Se cumplen cien años del desembarco de Alhucemas, la operación militar que cerró la guerra del Rif y marcó un antes y un después en la historia bélica mundial. Pero el centenario llega sin actos oficiales. En el Ministerio de Defensa, silencio. En los cuarteles, incomodidad. En las calles, una sucesión de jornadas privadas intentan llenar el vacío institucional.
“Seguramente por dos razones: no incomodar a Marruecos y que no se puede hablar de ese desembarco sin citar a sus protagonistas: Primo de Rivera, Sanjurjo, Franco, Goded, Muñoz Grandes…”, resume Salvador Fontenla, general de brigada en la reserva. “Lo único que han conseguido es que se hable más todavía”.
La victoria que no se celebra
“Es un éxito militar innegable”, afirma Juan José Primo Jurado, autor del recién publicado El desembarco de Alhucemas (Almuzara). “Diez años antes, en Gallípoli, británicos y franceses habían fracasado. Alhucemas abre la puerta al final de la guerra y a la pacificación de Marruecos en 1927. Para España, fue trascendental: liquidó un conflicto que costó vidas, recursos y gobiernos”.
El historiador militar Rafael Tejado cita a B. H. Liddell Hart para dimensionar la gesta: “Un desembarco en una costa extranjera con tropas hostiles delante ha sido siempre una de las operaciones bélicas más difíciles”. Alhucemas lo logró, y lo hizo “superando condiciones meteorológicas adversas”. Durante el asalto, el oleaje puso al límite la coordinación entre lanchas, buques y aviación. Aun así, España y Francia lograron establecer “una cabeza de playa” que precipitó el final de la guerra.
¿Por qué, entonces, no hay conmemoración oficial? Primo Jurado ve un patrón: “Nos regodearnos en la derrota y silenciamos la victoria. En 1921 se celebró el socorro y la defensa de Melilla tras Annual. Ahora, el centenario de Alhucemas no”. Y añade: “Se equivocan con Marruecos: España luchaba en nombre del sultán contra la República del Rif. Incluso tropas marroquíes participaron junto a las españolas”.
¿Normandía miró a Alhucemas?
El debate divide a los historiadores. Primo Jurado lo defiende con matices: hubo agregados extranjeros observando la operación; el precedente fue estudiado y, en el Pacífico, dejó huella. Blanco Núñez admite que se ha exagerado su importancia pero confirma la influencia doctrinal: “Se estudió más en Estados Unidos que en España. Para cuando llegó Normandía, la doctrina y el material habían avanzado muchísimo”. Y subraya otra clave: Alhucemas rehabilitó un tipo de operación proscrita tras Gallípoli. “Fue conjunta —Marina, Tierra y Aviación— y combinada con Francia. Quien quiera entender la campaña del Rif, tiene que estudiar Alhucemas”.
La falta de conmemoración oficial ha alimentado las cábalas. Rafael Tejado, coronel de artillería del Ejército de Tierra e historiador, admite que “todas las iniciativas son particulares”. “Hay una negativa del Ministerio de Defensa a acometer oficialmente ningún tipo de actividad relacionada con Alhucemas”, asevera.
Fuentes castrenses consultadas por este diario lo vinculan a la decisión de “no molestar a nuestro vecino del sur”. “En realidad en aquella operación se estaba apoyando al gobierno oficial de Marruecos frente a la autoproclamada República del Rif, luego en puridad no era una derrota de Marruecos”, desliza Tejado.
A ese intento de no herir la susceptibilidad de Marruecos se suman la fotografía de quienes lideraron el desembarco: “El comandante supremo de la operación, el que mandaba todas las fuerzas, incluidas las francesas, era Miguel Primo de Rivera, presidente del Directorio Militar tras su golpe de estado de 1923. Por otro lado y en la misma línea, el comandante de las fuerzas terrestres fue José Sanjurjo, quien en agosto de 1932 protagonizó 'la Sanjurjada'. Y por último, el primer jefe que puso pie en la costa rifeña fue el coronel Franco. Alguien puede interpretar que hablar positivamente del Desembarco puede constituir un enaltecimiento de estos protagonistas, o a otros que, con un perfil más bajo en esta operación, tuvieron también actuaciones destacadas en los acontecimientos de la década siguiente”, detalla el historiador.
Los intentos de recabar la versión del Gobierno han resultado infructuosos. Prensa del Ejército de Tierra advierte de que “el centenario no es una efeméride específica suya”. El departamento de comunicación del ministerio de Defensa, que dirige María José Muñoz Estévez, ni siquiera ha respondido a la solicitud cursada por este diario, en un silencio ya recurrente que vulnera el derecho de los medios de comunicación al escrutinio de los poderes públicos.
La renuncia del departamento que dirige la socialista Margarita Robles a abordar el centenario ha alimentado la proliferación de actos privados. La Academia de las Ciencias Militares ya celebró el suyo el pasado junio. Este lunes el Instituto de Seguridad y Cultura aborda en una conferencia virtual la operación “concebida bajo mando unificado y ejecutada por fuerzas españolas y francesas, integró tierra, mar y aire con un nivel de coordinación inédito para la época”. “Su éxito abrió la vía hacia Axdir, modificó el signo de la campaña y dejó una huella duradera en la historia militar”, explican.
A finales de este mes el Campus Internacional para la Seguridad y la Defensa acoge en su sede de Sevilla las Jornadas de Historia Militar sobre el Desembarco de Alhucemas. “En el mundo de la Historia no se puede dar todo por sabido y conocido. Siempre pueden aparecer detalles que bien se hubieran obviado, o que no se conocían, que pueden contribuir a ampliar el conocimiento de los acontecimientos históricos, o darles una nueva visión desde otra perspectiva. Ese ha sido el objetivo de las jornadas organizadas por el campus internacional: la búsqueda de nuevos datos que mejoren la información sobre el desembarco”, desliza Tejado.
“Los conceptos generales sobre un acontecimiento histórico son de sobra conocidos, pero el detalle ha quedado oscurecido u oculto por la visión general. A modo de ejemplo, queda por investigar cuál fue el impacto del desembarco de Alhucemas en las operaciones anfibias posteriores. ¿Cómo estudió y qué conclusión sacó el Estado Mayor de Eisenhower sobre Alhucemas? Creo que es un campo poco explorado, y que gracias al 'ombliguismo' de los historiadores anglosajones está un poco oculto, y merecería un estudio serio”, concluye el experto. Cien años después, Alhucemas sigue librando otra batalla: la de la memoria pública.
El desembarco que cambió la historia del Rif
El desembarco de Alhucemas no se improvisó. Su historia arranca en 1911, cuando los primeros estrategas españoles plantean la idea de tomar la bahía para golpear el corazón del Rif. Durante catorce años, el plan se topa con intentos frustrados, cambios de mando y divisiones políticas internas.
“Hubo varios desembarcos previstos que no llegaron a ejecutarse”, recuerda José María Blanco Núñez, Capitán de Navío de la Armada Española e historiador. Todo cambia tras el desastre de Annual en 1921: más de 10.000 soldados muertos y la humillación más profunda para el Ejército español. Sin embargo, aún faltaba un detonante externo.
El giro llega en abril de 1925. En lo que se conoce como el “Annual francés”, las tropas galas sufren una derrota aplastante ante las fuerzas rifeñas. París entra en pánico: si no se frena a Abd el-Krim, el protectorado francés se derrumba.
La respuesta es inmediata. Francia nombra al mariscal Philippe Pétain alto comisario en Marruecos. Pétain no duda: la única forma de doblegar al Rif es golpear su retaguardia. Viaja a Ceuta, se reúne con Primo de Rivera y pacta la operación.
“El desembarco de Alhucemas se decide entonces”, explica Blanco Núñez. “De hecho, a finales de mayo de 1925, la escuadra española ya estaba concentrada en Algeciras, semanas antes de firmar el acuerdo formal. La determinación estaba tomada”.
El Acuerdo de Madrid, firmado en julio de 1925, sella la cooperación entre España y Francia. La operación combinó recursos inéditos: 13.000 soldados españoles y 7.000 franceses; Escuadras conjuntas: acorazados, cruceros, destructores, buques de escolta; hidroaviones franceses basados en Melilla; coordinación absoluta entre tierra, mar y aire bajo mando único: Primo de Rivera dirigía incluso a las tropas francesas. Tras la independencia de Marruecos en 1956, Rabat coloniza el Rif con funcionarios del partido Istiqlal, leales al sur y al antiguo protectorado francés. En 1958 y 1959, el Rif vuelve a levantarse. “La aviación francesa interviene y la rebelión es aplastada a sangre y fuego”, recuerda Primo Jurado.
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