Ningún sondeo con intención de voto, ni público ni privado, auguran de momento para la vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, un resultado solvente con el que salvar la cara en las próximas elecciones andaluzas, a celebrar en primavera del año que viene. La única esperanza de los socialistas, por buscar un consuelo a una situación que hoy por hoy puede ser peor que la de 2022, es que el popular Juanma Moreno perdiera la mayoría absoluta en manos de Vox, una vez que el partido de Santiago Abascal parece dispararse en las encuestas.
Sin embargo, la nueva eclosión de la ultraderecha podría ser a costa no del PP, o no sólo del PP, sino también de los propios socialistas. Pues uno de los escenarios que se lleva manejando desde hace tiempo en Andalucía es que Vox le haga el sorpasso al PSOE-A en dos provincias muy concretas, esto es, Almería y Huelva, arrebatando a los socialistas el segundo puesto, por detrás de los populares. De hecho, en Almería ya estuvo a punto de ocurrir en las anteriores elecciones autonómicas. Los de Abascal se quedaron tan solo 3.587 votos por debajo de los socialistas, 54.122 frente a 57.709, y ambos con el mismo número de escaños, 3.
En Huelva, en cambio, el PSOE-A aventajó en mucho a Vox, por lo que resulta más sorprendente que puedan quedar ahora por debajo de esta formación y en tercer lugar de la tabla en las preferencias de los votantes. En esta provincia, el PSOE-A obtuvo 58.498 papeletas y Vox 27.270, lo que se tradujo en 4 escaños para el primero y en 1 para el segundo. Una distancia considerable que algunos sondeos comienzan a estrechar. Tanto desde la Junta como desde la izquierda andaluza admiten que este doble escenario es mas que factible, por dos causas cruzadas.
La penetración de Vox en los antiguos graneros del PSOE y la atomización de la izquierda van en contra de Montero
Por un lado, está la capacidad de penetración de Vox en las zonas rurales con su oposición a la Agenda 2030, además del discurso anti-inmigración en territorios con una fuerte presencia de trabajadores del campo de origen extranjero. El mundo rural fue el gran granero de voto andaluz de los socialistas durante décadas. Esto apuntaría a un trasvase de apoyos de la izquierda a posiciones de la ultraderecha, fenómeno del que es su principal ejemplo Francia con el lepenismo. Del otro, la atomización de la izquierda, divisoria del voto, con la pérdida de restos electorales. Incluso la izquierda a la izquierda del PSOE-A puede ahondar aún más en su cainismo con la probable ruptura de Podemos con IU y Sumar. Hace cuatro años llegaron a un pacto agónico y hasta fuera de plazo. No parece que ahora el clima sea mucho mejor.
El último barómetro del Centro de Estudios Andaluces, Centra, apuntaba al crecimiento de Vox. Tampoco nada espectacular, pero significativo. La ultraderecha podía pasar de 13,5 por ciento del voto al 14,7 y de sus actuales 14 asientos en el Hospital de las Cinco Llagas a entre 16 y 18. Pero en elecciones el resultado depende tanto de lo que uno es capaz de crecer como de lo que pierden los demás. También de la movilización del adversario. Y lo del PSOE-A anuncia debacle, desde el momento en que Montero podría quedar incluso por debajo de su antecesor, Juan Espadas, al que precisamente apartaron por no considerarle rival para Moreno.
Sondeos públicos y privados auguran el descenso de los socialistas
El Centra augura que la vicepresidenta y ministra de Hacienda puede perder hasta 6 escaños, pasando de sus actuales 30 a una horquilla entre 24 y 26 con una pérdida del 4,3 por ciento del voto. Pero no sólo. Gad3, para ABC, también le da a la baja con entre 1 y 2 escaños menos. Quizá Sigma2, para El Mundo, sea la más benévola y sitúa a Montero en la frontera bien de firmar el peor resultado (29), quedarse como están (30) e, incluso, ganar un escaño (31). Algo es algo.
El llamado CIS andaluz no publica los resultados por provincia, pero ya entonces se apuntó a un crecimiento significativo de Vox en Almería y Huelva, dato que incluso dejó asomar el propio Juanma Moreno, dando a entender que manejaba unos datos hurtados a la oposición. Desde entonces otros estudios internos apuntalan este riesgo cierto para María Jesús Montero, quien puede llevar a su partido a la marca más baja de su historia al frente de una candidatura que nunca quiso encabezar.
Elecciones en primavera
En principio no dejará el Gobierno hasta que el presidente de la Junta convoque formalmente la cita ante las urnas. En el gobierno andaluz hablan de "primavera" sin querer concretar más. El calendario entre Semana Santa, Feria o Rocío no deja mucho margen de maniobra. Ella anda a caballo entre la vicepresidencia del Gobierno y el Ministerio de Hacienda, la vicesecretaría general del PSOE, el liderazgo de los socialistas andaluces y lo que es, a todas luces, el arranque fáctico de la precampaña autonómica. De hecho, que siga en el Ejecutivo es un asunto que le afean los populares.
"Tenemos la tarea de seducir, convencer y vencer para que los andaluces conquisten los mejores años para el futuro", dijo Montero el pasado domingo durante un mitin en Málaga junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Mucho tendrá que forzar el pulso a los sondeos, primero, y después a las urnas para levantar el resultado de 2022.
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