Hace una semana que la periodista y escritora Júlia Bacardit explicó en una entrevista que ha prohibido a su editorial traducir su segundo libro Dietari sentimental, al castellano. Y esta afirmación la ha catapultado en los medios. Asegura que no es una estrategia de ventas, pero tampoco le da demasiada importancia a las críticas recibidas desde entonces. Por lo menos no a las críticas en español.

Las procedentes de gente del mundo de la cultura catalana le han dolido más, confiesa. Esos que la acusan precisamente, de utilizar esa afirmación como provocación para obtener más proyección mediática.

No ha sido la primera autora en catalán en establecer cortapisas a la traducción al castellano. Ya lo hizo antes la escritora Marta Rojals, de la que Bacardit reconoce haber copiado la idea. El ensayista Jordi Graupera extiende la prohibición al francés, pero solo en el momento del lanzamiento de su próximo libro. Si después la obra se vende y despierta interés en el resto de España, la cosa es negociable.

A Graupera, ex líder de Primaries, la candidatura al Ayuntamiento de Barceona promocionada por la ANC en las últimas elecciones municipales y una de las voces más radicales del independentismo durante el procés, el gesto se le presupone. En el caso de Bacardit, que publicó su primer libro simultáneamente en ambas lenguas, y vendió más en castellano, la decisión parece más sorprendente.

No seas tan diva

Este viernes, Bacardit explicaba en viernes en Catalunya Ràdio que tras la repercusión generada, "me afecta más el escarnio de otras personas de la cultura catalana que lo han ridiculizado" con afirmaciones como "nadie se ha ofrecido a traducirte, no hace falta que te hagas la diva".

De las críticas en medios de ámbito nacional asegura haberse aislado, aunque afirma que "he tenido que bloquear Instagram por mensajes privados, pero a parte de eso poca cosa".

Tampoco tiene demasiado empacho en criticar a la gente cuya "única patética aspiración es ser publicado en las dos lenguas a la vez" y argumenta que "publicar en los dos idiomas a la vez hace que pierda sentido publicar en catalán, porque todo el mundo entiende el castellano". Su preocupación, asegura, es la supervivencia del catalán y de la literatura en catalán.

Menos lectores en catalán

No le faltan razones. En 2021 se alcanzó una cifra histórica, uno de cada tres libros vendidos en Cataluña era en catalán. Un hito, conseguido en gran parte porque las ventas de libros en catalán superaron en dos décimas a las de español durante la semana de Sant Jordi, cuando se genera el 9% de las ventas del año.

Según el Estudio de hábitos de lectura del Instituto Catalán de Empresas Culturales, dependiente de la Generalitat, el 32,4% de los mayores de 14 años lee habitualmente en catalán -en cualquier soporte-. En el caso de los lectores habituales de libros, esa cifra sube dos puntos, hasta el 34%. Es decir, que dos tercios de los catalanes prefieren leer en castellano (las otras lenguas no llegan al 2%).

Pero en tres semanas vuelve la cita con la rosa y el libro a Cataluña. Y Bacardit será uno de los nombres que muchos compradores ocasionales de libros recordarán cuando se acerquen a las paradas de libros en las vías principales de sus pueblos y ciudades. Vistas las ventas de los libros del procés de los últimos cinco años en esta fecha señalada, probablemente la estrategia de Bacardit no vaya nada mal encaminada.