La convocatoria anticipada de las elecciones autonómicas para el 12M ha sido una auténtica patada al tablero de la política catalana y española. Una convocatoria planteada desde el independentismo como un "plebiscito" -lo repiten desde Junts, la CUP o los comunes- entre independencia o autonomismo, que servirá para poner a prueba la amnistía pactada por el PSOE con los partidos secesionistas.

El 12M no solo es una cita clave para el independentismo. También lo es para un PSC que tiene en esto comicios la oportunidad de asaltar por fin la Generalitat, pero que sabe también que puede ser la última oportunidad de Salvador Illa. El PP, por su parte, se juega volver a ser un partido competitivo en Cataluña, tras una década de marginalidad forzada por el auge de Cs y la aparición de Vox.

Tanto el barómetro del CEO de la Generalitat como los sondeos publicados por diversos medios otorgan la victoria al PSC, que mejoraría los 33 diputados actuales, pero se queda muy lejos de la mayoría que otorgan los 68 escaños. Todos confirman además la tendencia al alza de Junts, que supera en las encuestas a su principal rival, ERC. Los republicanos se sitúan en el tercer lugar de la parrilla, aunque fuentes del partido advierten que sus encuestas les dan una tendencia ascendente, mientras el PSC ya habría tocado techo.

Una apreciación que coincide con algunos datos inquietantes para los socialistas. En primer lugar, el rechazo a la amnistía que manifiesta el 42% de los encuestados por La Vanguardia. Un dato que asciende al 51% de los votantes del PSC y que explica el avance de la derecha en los sondeos. Suma 3 escaños pese a la desaparición de Cs gracias a los 15 diputados que otorgan al PP, mientras Vox retrocede y se sitúa por debajo de los 10 escaños.

Guerra en el independentismo

El otro gran dato en el que coinciden todas las encuestas es el fin de la mayoría independentista en el Parlament. Aunque los dos grandes partidos independentistas parecen más preocupados por liderar ese bloque que conservar su mayoría de bloqueo en el Parlament. La candidatura de Carles Puigdemont se centra en recuperar el primer lugar en el independentismo.

Un objetivo que buscarán jugándoselo todo al nombre de Puigdemont, que tapa las siglas de Junts para aglutinar voto secesionista. Ir "más allá de Junts" como no se cansa de repetir Puigdemont, que ha incluido su nombre en las siglas de la candidatura: Junts+Puigdemont per Catalunya. Un personalismo que el ex president fugado justifica por la necesidad de volver a movilizar a su electorado con la promesa de "acabar el trabajo" iniciado en 2017.

Puigdemont justifica el personalismo con la promesa de acabar el trabajo iniciado en 2017

Aunque Puigdemont se apunta ahora al referéndum acordado que también promete ERC, y del que hasta ahora habían abjurado. La clave está en la dependencia del PSOE de sus siete diputados en el Congreso. La llave con la que el de Junts promete abrir la puerta al referéndum de autodeterminación. La misma promesa que hace Pere Aragonès, que exhibe responsabilidad para convencer a los suyos, con ERC transmutada en partido de gobierno tras una década en la Generalitat y cinco años participando en la gobernabilidad del Estado, en una suerte de cambio de papeles con los ex convergentes.

Nuevos actores

Pero ERC y Junts no son los únicos actores que competirán por el voto independentista. La CUP llega a los comicios en pleno proceso de reformulación, que ha marcado la elección de su candidata. La diputada Laia Estrada fue escogida en unas primarias que el partido quería evitar, aunque se impuso sin problemas a su rival. Pero los antisistema han acreditado un sólido suelo electoral que también recogen las encuestas. Nadie los sitúa por debajo de los seis escaños.

Tampoco se puede descartar la entrada de la extrema derecha independentista en el Parlament que alumbrarán las urnas el 12M. Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll y líder de Aliança Catalana (AC), ha confirmado esta semana que se presenta, aunque todavía no ha concretado si lo hará por la circunscripción de Girona -que le daría entrada casi asegurada- o por Barcelona.

El CEO la deja fuera del Parlament, pero todos los analistas que conocen el trabajo de penetración que Orriols ha hecho en los últimos meses en las comarcas centrales de Cataluña le dan opciones. El hecho de que Junts se haya sumado al discurso duro contra la inmigración prueba hasta qué punto les inquieta AC. Un partido que tienen más opciones, por descontado, que el proyecto liderado por Clara Ponsatí, que se pondrá a prueba el 23 de abril en su acto de presentación en Barcelona.

Constitucionalismo

Mientras el independentismo afronta el peligro de la disgregación del voto en nuevos partidos, el constitucionalismo vive el proceso contrario. Con la desaparición de Cs, que todos los sondeos dan por hecha, PSC y PP convertirán el 12M en un auténtico plebiscito sobre la amnistía entre los votantes constitucionalistas.

PSC y PP convertirán el 12M en un auténtico plebiscito sobre la amnistía entre los votantes constitucionalistas

El PSC sale como ganador y aprovechará esa condición para aglutinar el voto no independentista. Los socialistas ven como una buena noticia la polarización que promete la candidatura de Puigdemont, y confían en que esa polarización los beneficie.

Pero está por ver qué factura paga el PSC por la amnistía. Especialmente entre el electorado que en las últimas generales recuperó de Cs. Una bolsa de votos que los catapultó, junto al voto útil de no pocos independentistas, al 35% con 1,2 millones de papeletas que fueron la clave para que Pedro Sánchez pudiera resistir el envite del PP de Alberto Núñez Feijóo.

El 12M el PP puede convertirse en el gran beneficiario de la desaparición de Ciudadanos. En eso confían los populares, como explicitó Feijóo en la designación de Alejandro Fernández, exigiéndole captar el voto de Cs y de todos los socialistas descontentos con la amnistía. Ese será el gran argumento del PP, que señalará mañana, tarde y noche la "traición" de Sánchez a los catalanes no independentistas.

Los populares son los otros grandes ganadores de las encuestas, que les auguran un crecimiento exponencial. Pero entre los populares catalanes no olvidan que también esperaban mejorar en 2021, cuando el electorado catalán mostraba ya señales evidentes de agotamiento por el procés. Sin embargo, tras una campaña desastrosa el partido se quedó en los tres escaños que fijan su mínimo histórico.

Por eso tanto en Génova como en el PP catalán extreman la precaución para no "repetir errores", pese al espectáculo ofrecido con la designación del candidato. Un candidato que no gusta nada en Vox, conscientes de que Fernández encarna una oposición al independentismo que ha cuajado entre el electorado que comparten.