La laboriosa investidura de Pedro Sánchez, cuyo proceso de gestación ha durado cuatro largos y tortuosos meses, ha dado paso a la conformación de un nuevo gabinete que ha conjugado, con solvencia, la continuidad de auténticos ‘pesos pesados’, técnica y políticamente, de enorme solvencia y que llevan años acompañando a Sánchez, con la incorporación de caras nuevas, con frescura ideológica y probada voluntad progresista. Un gabinete, una vez más, muy numeroso de 22 ministros y ministras que se enfrentan a retos habituales y otros nuevos e imprevisibles.

El presidente ha optado, como era de prever por el complejo momento por el que atraviesa España, por una doble vía. La primera tiene que ver con la continuidad y la estabilidad, apostando por el refuerzo de quienes ya eran sus pesos pesados en sus anteriores gabinetes. Mantener a Fernando Grande-Marlaska en Interior, a Margarita Robles al frente de Defensa y a Félix Bolaños en una nueva ‘super-cartera’ que unirá Presidencia y Relaciones con las Cortes nada menos que con  Justicia, es todo un seguro de vida político para Sánchez y para España. Si a ello se une la permanencia de Nadia Calviño como vicepresidenta primera, hasta que se despeje su futuro europeo, y de María Jesús Montero como titular de Hacienda, añadiendo su ‘ascensión’ a una vicepresidencia cuarta, se garantiza la confianza en la segura gestión de las cuentas públicas, también de cara a la normal recepción de los Fondos Europeos ‘Next Generation’, uno de los pilares que más le gusta atacar a la derecha.

La segunda vía es la de reforzar, más si cabe, el perfil político del nuevo equipo. La escena no está para bromas y requiere figuras con experiencia al frente de los departamentos más sensibles. En esta nueva etapa la comunicación será más determinante que nunca. En mi opinión, supone un especial acierto mantener a Pilar Alegría al frente del Ministerio de Educación, pero añadiendo a su responsabilidad la de ser la nueva portavoz del Gobierno y deportes. Creo que el país saldrá ganando y los ciudadanos, al igual que los medios de comunicación, también.

El PSOE tira de 'cantera'

Desde el lado socialista destacan novedades muy relevantes, como la incorporación del catalán Jordi Hereu al frente de Industria, la del expresidente canario Ángel Víctor Torres como titular de Política Territorial y Memoria Democrática, el despegue de Óscar Puente, que se ha convertido en la auténtica ‘bestia negra’ de la derecha, promovido a responsable del Ministerio Transportes y viendo así valorada su exitosa gestión al frente del Ayuntamiento de Valladolid, o el nombramiento de Elma Saiz como nueva ministra de Seguridad Social, tomando el relevo de un ‘cuestionado’ José Luis Escriva, que no habrá dejado tras de sí una gestión tan pésima como pretenden muchos panegiristas de la extrema derecha cuando se ve mantenido en el gabinete al frente de una nueva e importantísima cartera: Transformación Digital.

He asistido a muchas tomas de posesión, pero jamás había visto un gesto de mayor incomodidad, de mayor dureza, incluso de tal dosis de odio, como el que tuvimos que soportar de Irene Montero"

El acuerdo con Sumar, la formación que lidera la renovada como vicepresidenta segunda y titular de Empleo Yolanda Díaz, posibilita la promoción de individualidades tan notables como la de Ernest Urtasun, que sustituirá al veterano Miquel Iceta al frente del Ministerio de Cultura, la de Pablo Bustinduy en Derechos Sociales y Agenda 2030, que toma el relevo de una ‘quemada’ Ione Belarra, o la de Mónica García, célebre en toda España por acaudillar la batalla contra Isabel Díaz Ayuso, al frente de la cartera de Sanidad.

La socialista Ana Redondo ha sido la socialista designada por Pedro Sánchez para la delicada tarea de sustituir a una ya indefendible Irene Montero, que pasará a la historia por ser una de las políticas en España que más 'incendios' ha provocado, sin conseguir apagar apenas ninguno. Mención especial merecen sus tremendas -por inoportunas y políticamente inconvenientes- palabras durante la toma de posesión de su sucesora. He asistido a muchas tomas de posesión en los últimos años, pero jamás había visto un gesto de mayor incomodidad, de mayor dureza -con esa desencajada mandíbula- incluso de tal dosis de odio, como el que tuvimos que soportar de Irene Montero. Si tan poco le ha gustado lo que ha tenido que hacer durante estos últimos años al frente del Ministerio, a las órdenes de Pedro Sánchez, ¿por qué demonios ha votado favorablemente a su investidura?

Podemos, lo que pudo ser y no fue

Sus palabras hacia su sustituta, la socialista Ana Redondo, pero dedicadas en última instancia al presidente del gobierno, deseándola que no la dejen nunca sola, denotan un nivel de enfado y rabia que va mucho más allá del abandono de un a responsabilidad en la que el ya ex alto cargo puede conservar la sensación de que su ejecutoria ha sido buena. Son críticas que quedarán en la hemeroteca para siempre, y que harán mucho daño, estoy seguro, a Irene Montero en el futuro. Cuando alguien abandona un trabajo debe hacerlo con generosidad hacia quien va a ocupar su lugar. Nada hay más bonito que una toma de posesión, en este caso para un nuevo ministro, con la familia presente, padres, hijos, parejas, y quien cede el testigo debería arropar, no aprovechar para vomitar odio. A Ana Redondo toca ahora restañar todas las heridas dejadas en el seno del movimiento feminista por una inexperta y torpe gestión de Irene Montero, además de no pocos de los desaguisados que deja tras de sí, creando más de un problema -el más palmario su inicial aplicación de la ‘Ley del sí es sí’- donde no los había.

¡Qué diferencia! con Pilar Llop, que con gran señorío apuntó en la cesión de su cartera, la de Justicia, que ‘hay que saber llegar a los sitios y también saber irse’. Se trata de una máxima fundamental en la vida"

La otra emblemática ex ministra de Podemos, Ione Belarra, no se quedaba atrás y propinaba en su discurso una tremenda ‘coz’ al acusar a Sánchez y al PSOE de haber conseguido ‘echar a Podemos del gobierno’. Algo que, para la ya ex titular de Derechos Sociales y Agenda 2030, no es sólo una injusticia sino ‘un error político, porque lo hemos hecho bien’. La cara de funeral, de auténtica pena, de Alberto Garzón, es una muestra más del escaso nivel de autocrítica de los ‘morados’, que no admiten ni un sólo error en el balance de su gestión.

No es en absoluto exagerado apuntar que Podemos ha declarado ya la guerra al nuevo Ejecutivo y que ha aprovechado, instrumentalizado si se me permite, un puro acto institucional -no era el momento- para preparar el camino que les llevará a presentarse en solitario a los próximos comicios europeos. ¡Qué diferenci!a con Pilar Llop, que con gran señorío apuntó en la cesión de su cartera, la de Justicia, que ‘hay que saber llegar a los sitios y también saber irse’. Se trata de una máxima fundamental en la vida, porque nuestra trayectoria es siempre larga e imprevisible, y nunca sabemos en qué momento vamos a reencontrarnos.

Resistir al 'vendaval' de la derecha

Podemos no ha hecho más que evidenciar que sus proclamas en aquellos intensos días del 15-M, pretendidamente regeneracionistas, acerca de transformar el sistema y de acabar con ‘la casta’, no encubrían más que proyectos personales. A pesar de que conservan 5 escaños en el Congreso, no creo que le vayan a quitar el sueño a Pedro Sánchez, siquiera sea por la acreditada cintura política de renovada vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y su capacidad para embridar a estos 'díscolos'.

Estoy convencido de que el nuevo ramillete ministerial permitirá a Sánchez acometer un futuro inmediato que presenta proceloso y repleto de incertidumbres, y resistir al ‘vendaval’ al que la derecha del PP y los ultras de VOX le someterán, sin duda y sin tregua, durante los próximos años. No me cabe más que desearles toda la suerte del mundo, porque será la suerte de todos los españoles.

La misma suerte y altura de mira deseo al Partido Popular, a su presidente Feijóo en su labor de oposición. Suerte para evitar las amenazas del populismo de la extrema derecha y hacer una oposición que sea útil a la ciudadanía. En los últimos meses tanto Díaz Ayuso como Juanma Moreno Bonilla, con sendas mayorías absolutas, han anulado o casi el avance de la extrema derecha en sus comunidades. Sin embargo en la campaña electoral de las  elecciones generales, negociaciones siguientes y frente a la investidura de Pedro Sánchez, hemos visto los populares acercarse a las posiciones de Abascal. Un gran error, desde mi punto de vista. Pelear con la extrema derecha de VOX es imposible, ellos siempre serán más extremos. Contra los populismos de de extrema derecha e izquierda se pelea con más democracia, más sentido de estado, más visión. Acabamos de asistir en Argentina y Holanda a las victorias de partidos de extrema derecha conseguida por la crisis de los partidos de centro derecha de los respectivos países. ¡Aviso a navegantes!