El pasado martes el presidente del Gobierno presentó ante los medios el Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa, que previamente había sido aprobado por el Consejo de Ministros, aunque con la oposición de los cinco miembros que forman parte de la coalición Sumar.

El Plan, informó Pedro Sánchez, contempla una inversión de 10.471 millones para 2025, con el objetivo de alcanzar este mismo año el objetivo del 2% sobre el PIB, compromiso adquirido ante la Unión Europea y la OTAN, aunque se da por hecho que la Alianza propondrá una meta más ambiciosa de gasto en la cumbre que tendrá lugar en La Haya el próximo mes de junio.

En el resumen del Plan hecho público por Moncloa se justifica su puesta en marcha por la "creciente beligerancia rusa" y las "nuevas amenazas híbridas". En ningún momento se hace referencia a Marruecos, que reclama a España la soberanía sobre Ceuta y Melilla y que tradicionalmente ha sido considerado por las Fuerzas Armadas como nuestra principal amenaza.

"En realidad", señala un alto mando del Ejército de Tierra, "no se trata de un Plan en sentido estricto, en el que se establecen las posibles amenazas y, a continuación, se marcan las prioridades de defensa para hacer frente a esas posibles amenazas. Más bien es una lista de la compra con el único fin de cumplir el 2%". Incluso cumplir ese objetivo parece difícil ya que esta misma semana ha surgido una discrepancia importante entre lo que el Gobierno dice que gastó en 2024 (el 1,43% del PIB) y lo que dice la OTAN que gastó España el año pasado (el 1,24%). Si el criterio que vale es el de Mark Rutte -secretario general de la OTAN-, España se quedaría dos décimas por debajo del 2% a pesar de la inversión de 10.470 millones a realizar durante este año.

El Plan está diseñado bajo el influjo del complejo de culpa que tiene su origen en la vieja tradición de la izquierda de considerar a la OTAN como una organización belicista y al servicio del imperialismo de los Estados Unidos. En uno de sus párrafos se afirma como si fuera una promesa: "España no va a alentar ni a sumarse a ninguna escalada armamentística".

El propio presidente, en su comparecencia del martes, hizo mención en un par de ocasiones a su vocación "pacifista". Esos paños calientes, esa especie de vergüenza por tener que aprobar nuevas partidas de gasto destinadas a defensa, tienen como objetivo aplacar la oposición de Sumar e Izquierda Unida al Plan. No parece que Sánchez haya conseguido calmar los ánimos de sus socios. Sin embargo, según el consenso de los militares consultados por El Independiente, "el presidente ha desaprovechado la ocasión para hacer pedagogía ante una ciudadanía mayoritariamente escéptica sobre la importancia que tiene para la seguridad del país el mantenimiento de un nivel adecuado de defensa". La imagen que transmitió el presidente del Gobierno es que ha puesto en marcha un Plan porque le han obligado a ello, y que él lo ha hecho a regañadientes.

Por ello, en su explicación pública no planteó en ningún momento lo útil que será el Plan para defender a España de las amenazas que la acechan, sino que se esforzó en resaltar el fortalecimiento de la industria nacional o a la creación de empleo. Siempre haciendo hincapié en que esa inversión se hará "sin realizar grandes reformas ni comprometer la inversión en el Estado de Bienestar".

En el Plan no se habla de Marruecos y las amenazas se sitúan en Rusia. No hay un proyecto de modernización riguroso, sino una suma de cosas variopintas para llegar a la cifra mágica del 2%

¿Qué ocurrirá si en la cumbre de la OTAN del mes de junio se establece una inversión mínima en defensa del 3% sobre el PIB? El gobierno ni siquiera contempla esa hipótesis en su Plan. Si eso sucediera, habría que hacer un Plan nuevo, o bien decirles a nuestros socios que no vamos a cumplir con nuestros compromisos.

Al margen de los medios que requieren nuestros ejércitos, las Fuerzas Armadas españolas están muy por debajo en número de efectivos de lo que que le corresponde a un país con nuestra relevancia y el peso económico (cuarta potencia de la UE). La media de efectivos en la UE es de 3,03 por cada 1.000 habitantes, mientras que en España es del 2,58%. Para acercarnos a esa media, la tropa tendría que aumentar en unos 22.000 efectivos. El Gobierno, en su Plan, tan sólo habla de ampliar la plantilla en "2.400 nuevos efectivos".

Nuestros soldados están, además, mal pagados. Un soldado raso cobra poco más del salario mínimo. No es sólo que el Plan se quede corto, sino que es engañoso. Contempla una partida de 679 millones como "aumento de las retribuciones del personal". Pero es un truco. De esa partida, 400 millones ya fueron aprobados en marzo, cuando se elevó la paga mensual en 200 euros. A eso hay que sumarle la gratificación que ya se aplicó en 2024 de 100 euros para toda la plantilla. Si, además, se le añade lo que cobrarán los 2.400 nuevos soldados, el resultado son esos 679 millones de euros. En la práctica no hay una nueva subida salarial.

Los militares consultados por El Independiente ponen el acento en que la mayoría de las partidas de gasto en defensa, que supone menos del 20% del total (es decir, 2.112 millones), no se destina a compra de material nuevo sino a los Programas Especiales de Modernización (PEM) que ya estaban en marcha. Para la protección de Ceuta y Melilla tan sólo hay una partida de 72 millones para la compra de "vehículos de exploración y reconocimiento terrestre".

Uno de los altos mandos consultados llama la atención sobre la debilidad de nuestra fuerza aérea. De los 96 F-18 adquiridos a McDonnell Douglas tan sólo quedan operativos 78. Su vida útil concluye en 2030, aunque se les han incorporado modificaciones para alargarla hasta 2035. Marruecos, que está desarrollando un ambicioso programa de mejora de sus medios de defensa, pretende adquirir a Lockheed Martin una flota de los modernos F-35 Lightning II. Si esa adquisición se consuma, la superioridad aérea de Marruecos sobre el Estrecho será total. Cada uno de estos aviones de combate tiene un coste de 100 millones de euros, a los que hay que añadir otros 100 de la aviónica y los misiles con los que va equipado. ¿Cuándo va a afrontar el Ministerio de Defensa esa modernización? ¿Por qué no se ha aprovechado el Plan para diseñar un programa plurianual en el que se contemplen las carencias de nuestras Fuerzas Armadas en conjunto? Mientras que Marruecos ya ha comprado misiles antibuque y está desarrollando con Francia el diseño de un moderno submarino, el Gobierno sostiene que Mohamed VI es nuestro aliado y que sus programas sólo tienen como objetivo a Argelia. Pero eso no es creíble.

La Armada española necesita sustituir a los viejos Harrier VSTOL de despegue vertical. También necesita completar el programa de submarinos S-80, que fabrica Navantia y que va con retraso. En cuanto al Ejército de Tierra, falta un rediseño completo de sus capacidades.

En lugar de abordar lo que necesitan nuestras fuerzas armadas para estar a la altura del nuevo paradigma geoestratégico, que va a implicar la creación de un Ejército Europeo que supla el repliegue de la OTAN que ha impuesto Donald Trump, Sánchez ha elaborado una lista de cosas hasta sumar los 10.471 millones que necesitaba para llegar a la cifra mágica del 2% del PIB. Para ello ha mezclado dos conceptos diferentes: seguridad y defensa. Todo lo que es defensa implica seguridad, pero no todo lo que tiene que ver con la seguridad puede considerarse como defensa.

De los 96 F-18 adquiridos a McDonnell Douglas tan sólo quedan operativos 78. Su vida útil concluye en 2030, aunque se les han incorporado modificaciones para alargarla hasta 2035

¿Puede considerarse gasto en defensa los 1.751 millones que se destinarán a la "gestión de emergencias y desastres naturales"? ¿Se aceptarán como gasto de defensa los costes incurridos por la DANA (232 millones)? ¿Tiene sentido incluir como gasto en defensa 664 millones para "préstamos o entradas de capital en empresas del ámbito de la defensa"?

En fin, que el Gobierno ha hecho un cajón de sastre en el que ha metido todo lo que ha podido, menos lo que debería haber incluido para modernizar las FAS. Sólo con el objetivo de convencer a nuestros socios de que España llegará este año al 2% del PIB.

En cuanto a la financiación del Plan, la contabilidad creativa del Gobierno ha alcanzado cotas difíciles de superar. Por ejemplo, la mayor partida (2.819 millones) provendrá de la "menor necesidad de financiación de las administraciones territoriales por la salida de la Comunidades Autónomas a los mercados". ¿Se ha tenido en cuenta a la hora de hacer ese cálculo el perdón de 17.000 millones del Fondo de Liquidez Autonómica a Cataluña? La segunda partida en importancia (1.357 millones) tiene su origen en el Plan para la recuperación, transformación y resiliencia. Pero eso es algo que tiene que pasar por el filtro de Bruselas.

El Plan, por tanto, no contenta a nadie. Los socios del Gobierno lo consideran "belicista" y un dispendio, mientras que la cúpula militar cree que no se han abordado en serio las necesidades de defensa de España. Sánchez en estado puro.