La estrategia arrancó ya hace algunos meses con lo que Génova denominó las "leyes Feijóo", una riada de iniciativas parlamentarias vehiculadas fundamentalmente a través del Senado que si bien no llegaban a puerto -las mayorías parlamentarias en el Congreso son otras- le servían al líder popular para defender que tiene un proyecto político de amplio espectro más allá de sus críticas a la amnistía, al cupo catalán o a los compañeros de viaje de Pedro Sánchez.
Un total de 14 iniciativas, según la actual contabilidad, que van desde una propuesta de reforma de la Ley de Defensa Nacional o de la ley de Costas a otras sobre afectados por la talidomida, ampliación de la prisión permanente revisable, una EBAU común para el conjunto del país, contra la ocupación ilegal, reducción del IVA de las peluquerías o el reconocimiento como autoridad a los funcionarios de prisiones, por poner unos ejemplos de ese listado.
Avanzando en esta estrategia, el cuartel general de los populares ha decidido incidir en las propuestas de índole social, haciéndose eco del malestar ciudadano testado en distintos estudios internos. Vivienda, educación infantil de 0 a 3 años, ampliación de los permisos de maternidad y paternidad, nuevas deducciones por hijo y flexibilidad de la jornada laboral responden a ese malestar detectado sobre todo entre la gente más joven, la que tiene serias dificultades para tener un proyecto de vida o de familia. "En este momento, ser padres es cosa de ricos", aducen en Génova ante un paquete de propuestas que, ya de paso, pueden resultar seductoras al PNV y a ese socio discontinuo de Pedro Sánchez que es Carles Puigdemont.
En el PP no se engañan respecto a las nulas posibilidades de articular una mayoría alternativa para una moción de censura con posibilidades de éxito -"una quimera" dijo la dirigente popular Ester Muñoz en entrevista con este medio- aunque creen en el rédito político de contribuir a visualizar la enorme debilidad parlamentaria del jefe del Ejecutivo. Los nacionalistas e independentistas aprietan pero no ahogan, y Feijóo se prepara para una más o menos larga travesía por la oposición, esa en la que hace tanto frío y también desgasta.
Dejar el 'monocultivo' catalán
No son pocos los barones territoriales del PP que aplauden dejar el 'monocultivo' discursivo en torno a las cuestiones referidas a Cataluña, que si bien extienden sus consecuencias a otros territorios -y la financiación autonómica es un buen ejemplo de ello- les llevaba a convertirse en estatuas de sal. "Está bien hablar de otras cosas, incorporar asuntos nuevos en la agenda política", aduce un presidente autonómico reacio a volver a movilizar a los ciudadanos, esta vez, en contra del cupo, concierto, soberanía fiscal, singularidad de las cuentas catalanas o como quiera definirse. La dirección nacional tampoco parece estar por la labor, al menos de momento.
Que el presidente nacional del PP aprovechara su presencia este viernes en Cataluña junto a Alberto Fernández, para reunirse con la federación catalana de familias numerosas (Fanoc) y desde allí buscafr que el titular fuera su propuesta de incrementar de las bonificaciones fiscales por hijo -1.800 euros, un 50 por ciento más que actualnente- da una clara idea de esa nueva estrategia.
Además, el cambio de paso supone en buena medida romper con posicionamientos de otros tiempos y otras direcciones populares. La presidencia de Feijóo en Madrid comenzó, recuerdan en su equipo, aceptando la actual ley del aborto, que su partido recurrió en su momento ante el Tribunal Constitucional con las firmas de Mariano Rajoy y de Soraya Sáenz de Santamaría a la cabeza. Estos días se le está reprochando al PP que en 2019 llevó al tribunal de garantías constitucionales la ampliación de los permisos de paternidad por no considerarlo de carácter urgente -recurso que el TC tumbó- de los que ahora Feijóo se muestra entusiasta. Despachan los medios consultados que "eso fue en tiempos de Pablo Casado".
Los 'modernos' del PP frente al 'Concilio de Trento'
Lo cierto es que a Núñez Feijóo, siendo presidente de la Xunta gallega, siempre se le ubicó en el grupo de los llamados 'modernos' del PP, etiqueta que compartió en sus tiempos con Cristina Cifuentes, ex presidenta de la Comunidad de Madrid, frente a los del "Concilio de Trento", como se denominaba a la parte más conservadora del partido. Matrimonio entre personas del mismo sexo, aborto, regulación de la gestación subrogada para unos, vientres de alquiler para otros… son cuestiones que no le han creado un especial sarpullido al líder del PP.
La semana que viene presentan en el Congreso de los Diputados, salvo cambio de última hora, una Ley de Conciliación, "la más ambiciosa de la democracia", según el líder de la oposición, y que junto con otras leyes como la de la Dependencia, pretenden completar el Estado de Bienestar. Quizá el tema en el que menos se mojan los populares sea el de la reducción de la jornada laboral. A diferencia del Gobierno, no defienden pasar de las 40 horas semanales a un cifra menor -la presidenta e la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, también lo ha dejado claro- siguiendo la estela de la CEOE y Cepyme, pero sí aplicar medidas de "flexibilidad" ya reconocidas por la legislación española y de la Unión Europea.
Rechazo de Esperanza Aguirre
Génova insiste con un discurso acaso más propio de formaciones de la izquierda cuando arguye que "tener hijos es para gente con posibilidades económicas". A Esperanza Aguirre no le gustan esas banderas, pero desde la dirección popular replican que "la familia y la conciliación han sido banderas de la derecha, nunca de la izquierda", en palabras de Ester Muñoz. Ella representa también, junto a Ana Alós, Paloma Martín, Noelia Núñez y Alicia García un proceso de feminización de la dirección popular además de renovación generacional. Se unen a las 'veteranas' Cuca Gamarra, Carmen Fúnez y Dolors Monserrat como punta de lanza del equipo de Feijóo. Pero esa ya es otra historia.
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