Cuando el traductor iraquí Flayeh Al Mayali salió del penal en el que estuvo recluido 11 meses en 2004, una de las primeras personas a las que llamó fue al fotoperiodista Gervasio Sánchez. Había entrado allí acusado de colaborar en el atentado que el 29 de noviembre de 2003 mató a siete miembros del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en Irak, delatando el recorrido en coche de los funcionarios ese día. Desde entonces, el que fuera corresponsal de guerra ha escrito diversos artículos y ha realizado varias entrevistas a Al Mayali tratando de demostrar su inocencia.

Este iraquí trabajó durante años como intérprete y fixer de numerosos periodistas en la zona y entre 2001 y 2002 se convirtió en persona de confianza de Alberto Martínez, un jefe de los espías españoles destinado en el país de Sadam Hussein. "Era un hombre muy cotizado, una persona agradable, con muy buenos contactos en el mundo chiíta", lo define Sánchez.

Este mes de marzo se cumplen 20 años de su detención. Flayeh al Mayali fue detenido por orden del general Fulgencio Coll, máximo responsable de la Brigada Plus Ultra en Base España de Diwaniya, por haber sido supuestamente colaborador imprescindible de aquel crimen. "Se le acusa de algo gravísimo", alega el fotoperiodista. Entre las distintas informaciones que ha ido publicando estos años, Sánchez reveló el papel con el que el CNI comunicó al hermano del iraquí su arresto. "Que de las investigaciones practicadas por el Reino de España resulta la participación del citado Flayeh como cooperador necesario en atentado contra ocho miembros del CNI", reza el documento que rubricó Alejo de la Torre quien, por cierto, terminó siendo subsecretario de Estado de Defensa bajo la batuta de la ministra Margarita Robles en 2018.

Ni el Ministerio de Defensa, ni el CNI informaron a la Audiencia Nacional de su arresto, a pesar de que unos meses antes el juez Fernando Andreu había abierto unas diligencias para esclarecer el asesinato de los funcionarios españoles. Lo sucedido en la localidad iraquí de Latifiya fue la mayor tragedia de la historia del servicio secreto español: tras una emboscada siete de los ocho funcionarios que iban en dos coches terminaron acribillados a tiros.

La política en el país árabe se estaba transformando con Hussein a la cabeza y tras la invasión de Estados Unidos. El Centro de Inteligencia cometió el error de no cambiar a los hombres que llevaban tiempo allí, según han reconocido sus dirigentes entonces en algunas de sus intervenciones tras este desastre, como el documental de Movistar+ 'Los 8 de Irak'. Gervasio Sánchez considera que lo que ocurrió con Flayeh no fue más que un parche, que sirvió para hacer del traductor un chivo expiatorio cuando, en realidad, nunca hubo pruebas sólidas contra él.

El 27 de marzo de 2004 fue trasladado como detenido al Centro de Detenidos de la Coalición en Bagdad, pasando a disposición de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América. Pasó su encarcelamiento en los penales de Abu Ghraib y Um Quasar y en febrero de 2005 finalmente fue liberado sin cargos.

En una de las entrevistas que dio a Sánchez llegó a acusar a los interrogadores de someterle a trato inhumano y degradante con continuos golpes, insultos y amenazas mientras lo tenían encapuchado la mayor parte del tiempo. "Lo tuvieron cinco días golpeándole. Yo jamás he utilizado la palabra tortura. Si esto hubiera pasado en una base americana seguramente lo habría descrito con una palabra más fuerte", relata.

"En ese interrogatorio que, supuestamente, hacen miembros del CNI, realmente las preguntas que le hacen son absurdas en muchos casos. Le preguntan de manera reiterada de dónde ha sacado tanto dinero. Él les dice 'yo trabajo con vosotros'. Tenía contratos que sumaban 300 mil dólares y a mí me confesó que su beneficio fue de 70 mil dólares", cuenta el periodista.

Una de las acusaciones del Centro era que Al Mayali se había enriquecido en muy poco tiempo y esto podía deberse a haber traicionado al que fuera su jefe. Para Sánchez, nada más lejos de la realidad. "Lo que hizo fue aprovechar la confianza con un comandante del CNI que le permitió trabajar y al mismo tiempo ganar mucho dinero en efectivo", explica. Tras dejarlo en libertad nunca lo volvieron interrogar. "Si era un cooperador necesario por qué no le interrogaron más a fondo, por qué no buscaron sus conexiones", se pregunta el periodista.

En su lucha de décadas por tratar de demostrar la inocencia de esta persona con la que había trabajado en Irak mucho tiempo, Sánchez acudió a hablar con el juez Andreu a la Audiencia Nacional El instructor había abierto una causa y la había archivado a los pocos meses por falta de pruebas. "Él me confesó a mí en su despacho de Madrid que ni el CNI, ni el Ministerio de Defensa lo habían informado de la detención de este hombre en Irak". El periodista remitió al Juzgado los documentos que él había publicado en ese tiempo, pero a pesar de ello Andreu nunca reabrió la causa.

Los intentos del comunicador tampoco dieron sus frutos por otras vías. En mayo de 2004, envió una carta a Roberto López, jefe de gabinete del ministro José Bono explicando que el traductor llevaba 50 días detenido y su familia no sabía donde estaba. Tuvieron que pasar cuatro meses hasta que su madre y su mujer pudieron visitarlo. "Fui el primero que me enteré de que estaba detenido. Estaba en Bagdag cuando uno de sus hermanos se acercó a un hotel donde había periodistas. Me acuerdo que era sábado, llamé a Defensa y pedí hablar con el jefe de comunicación de la base", relata.

Gervasio Sánchez no cesó en su intento por aclarar lo que había ocurrido ni mientras Al Mayali estuvo prisionero, ni cuando quedó en libertad. En 2005, además de hablar con Andreu, le escribió una misiva al expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. No contestó. En agosto de 2006 envió una carta al general Félix Sanz Roldán. Tampoco contestó. En agosto de 2007 envió un nuevo dosier a Javier Zaragoza, fiscal jefe de la Audiencia Nacional. Tampoco hubo respuesta.

Sigue siendo traductor

Dos décadas después, ambos continúan en contacto. Estos días, el periodista ha vuelto a hablar con él y ha reivindicado en redes sociales su inocencia. "Durante los once meses que pasé encarcelado en Irak ninguna autoridad española o estadounidense ni judicial, ni militar investigó mi situación. Tuve que rogar durante varios meses que estudiaran mi caso porque era inocente. Los estadounidenses me interrogaron cuando llevaba siete meses encarcelado. Varios meses después me dejaron en libertad después de asegurarme que desconocían el motivo de mi detención y que no había ni una sola prueba contra mí", le dijo a Gervasio Sánchez.

Ahora, según cuenta a este periódico, Al Mayali fue funcionario del gobierno iraquí hasta 2020. "La última vez que fue Sánchez [presidente del Gobierno] a Irak, él ha estado a punto de ser el traductor. Ha estado presente en encuentros entre algún embajador español y las autoridades iraquíes", cuenta. "Los periodistas españoles hemos seguido trabajando con él". El comunicador no tiene dudas de que lo que sucedió con él fue injusto. "Yo mismo te aseguro al 100% que si hubiera tenido la más mínima duda, no me hubiera arriesgado a trabajar con él", zanja.