La detención de dos agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) a finales de septiembre deja en una situación comprometida a su directora, Esperanza Casteleiro. La sensación entre los miembros del organismo es de una "gran preocupación y conmoción" ante los hechos que se han conocido esta semana. Pero aún peor son los sentimientos hacia un "socio" y aliado como Estados Unidos.

Dos espías españoles fueron detenidos por, presuntamente, vender información sensible a la CIA, la agencia de inteligencia estadounidense. Ambos fueron arrestados por agentes de la Brigada Operativa de Apoyo (BOA) de la Policía Nacional, que tiene su "dependencia funcional por razones operativas" en el CNI. Es la unidad a la que La Casa (como se conoce al centro de inteligencia) recurre cuando tiene que llevar a cabo una operación de este estilo.

Los agentes están siendo investigados por revelación de secretos, aunque los hechos también podrían ser constitutivos de una versión agravada de ese delito, como es la traición por espionaje para una potencia extranjera, que puede castigarse con entre 6 y 12 años de prisión. La denuncia e investigación, según confirmó la ministra de Defensa, Margarita Robles, fue llevada a cabo por el propio CNI al percatarse de que estaban sustrayendo información a la que no tenían acceso. La causa está declarada secreta por un juzgado de Madrid. Ambos ingresaron en la cárcel de Estremera, en la capital, aunque uno salió con medidas cautelares a mediados de octubre.

Todas las alarmas se encendieron en el Centro. Dos de sus compañeros estaban vendiendo información clasificada a terceros. La indignación se incrementó cuando se dieron cuenta que el comprador era un país aliado como Estados Unidos. Según ha publicado El País este jueves, además de los dos españoles detenidos (un cargo intermedio de dilatada etrayectoria y su ayudante), al menos dos espías de la CIA han sido expulsados de España por infiltrarse en el CNI. La titular de Defensa y el de Exteriores, José Manuel Albares, pidieron explicaciones a la embajadora norteamericana, quien aseguró no tener conocimiento de esta operación.

Cada cierto tiempo el CNI que ahora dirige Esperanza Casteleiro realiza controles sobre el uso de la información clasificada. Este escándalo ha recordado a un incidente aparentemente similar que se produjo en 2007 cuando el exespía Roberto Flórez fue captado por los servicios secretos rusos. Nunca se pudo probar la entrega de documentos, pero en 2010 fue condenado a 12 años de cárcel porque en su apartamento se encontró documentación secreta. Desde entonces el Centro intensificó las medidas de seguridad.

La Casa trata ahora de ver qué ha fallado en esta ocasión. Se barajan dos opciones: que haya una brecha interna de seguridad o que los dos agentes detenidos pagasen a alguien de dentro que tuviese acceso a una información de la que ellos no disponían. Las fuentes consultadas por este periódico apuntan a esta segunda opción, aunque por el momento no ha trascendido que haya más espías españoles investigados. La situación deja tocada a la directora, Esperanza Casteleiro, quien llegó tras otro fallo de seguridad en las comunicaciones del Gobierno.

La crisis de Pegasus

En mayo de 2022, la entonces secretaria de Estado de Defensa sucedió a Paz Esteban al frente de la inteligencia española. Ambas compartían trayectoria en el CNI: se criaron en el Centro, fueron agentes secretos en el exterior y conocían a la perfección el funcionamiento del organismo. "De mujer a mujer", dijo Robles en la toma del cargo. Esteban se tuvo que marchar a petición de ERC, socios del Gobierno, por el caso Pegasus.

El espionaje a políticos independentistas encendió la ira de los partidos que llevaron a Pedro Sánchez hasta Moncloa, y pidieron depurar responsabilidades. Pocos días después, el Gobierno daba a conocer que el presidente del Gobierno y varios de sus ministros habían sufrido ataques a sus teléfonos móviles con el mismo software israelí que los líderes catalanes. Ese gesto abrió la puerta a prescindir de Paz Esteban, en lo que el líder del Ejecutivo calificó de "fallo de seguridad en las comunicaciones del Gobierno". La Audiencia Nacional abrió una causa que terminó archivando por falta de colaboración del país de oriente Medio.

La llegada de Casteleiro, de la máxima confianza de Robles e incluso amiga personal, se producía en medio de un huracán en el CNI. La mayoría de los agentes se mostraron críticos con la decisión del Gobierno de entregar la cabeza de su predecesora a los independentistas. Era la mayor crisis pública en el seno de La Casa. Hasta esta semana.

La dentención de los dos agentes vendidos a la inteligencia norteamericana pone en un brete a Casteleiro. Más cuando llegó en aras de mejorar esos "fallos de seguridad" por los que se había defenestrado a su predecesora. Entre los miembros del Centro hay plena confianza en la directora, a la que ven como una de las suyas. Cosa distinta es la imagen que se da al exterior: "Los aliados confían en ti cuando ven a un socio serio", señala una fuente experta en la materia.

Colaboración con la investigación

El ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, ha puesto este lunes "toda la documentación y colaboración" que pueda aportar el Gobierno a disposición de la investigación sobre los dos agentes del CNI detenidos por una supuesta revelación de secretos por filtrar información reservada a EEUU.

"Lo que procede es que se desarrolle la investigación judicial. Toda la documentación y colaboración que nosotros podamos aportar desde luego que lo haremos para que se esclarezcan cuanto antes estos hechos", ha señalado Bolaños tras participar en un Consejo de ministros de Justicia de la UE en Bruselas.

Según el diario que adelantó la información este pasado lunes, El Confidencial, la injerencia norteamericana han provocado "una crisis con Washington, aunque el Gobierno de Pedro Sánchez ha intentado que no trascienda".