El sueño americano que ha colonizado el mundo no es otro que la casa con jardín, piscina en el patio trasero y dos coches en la puerta. Una imagen idílica que ha protagonizado el cine y la televisión que los norteamericanos exportaron a medio mundo y se ha replicado por todo el planeta como imagen de prosperidad. Ese es el objeto de Subúrbia, la exposición creada por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) bajo la batuta de Philip Engel para celebrar sus 30 años regresando a un tema que está en el origen del CCCB: el urbanismo y sus implicaciones sociales, políticas, económicas y, finalmente, artísticas.
La ciudad es un tema recurrente en las muestras del CCCB, que ya ha analizado el urbanismo en Europa, China o Sudáfrica. Ahora le llega el turno al suburbio made in USA, explica la directora del CCCB, Judit Carrera, que ve las ciudades como "espacios a la vez utópicos y distópicos, cargados de potencial de libertad y de conflictos".
En la muestra inaugurada esta semana, que se podrá visitar hasta septiembre, el visitante encontrará un extenso recorrido por ese modelo urbanístico desde su nacimiento a principios del siglo XIX a su eclosión en los USA tras la Segunda Guerra Mundial y su implantación en Europa, con las urbanizaciones que replican ese sueño americano en las periferias de buena parte de las capitales españolas.
El suburbio patrio
Es un modelo que "tiene su parte inquietante, porque está claro que es insostenible" en términos medioambientales, advierte Engel, "pero a la vez sigue siendo atractivo, durante la pandemia quién no pensó en una casa con jardín". De su traslación a nuestro entorno inmediato se ocupa el urbanista Francesc Muñoz, con datos para dejar claro que el suburbio en versión estadounidense forma parte intrínseca de nuestro urbanismo.
La RAE recoge el término suburbio como "una zona deprimida" recuerda Engel, para contraponer esa idea original con lo que representan los suburbios de clase media importados de los Estados Unidos. "Allí es una especie de paraíso" apunta, y eso es lo que empezaron a exportar los españoles de clase media que a partir de los años 60 del siglo pasado iniciaron la primera oleada de urbanizaciones en España
Fue el boom de las segundas residencias, relativamente cerca de las ciudades, escenificando esa huida de la ciudad gris y contaminada para disfrutar del aire libre con todas las promesas de ocio que ofrece "la C-31 saliendo de Barcelona en dirección Castelldefels" relata Muñoz.
A partir de los años 80 llega la segunda oleada, "más silenciosa" la de los adosados ya convertidos en primeras residencias. En las dos décadas que transcurren entre 1985 y 2005, se construye una casa unifamiliar por hora en el conjunto de la provincia de Barcelona. Entre 1987 y 1989, en 304 de los 311 municipios de la provincia de Barcelona la vivienda unifamiliar representa el 45% de lo que se construye, añade Muñoz.
El infierno de las MacMansions
Subúrbia es el relato de toda esa realidad, desde sus orígenes burgueses alas implicaciones en términos económicos, pero también sociales o políticos, como la relación entre las casas unifamiliares y la sensación de seguridad, o inseguridad, en la que muchas familias norteamericanas argumentan la tenencia de armas.
Algo muy relacionado con el origen del boom de los años 50 promovido por los gobiernos federales de Edgar Hoover y F.D. Roosevelt, asegura el comisario de la exposición, que recuerda la máxima de Roosevelt para defender este modelo urbanístico: "una república de pequeños propietarios no se puede conquistar".
El resultado es una exposición muy multidisciplinar, explica Engel. "Desde una instalación sobre las sitcoms, fundamental" porque esas comedias televisivas "nacen con suburbios de los años 50", a referencias del cine, la literatura, la publicidad o "unas pinturas buenísimas de pintor sevillano que vive en Estados Unidos" Alberto Ortega, "y solo se dedica a pintar suburbs de noche".
Sin olvidar las MacMansions que ejemplifican el lado insaciable de la cultura del éxito de los tiempos de Ronald Reagan. Casa unifamiliares de construcción barata y pomposa ornamentación que no han dejado de crecer. desde los 74 metros cuadrados de 1950 a superficies superiores a los 1.500 m² de los inicios de este siglo. Un universo que muestra la crítica de arquitectura Kate Wagner en su web McMansionHell.
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