El empresario Alejandro Hamlyn, propietario de la empresa Hafesa, ofreció la ayuda de un teniente general de la Guardia Civil retirado a Leire Díez, la fontanera del PSOE que recabó pruebas para dañar a mandos de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Benemérita.

Díez, mano derecha del secretario de organización socialista Santos Cerdán, mantuvo una videoconferencia con Hamlyn el pasado febrero. En la conversación, a la que ha tenido acceso El Independiente, se planteó la posibilidad de que el empresario aportase pruebas contra el teniente coronel Antonio Balas, que dirige las investigaciones de la UCO que acorralan al principal partido del Gobierno y a la familia del líder del Ejecutivo, Pedro Sánchez.

Hamlyn se dedica al mundo de los hidrocarburos, y este lunes estaba pendiente de iniciarse un juicio contra él en la Audiencia Nacional por defraudar presuntamente 154 millones de euros en el pago del IVA. Pero no acudió por encontrarse en Dubai, lugar donde también estaba cuando se produjo la conversación con Leire Díez.

El industrial asegura tener información de distinto tipo contra el mencionado Balas, un capitán de la UCO que ahora trabaja en la Comunidad de Madrid, Juan Bonilla, e incluso de Víctor de Aldama, conseguidor del caso Koldo. Quiere intercambiar datos por algún tipo de inmunidad que Díez, el abogado Jacobo Teijelo o el empresario Javier Pérez Dolset (todos ellos participantes activos en la conversación) le puedan ofrecer.

"¿Sabéis que trabaja para mí?"

"Sabéis que Arturo Espejo, el teniente general, trabaja en mi compañía, ¿no?", les dice. Al otro lado de la pantalla, en Madrid, desconocen ese dato. Incluso no saben quién es el uniformado. Le preguntan a Hamlyn la unidad en la que estaba destinado, diciendo que si era de Tráfico no les sirve.

"Estaba en antiterrorismo y ciberseguridad", explica el empresario acusado de fraude. "Es el jefe de seguridad ahora mismo de mi compañía. Ya no está en activo, está jubilado y ahora trabaja para mí. Está ayudando muchísimo", presumía el hombre al que la fontanera del PSOE acudió para conseguir trapos sucios de la UCO.

Según su relato, el ex teniente general "no da crédito con lo que ha pasado" y "está ayudando muchísimo" para resolver su problema en la Audiencia Nacional. "Arturo está trabajando fuertemente y no da crédito. Él sabe lo que me han hecho, él sabe todo lo que me han hecho, ha mirado el procedimiento de arriba a abajo y se está moviendo fuertemente".

La carrera de Espejo

Arturo Espejo fue un teniente coronel de la Guardia Civil, el escalafón de mayor rango, con una amplia trayectoria en el Cuerpo. Empezó en el País Vasco, donde estuvo relacionado con el secuestro de Mikel Zabalza, simpatizante de ETA que fue encontrado muerto en un río con importantes síntomas de haber sufrido tortura. Era la etapa dura del terrorismo de Estado.

Aunque el mando nunca fue investigado formalmente, su ascenso a la cúspide del generalato por parte de Fernando Grande-Marlaska le costó las críticas de los socios vascos del Gobierno.

Al dejar el cargo, fue fichado por la Comunidad de Madrid por parte de Isabel Díaz Ayuso. Pero al publicarse su relación con la guerra sucia, el ejecutivo autonómico lo cesó el mismo día que publicó su nombramiento.

El jefe del Mando de Apoyo, Arturo Espejo, fue uno de los cuatro tenientes generales que acompañaron a María Gámez en su comparecencia pública en la que anunció que dimitía como directora de la Guardia Civil tras conocer la imputación de su marido en una derivada del caso ERE de Andalucía. Los otros tres fueron el director adjunto operativo (DAO), Pablo Salas, el jefe del Mando de Operaciones, Félix Jesús Blázquez, el jefe del Mando de Personal, Manuel Llamas, el máximo responsable de la Benemérite en la actualidad.