"Bueno, pues molt bé, pues adiós". Esta frase con la que el major de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, despachó a un corresponsal extranjero que le exigía respuestas en castellano en la rueda de prensa posterior a los atentados de Barcelona y Cambrils, en agosto de 2017, se hizo viral y catapultó a Trapero a un estrellato inédito para un jefe de policía. Trapero no era un jefe policial al uso. Quienes lo conocían ya entonces advertían que se había preparado para llegar a la cúpula de los Mossos, un cuerpo que se graduó con él con los atentados islamistas de aquel verano.

La Generalitat supo vender la operación de captura del líder del grupo terrorista Younes Abouyaaqoub como un éxito de la policía autonómica, pese a que expertos policiales cuestionaran que abatir al terrorista de las Ramblas hubiera sido la mejor opción. Y Trapero despachó las críticas por desoir las advertencias de la CIA o no calibrar adecuadamente la importancia de la explosión de Alcanar atacando al medio que encabezó esas críticas, El Periódico de Catalunya, y a su director, Enric Hernández.

Eran los meses previos al referéndum del 1-O y Trapero se convirtió en el héroe que necesitaba el independentismo para dejar claro que Cataluña estaría mejor sola, también en políticas de seguridad. Antes de eso Trapero ya se había introducido en los círculos del poder independentista. Su imagen con camisa hawaiana en la cita anual de la periodista Pilar Rahola en el verano posh de Cadaqués recorrió las redes entre chanzas y críticas por su excesiva proximidad al poder político catalán.

Papel clave el 1-O

Dos meses después llegó el referéndum ilegal, y el papel de los mossos en la consulta llevó a Trapero ante la justicia. Su dispositivo de parejas de agentes enviados a los "colegios" permitió a los Mossos ponerse de perfil, en el mejor de los casos, ante la celebración de la consulta prohibida por la justicia. Finalmente fue absuelto por la Audiencia Nacional, pero el entonces responsable designado por el Gobierno para frenar la consulta, el coronel Diego Pérez de los Cobos, no dudó en denunciar su deslealtad ante el tribunal.

"Si yo hubiera tenido mando sobre los Mossos, mi primera decisión habría sido apartar al major, que estaba constantemente poniendo palos en las ruedas" aseguró Pérez de los Cobos. "Fueron complacientes con la celebración del 1-O" y "obstruyeron"  la actuación del resto de Cuerpos de Seguridad del Estado, aseguró.

Con el mando de los Mossos mi primera decisión habría sido apartar al major, que estaba constantemente poniendo palos en las ruedas

Diego Pérez de los Cobos

Pero era enero de 2020, Trapero llevaba más dos años suspendido, tras la aplicación del artículo 155 en Cataluña y ya nadie se acordaba de su chulesca respuesta al corresponsal. Por eso el líder que había ascendido a un cargo único en los Mossos -el cargo de major, que no perdió ni entonces ni en su cese posterior, otorga los máximos galones del cuerpo y fue creado para él- decidió tirar de la manta.

Detener a Puigdemont

Trapero explicó ante el tribunal que advirtió a Carles Puigdemont de los riesgos de seguir adelante con el referéndum y que se produciría un choque entre votantes y policías de alto voltaje, pero el president lo ninguneó. Pero la bomba llegó cuando explicó que elaboró un plan para detener al president y llegó a ofrecerse a detenerlo él mismo en los días previos a la declaración unilateral de independencia.

"¿Entendéis que lo razonable es que lo detenga yo? Soy el máximo responsable del cuerpo. Me dijeron que no, que debía quedarme al mando. Que esa detención la hacían ellos. Pero que los máximos mandos del cuerpo tenían que asumir la detención. Porque esto iba a quedar de por vida", explicó durante el juicio. Un relato corroborado por sus dos principales colaboradores en la cúpula de los Mossos.

El relato de sus dudas sofre el referéndum y las críticas a Puigdemont, junto al argumento de que no había efectivos policiales suficientes para impedir la celebración de la consulta en toda Cataluña, le sirvieron para ser absuelto por la Audiencia. Pero lo condenaron al ostracismo más absoluto del movimiento independentista.

Restitución sin honores

Cuando fue absuelto, el Govern de Quim Torra tuvo que ofrecerle el regreso al cuerpo. Pero fue un regreso amargo. El entonces consejero de Interior, Miquel Sàmper, aseguró que Trapero tenía la puerta abierta a la cúpula de los Mossos, dado que nunca ha perdido su condición de Major. Pero lo hizo tras 36 horas de dudas, en las que el conseller se escudó en que debía ser el propio Trapero quien decidiera qué hacer, para no verbalizar esa oferta de reincorporación inmediata.

Sàmper aseguró que ya había hecho esa oferta a Trapero en septiembre, cuando accedió al cargo, en la primera ocasión en la que pudo hablar con el mayor de su situación judicial. Y aseguró que el comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, conocía esa intención. Pero el entorno de Sallent lo negó, mientras esperaba la decisión Trapero y Sàmper sobre la jefatura de los Mossos.

Trapero regresó al cuerpo pero fue por unos meses. En febrero de 2021 ERC ganaba las elecciones autonómicas y una de las primeras decisiones del Govern de Pere Aragonès fue destituir a Trapero para nombrar como nuevo comisario jefe de los Mossos a Josep Maria Estela.

Politización de los Mossos

Empezaba así la operación de Esquerra para renovar una cúpula policial construida durante años bajo la batuta de Convergencia, primero, y Junts después. Los republicanos querían controlar el cuerpo e imprimir un nuevo carácter a la policía autonómica. "Feminizarla" y "modernizarla" con una "dirección coral" aseguraba el conseller Joan Ignasi Elena, un ex socialista, muy próximo a Oriol Junqueras, que ha sido uno de los consejeros más reprobados de Aragonès.

Trapero volvió al ostracismo, hasta que fue invitado a comparecer ante la Comisión de Interior del Parlament, hace un año. Entonces Estela ya había sido destituido para recuperar en Sallent, convertido en el brazo armado de Elena para acabar con el "traperismo" en la cúpula de los Mossos. Porque la huella del mayor fue tal, que uno de los objetivos de Esquerra era acabar con ese legado.

Ante el Parlament, en una comisión presidida por la portavoz de la CUP, Trapero hizo una encendida defensa de la jerarquía policial, al tiempo que alertaba de los riesgos de la "toma de decisiones plural" propuesta por el conseller. "La jerarquía es ley y haríamos bien en respetarla y no confundirnos" advirtió. La dirección coral "puede difuminar quién toma realmente las decisiones y que las tome alguien que no tiene competencias" añadía, apuntando al riesgo de politización de la policía.

Añadió que en los Mossos no pueden mandar "cargos de confianza que están fuera de la jerarquía" y alertó contra "figuras que pueden actuar como caudillos y no tienen que rendir cuentas porque no forman parte de la jerarquía". Preguntado sobre eventuales intentos de injerencia en la policía, Trapero respondió a los diputados que "no es de ahora, es de siempre". Y recordó que la única vía para evitarlo es "que el profesional se niegue. Puede pasar que lo cesen, pero eso es un tema menor".

Trapero concluyó su intervención recordando las palabras que un dia dijo a un consejero de Interior: "Déjenos construir la policía que querría tener como ciudadano cuando esté en la oposición".

El argumento debía convencer a Salvador Illa, que este martes anunció en TV3 que nombrará a Trapero director general de la policía autonómica si gana las elecciones del 12M. "Como quiero profesionalizar la gestión pública en Cataluña, si soy president el director general de la Policía será el major Trapero, que es un ejemplo de servidor público".

Trapero sustituiría así a Pere Farré, nombrado en su día por el ex convergente Miquel Buch y mantenido por Esquerra. El hombre que en los últimos dos años se ha empleado junto a Sallent -que quedaría a las órdenes de Trapero- en desmantelar su "legado" en el Cuerpo de Mossos. El segundo retorno, si se produce, tampoco será fácil.