Las cárceles vascas se han quedado pequeñas. Cuando el 1 de octubre de hace dos años el Gobierno formalizó el traspaso de la competencia de gestión penitenciaria a Euskadi, las tres prisiones vascas apenas sumaban 1.387 internos, hoy rozan los 1.600. Las autoridades vascas reconocen que no pueden absorber a más presos. Sin duda, en el balance de estos dos años de gestión, además del cambio de modelo penitenciario impuesto por las autoridades vascas y las reformas de las cárceles llevadas a cabo, otra prioridad ha marcado el cambio de titular: la absorción de la mayoría de los presos de ETA. La decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de poner fin a la política de dispersión -aplicada desde 1989- hizo que el acercamiento progresivo de los etarras culminará a lo largo de estos dos años con el ingreso de la práctica totalidad de internos de la banda en prisiones vascas, además de la cárcel de Pamplona.

En este tiempo, el incremento de la población reclusa en 190 internos más responde en gran medida a la absorción que se ha hecho de los presos de ETA, semana a semana. Las tres cárceles vascas, la de Basauri en Bizkaia, la de Martutene en San Sebastián o la de Zaballa en Álava, han ido incorporando a estos internos procedentes de otras prisiones españolas. Actualmente las cárceles vascas tienen a 142 presos de ETA cumpliendo condena.

En un informe elaborado a modo de balance de los dos primeros años de gestión, los responsables penitenciarios reconocen que existe un “tensionamiento” en la capacidad de las tres cárceles que habría motivado “la imposibilidad de absorber toda la demanda de traslados voluntarios a Euskadi de presos internos en otras partes del Estado”. De este modo, las reclamaciones que por motivos de arraigo se han solicitado por parte de presos comunes han quedado paralizadas a la espera de que el País Vasco pueda ampliar su capacidad carcelaria con la inauguración de la nueva cárcel de Zubieta en Gipuzkoa. La decisión de no admitir más demandas de traslado se ha adoptado de conformidad con la Administración del Estado.

Las tres cárceles se encuentran en una situación de saturación evidente. En el caso de Basauri se trata de un centro pequeño, antiguo y que recientemente ha abordado una reforma profunda. En Zaballa, la más moderna y grande, el incremento de población ha sido muy significativo. Por último, Martutene está llamada a cerrar. La prisión que construye el Gobierno central en Zubieta permitirá ampliar la oferta de plazas en el conjunto del sistema penitenciario vasco. Sin embargo, la nueva prisión, pese a que su construcción se estima que culmine a fin de año, no estará operativa hasta la primavera del próximo año.

450 presos comunes vascos

A la carencia de plazas se suma también la necesidad de ampliación de personal en las tres prisiones y que dificultan la gestión de las cárceles. La administración vasca está inmersa actualmente en un proceso de convocatoria de plazas. Las cárceles vascas cuentan con 744 trabajadores entre funcionarios, personal laboral e interino.  

Se estima que alrededor de 450 presos comunes vascos cumple su condena fuera de Euskadi. Según datos de Instituciones Penitenciarias, se trata de presos que por diversas circunstancias están internos en una cárcel de otra comunidad autónoma. Estar en fase preventiva, haber cometido un delito fuera de Euskadi, estar pendiente de un juicio o por expreso deseo del interno, pueden ser las razones. Todos ellos pueden alegar motivos de arraigo para solicitar su traslado a una cárcel vasca. Sin embargo, la actual situación de las prisiones, una vez completado el acercamiento de todos los presos de ETA, ha elevado la población reclusa y complicado continuar acogiendo a más presos.    

Antes de completar la transferencia de prisiones, recogida en el Estatuto de Gernika, el número de presos de ETA era reducido en Euskadi. En la mayoría de los casos se trataba de internos de la banda que se habían acogido a la llamada ‘Vía Nanclares’, reservada a presos de ETA arrepentidos que habían iniciado un proceso de desvinculación de la violencia. Ahora, con la entrada de más de un centenar de ellos en los últimos dos años, además de otro pequeño grupo de presos comunes, se ha modificado la radiografía de la población carcelaria en Euskadi. El balance hecho por las instituciones vascas reconoce que al aumentar la población reclusa y su “heterogeneidad” así como la “conflictividad de perfiles” la situación es más susceptible de producir “incidentes de índole regimental”. Incremento que, puntualiza, que ha sido ajustado.  

La apuesta por los procesos de resocialización y de reinserción social como objetivo prioritario, marcan el llamado ‘modelo penitenciario vasco’. Ello ha llevado a reforzar no sólo las progresiones de grado sino el cumplimiento de las condenas en regímenes de semilibertad” en pisos de acogida en los que se ofertan un centenar de plazas.

El 31%, en tercer grado

Actualmente el 31% de los reclusos está en tercer grado. En estos dos años, para una población de 1.577 internos se han concedido 846 terceros grados, de los que han sido revocados 16. La mayor parte de ellos, una docena, han sido a presos de ETA. Revocaciones promovidas tanto por La Audiencia Nacional como por el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria. Unas revocaciones que en los casos de los presos de ETA se sustentan fundamentalmente en no haber acreditado suficientemente el rechazo a la violencia.

La reinserción de los internos se ha incrementado en este tiempo a través de la agencia ‘Aukerak’ (Oportunidades) por la cual se ha incrementado los talleres, cursos y formación ofertada a los presos. A través de talleres productivos y de servicios en los propios centros penitenciarios y de procesos laborales en el exterior en empresas colaboradoras, cerca 600  presos han participado en ellos.  

El balance señala además que se ha tenido que asumir otro tipo de carencias con las que se entregó la competencia de prisiones. Se citan aspectos como la ausencia de centros integración social, unidades de madres o un departamento de régimen cerrado, lo que en ocasiones obliga a trasladar a determinados internos a cárceles de fuera del País Vasco.  

'Día de Mandela'

Precisamente este lunes, el Gobierno vasco conmemoró el primer 'Mandela eguna' ('Día de Mandela') que las elecciones de julio obligaron a aplazar. El Ejecutivo vasco quiere instaurar esta festividad de los centros penitenciarios vascos para reconocer el trabajo de los empleados penitenciarios y los avances en esta materia.

El acto estuvo presidido por el Lehendakari Iñigo Urkullu, quien recordó que cumplidos dos años del traspaso de prisiones a Euskadi, “un traspaso querido, porque el autogobierno es una herramienta para el bienestar" se ha consolidado la apuesta vasca por "la reeducación y la reinserción". "Mejoran cuanto más integradas estén en el medio al que pertenece la persona penada”.

También Nerea Melgosa, consejera de Justicia y Políticas Sociales ha recordado la fecha y, contestando a las críticas sobre la gestión penitenciaria del Gobierno Vasco, ha afirmado que "sabíamos que no iba a ser fácil, pero la gestión cercana va dando sus frutos": "Ni caos ni incendios ni atascos; nada de lo que anunciaban los agoreros y siguen aireando interesadas voces catastrofistas”.

El I Mandela Eguna ha reunido a una nutrida representación del ámbito penitenciario, personalizado en los funcionarios y funcionarias que trabajan cada día en cada uno de los centros de Bizkaia, Araba y Gipuzkoa. También se ha acercado a Tabakalera un grupo de internos e internas, así como personal de los Servicios Centrales penitenciarios y del Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales.