, pero de todos ha tratado de sobreponerse.

Haber abandonado el ‘corredor de la muerte’ fue sólo un leve alivió al ser sustituida por una condena perpetua. Ahora Ibar “al menos no vive en un régimen de aislamiento”, asegura Andrés Krakenberger, portavoz de la plataforma de apoyo a Ibar. Afirma que intenta formarse en materias de mantenimiento, cursos de soldadura, con los que huir del sedentarismo carcelario: “Eso le mantiene distraído, aunque la moral, en una situación así, va y viene. Tiene días mejores y peores”, señala. Ahora, al menos, tiene a su familia más cerca, “a apenas hora y veinte minutos”. Su mujer Tanya acude a visitarlo con más asiduidad: “Antes, cuando estaba en el ‘corredor de la muerte’, era más complicado, estaba a más de ocho horas de viaje”.  

Sobre él pesa la acusación de haber asesinado a un empresario nocturno y a dos bailarinas en un chalet de Miramar, próximo a Miami, la noche del 27 de junio de 1994. El último derechazo de la justicia estadounidense lo recibió hace tres años y ayer intentó revertirlo. La defensa de Ibar presentó ante la Corte de Apelación de West Palm Beach un recurso de apelación contra su condena a cadena perpetua. Fue la que le permitió salir del ‘corredor de la muerte’ al que fue condenado en 2000 y del que no salió hasta marzo de 2016.

Muestra genética 'mínima' y débil

Ahora Ibar quiere que se revoque su condena y se anule el juicio en el que le fue impuesta. Su abogado intentó demostrar ayer que ha sido sentenciado con pruebas poco concluyentes, escasas y débiles, tal y como señaló el Tribunal de Florida. El futuro de Ibar, en gran medida, depende de la exposición de apenas 20 minutos que ayer hizo ante los jueces su abogado, Joe Nascimento. En su exposición puso en cuestión el valor de las pruebas que se utilizaron en el último juicio. El letrado sustentó su solicitud de anulación de la sentencia en doce motivos, entre los que ha destacado las irregularidades que se cometieron durante el proceso que terminó con la condena de Ibar hace tres años así como las decisiones de absoluta parcialidad en las que incurrió el juez Dennis Bailey, quien dirigió la vista.

Para este segundo juicio, la Fiscalía incorporó de manera inesperada una prueba de ADN. Joe Nascimento cuestionó precisamente en su informe la presentación de esta prueba, que se conoció de manera sorprendente sólo unos meses antes de la celebración de la vista oral. El letrado recordó que hasta ese instante todos los análisis que se habían efectuado habían dado negativo, de manera que no había vestigio biológico alguno que indicara que Pablo Ibar hubiese estado en el escenario de los hechos.

Las muestras genéticas fueron halladas en una camiseta que se encontró en la vivienda donde se perpetraron los crímenes y fueron de valores tan insignificantes que, según la defensa, solo podían ser producto de una contaminación accidental durante la custodia de pruebas. Nascimento aseguró que la cadena de custodia fue “muy defectuosa”.

Otro de los argumentos en la apelación ha incidido en la actitud de la Fiscalía durante todo el proceso penal y la “imparcialidad” y vulneración de derechos en los que habría incurrido el fiscal del caso, Dennis Bailey. Hoy Nascimento comparecerá ante los medios de comunicación para hacer una valoración de la vista y exponer cuáles serán los próximos pasos.

El proceso de deliberación de los tres jueces que tendrán que resolver la apelación puede prolongarse aún muchos meses. En la defensa señalan que incluso hasta un año y que si es favorable a la celebración de un nuevo juicio éste no tendría lugar hasta dentro de alrededor de dos años. De este modo, a Ibar aún le restarían, como mínimo y en el mejor de los casos, tres años más en prisión.

Una defensa de 200.000 euros

Su familia reconoce que la situación es delicada y que incluso económicamente se hace cada vez más complicada. Además de reclamar el apoyo de instituciones públicas, la plataforma en apoyo a Pablo Ibar ha abierto vías de apoyo para sufragar los elevados costes de su defensa. “El presupuesto para la apelación ha sido de alrededor de 200.000 dólares y por el momento sólo hemos logrado reunir unos 135.000”, asegura Andrés Krakenberger. Si finalmente la apelación prospera y se celebra un nuevo juicio, su defensa será más costosa. “El juicio anterior, con un equipo de cuatro abogados y sus ayudantes, supuso un presupuesto de un millón de dólares, eso ahora no nos lo podríamos permitir”.

Sería el quinto juicio por este caso. El primero se celebró en mayo de 1997 pero fue declarado nulo por no lograr el jurado un veredicto por unanimidad. En 1999 se celebró el segundo, que también se suspendió por ejercer la defensa de Ibar un abogado que fue condenado por maltrato y que terminaría cumpliendo condena en la misma prisión que el preso de origen vasco. En 2000 tuvo lugar el tercer juicio, en el que fue condenado a pena de muerte. Finamente, en 2019, tras lograr que se repitiera, Ibar fue condenado a cadena perpetua y logró salir del ‘corredor de la muerte’. Ahora la defensa pelea para que también esta condena sea anulada y un quinto juicio pueda demostrar la inocencia que desde 1994 defiende Ibar.