No tiene retos menores el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, tras su segura reelección en el congreso nacional del mes de julio, algunos de ellos bastante peliagudos como el futuro del presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón. En su nuevo camino hacia la presidencia del Gobierno -tras el intento fallido del 23-J a pesar de ganar las elecciones- Mazón no deja de ser una piedra enorme en el camino. La idea pasa por tener "el partido electoralizado", explican en Génova, preparado para una convocatoria sorpresa, y la situación en Valencia es uno de los talones de Aquiles para el líder del PP.
Desde Génova afirman que ahora mismo su prioridad es el cónclave nacional y ahí están puestos todos los esfuerzos. También que es política de la casa, dicen, dejar que las organizaciones territoriales administren sus asuntos internos. Pero lo cierto es que fue el propio Mazón quien reventó la última campaña de Feijóo al apresurarse a pactar con Vox tras las autonómicas del 28-M, contra las instrucciones de Génova de esperar a la celebración de las generales.
"No hay solución fácil y habrá que buscar la menos mala", admiten en el PP
El foco está puesto sobre la continuidad del valenciano, a sabiendas de las dificultades objetivas para sustituirlo dado que dependen de los votos de Vox. Y los de Santiago Abascal no lo van a hacer gratis. "No hay solución fácil y habrá que buscar la menos mala", admiten en el PP. Si sólo para aprobar los presupuestos valencianos los voxistas exigieron una declaración explícita, pública, de Mazón, renegando de los menores inmigrantes, anunciando que Valencia no asumirá ningún nuevo cupo, Génova no quiere ni pensar cuál será el precio para investir a un nuevo presidente autonómico. Sin obviar el detalle no menor de que esta situación beneficia a la ultraderecha.
Y todo ello contando con que el valenciano asuma que ha llegado el fin de su ciclo político. De hecho, no será hasta octubre cuando se cumpla un año de la trágica Dana y del arranque del proceso de reconstrucción de Valencia e hizo depender de los resultados de la misma su futuro. De Génova sí depende el liderazgo del partido en la región y la candidatura para las próximas elecciones autonómicas, pero no podría forzarle a dimitir como presidente electo de la Comunidad. No entra en cambio en las cuentas de Génova celebrar este año congreso del partido en la región, optando llegado el caso, por una gestora de tránsito si se precipitaran los acontecimientos.
Congresos y elecciones en Castilla y León y Andalucía
Lo de Castilla y León y Andalucía tiene otra naturaleza. La primera confrontación electoral será la de Alfonso Fernández Mañueco, sobre el que no se cuestiona su continuidad, y lo previsto es acelerar el congreso regional. Lo más probable es que las autonómicas se adelanten a este otoño, y el PP castellanoleonés quiere llegar con todos los debates internos cerrados para centrarse en un tema no menor, esto es, intentar recuperar la mayoría absoluta para no depender de Vox, inmersa en una crisis interna tras forzar la dimisión de Juan García-Gallardo.
Pocos meses después, muy problablemente en junio de 2026, tendrán lugar las autonómicas andaluzas, con Juanma Moreno al frente, quien también celebrará congreso previo. No porque necesite el aval de sus bases y cuadros para volver a ser candidato, sino porque puede actuar a modo de pistoletazo de salida de una campaña en la que la vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, intentará medirse con él. Moreno compite por reeditar su mayoría absoluta, y nada hace prever que ésta peligre de manos de la número dos del Gobierno central y del PSOE. También se trabaja desde hace tiempo con el escenario de una coincidencia entre generales y andaluzas, tesis en la actualidad muy extendida entre muchas fuerzas políticas.
Arranque de los ciclos electorales
Precisamente, fue dicho ciclo electoral que arrancará a la vuelta del verano el que terminó de inclinar la balanza de Feijóo a favor de convocar congreso nacional este 2025 y no esperar al mes de abril de 2026, cuando se cumplen cuatro años del
cónclave extraordinario que le llevó a la presidencia del PP en sustitución de Pablo Casado. "No se entendería que entre elección y elección nos pusiéramos a debatir sobre cuestiones internas", dicen ahora en Génova.
Lo previsto es que ese XXI congreso popular sea una marcha triunfal para Feijóo al menos en los que se refiere a su liderazgo. No está previsto que surja ningún candidato alternativo, lo que evita abrir un proceso de primarias a doble vuelta como el que enfrentó a Pablo Casado y a Soraya Sáenz de Santamaría en 2018. De hecho, este será un mecanismo a revisar en el nuevo texto estatutario que salga de dicho cónclave para ampliar la "democratización" del partido, según indicó ayer Feijóo. La idea es seguir el mismo modelo del PSOE de una única consulta a las bases.
Donde sí puede haber alguna dificultad es en los debates políticos y/o estratégicos que se susciten, sobre todo en lo que pueda tener que ver con la política de alianzas con Vox, la posición en asuntos de Estado o en otros como la eutanasia, la prostitución y la gestación subrogada o vientres de alquiler.
La ponencia será, por sí misma, la esencia del programa político con el que Feijóo concurra a la próxima contienda electoral. Él ya cerró, no sin polémica interna, la controversia de su partido sobre el aborto y tiene una posición mucho más moderada en asuntos como la eutanasia, pero eso no impedirá que, vía enmienda, haya militantes y compromisarios que pongan sobre la mesa cuestiones espinosas. Aunque el foco mediático en este tipo de citas se suele poner sobre la confección de los nuevos equipos.
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