En poco más de una semana tres cuestiones han eclosionado en la estrategia de los populares en su batalla total contra el Gobierno. Tres asuntos que, por sí solos, merecerían no una, sino varias piezas de análisis reposado en una crónica política que no da tregua. Primero fue la intención declarada de alcanzar los diez millones de votos, esto es, recuperar esas amplias mayorías de José María Aznar y Mariano Rajoy. Lo segundo, comprometerse a no pactar con Vox una coalición aún a riesgo de ir a a una situación de bloqueo y repetición electoral. Y tercero, entrar a saco con el negocio de saunas y supuesta prostitución de los negocios del suegro de Pedro Sánchez apuntando a que éste pudo beneficiarse de los ingresos del padre de Begoña Gómez.
Acaso cabe preguntarse qué dejará el PP para cuando sí haya consulta electoral en el horizonte, algo que a día de hoy nadie se atreve a aventurar. Pero desde Génova son muy claros respecto a una estrategia que, dicen, es más defensiva que ofensiva. La respuesta sobre los supuestos negocios sexuales del suegro de Sánchez -fallecido en junio del año pasado- no estaba en el guión sino que fue reactiva. Feijoo respondió a la acusación de indignidad que el jefe del Ejecutivo le lanzó aludiendo a esa vieja foto en sepia (30 años tiene ya) del líder del PP con el narco Marcial Dorado.
"Si quieren rock and roll, tendrán rock and roll. Lo que haga falta"
"Si quieren rock and roll, tendrán rock and roll. Lo que haga falta", dicen en el equipo de Feijóo para insistir en la ausencia de desmentido respecto a si el presidente residió o no en un inmueble regalado por su suegro. Lo de las saunas, unido a la crónica de prostitución, puteros y supuestos acosadores sexuales extraída bien de conversaciones entre José Luis Ábalos y Koldo García, o de comportamientos supuestamente inadecuados -como ha sido el caso de Francisco Salazar- hacen mucho más daño al PSOE que el amaño de obras, cobro de mordidas, comisiones ilegales y colocación de 'sobrinas' en empresas públicas, aducen en el PP.
Los populares quieren crecer a su derecha e izquierda y también en el voto de los jóvenes y de las mujeres, tantas veces esquivo. La pregunta que deben hacerse "las mujeres de 18 a 90 años es si este PSOE les gusta", lanzan las fuentes consultadas. Revelan la existencia de trasvase de voto, tanto femenino como masculino, del PSOE al PP de entre el 6 y el 8 por ciento, según sus datos internos. También intentan pescar de formaciones como el PNV. Con un electorado mucho más conservador que el PP, creen que la actual "mansedumbre" de los nacionalistas vascos con Sánchez en Madrid les permite ampliar su base de voto.
El PP cree que habrá nuevas revelaciones sobre los vínculos el PNV con Servinabar
Pero además, en el caso del PNV hay algo capilar, casi personal. Argumentan los populares cómo este partido se ha considerado durante décadas poco menos que intocable a sabiendas de su influencia para construir mayorías, bien con el PSOE o con el PP. Y ese estatus "se ha acabado". Feijóo les acusó el pasado miércoles no saber si los jetzales "viven subyugados o subvencionados" por el gobierno central. Además, creen que el círculo de la trama navarra de Santos Cerdán se irá estrechando en torno a estas siglas por nuevas revelaciones sobre Antxon Alonso, el empresario de Servinabar que presuntamente medió en las conversaciones para conseguir el apoyo del PNV a la moción de censura contra Mariano Rajoy.
Lo de los diez millones de papeletas tiene, sin duda, un gran valor simbólico que retrotrae a otras décadas en las que el bipartidismo era incontestable. Esa cifra la superó por primera vez Felipe González en 1982 con 202 escaños, y aunque nunca más una formación política sentó tantos diputados en el Congreso, José María Aznar superó también los 10 millones en el año 2000. No obstante los resultados más espectaculares en número de votos han sido los de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 y en 2008, por encima en ambos casos de los los 11 millones. Pero en 2008, el PP, segunda fuerza política, también sacó más de diez millones de papeletas con un 74 por ciento de participación. Las dos grandes fuerzas políticas del bipartidismo representaban entonces al 83,81 por ciento del voto válido de los electores, todo ello según datos del Ministerio del Interior.
Incremento del censo electoral y desmovilización de la izquierda
En 2011 Rajoy consigue 10.866.566 papeletas y populares y socialistas siguen dominando el tablero político. Pero todo cambia en 2015. Irrumpen Podemos y el resto de marcas electorales asociadas con 71 escaños y Ciudadanos con 40. En 2019 se suma a la fiesta Vox. Y aunque el partido que fundara Albert Rivera es historia y la izquierda a la izquierda del PSOE está más que mermada, ni PSOE ni PP han vuelto a firmar esa cifra mítica de los 10 millones.
¿Es factible, pues, que Feijóo lo consiga? "Ese es nuestro objetivo, sí". El 23-J Feijóo alcanzó el 33 por ciento del respaldo ciudadano con 8.160.837 papeletas, con un 66,59 de participación y un censo electoral de 37.469.458 votantes. A poco que suba la participación de aquellos deseosos de un cambio de ciclo y crezca el censo, quizá podría resultarle más fácil aproximarse a lo que en estos momentos se antoja casi un unicornio. Saben que deberían crecer entre 4 y 5 puntos en intención de voto. Sin embargo, los más atemperados apuestan por superar la barrera de los 150 escaños, algo alcanzable. En sus cálculos cuentan, además de con el trasvase antes comentado de PSOE a PP, con la desmovilización de la izquierda y el mecanismo del voto útil. Es ahí cuando entra en juego el tercer pilar de una semana intensa en lo político.
Negativa a un gobierno de coalición con Vox
Hablamos de la negativa a un gobierno de coalición con Vox. El enunciado de Feijóo en el discurso de clausura de su 21 congreso nacional fue equívoco. "Quiero un gobierno en solitario" sin, agregó, cordones sanitarios a Santiago Abascal. El lunes se le interrogó al nuevo secretario general, Miguel Tellado, respecto a si lo dicho por su jefe de filas era una mera aspiración o un compromiso. No aclaró gran cosa. Fue después, sin micros, cuando confirmó que Feijóo no dejará entrar a Vox en hipotético ejecutivo aunque eso lleve a una situación de bloqueo con el riesgo añadido de nueva convocatoria ante las unas. En definitiva, todo un órdago.
Aducen en Génova que lo anómalo es la situación actual. Que hasta la repetición electoral de 2019 en España no hubo nunca un gobierno de la nación de coalición, ni siquiera el surgido tras la moción de censura de 2018 cuando Sánchez se hizo con las riendas del país a pesar de tener unos exiguos 85 escaños. Además, comprometerse a no tener de vicepresidente a Santiago Abascal -en realidad, el vasco ha apuntado a Ignacio Garriga para dicho cometido- "deja al PSOE sin argumentos" y contribuye, dicen, a acabar con la percepción ya instalada de que detrás de Feijóo llega en el mismo paquete Abascal. Eso echa para atrás a una parte del electorado moderado que puede creer llegado el fin de ciclo de Pedro Sánchez y sus socios, pero teme a Vox.
Efectivamente, cabe preguntarse que dejará el PP para cuando haya convocatoria formal de elecciones. No siempre resulta fácil mantener la tensión política, pero la dirigencia popular cree que la justicia no ha dicho ni mucho menos su última palara sobre todos los casos de presunta corrupción, tampoco sobre los puteros, ni siquiera sobre las saunas sexuales del padre de Begoña Gómez, aunque de este asunto no haya nada judicializado.
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