Esquerra Republicana perdió el pasado domingo 178.000 votos y 13 escaños. Cayó a los 20 diputados, se convirtió en tercera fuerza del Parlament y perdió el liderazgo del bloque independentista. Un balance desastroso para unas elecciones que fue Pere Aragonès, el candidato republicano, quien había decidido avanzar. El resultado ha sido la dimisión de Aragonès, la retirada -para volver- del presidente del partido, Oriol Junqueras, y la dimisión en diferido de su secretaria general, Marta Rovira.

Un partido abierto en canal que tiene en sus manos el futuro de Cataluña. Por ERC pasan todas las opciones de Salvador Illa para ser investido president; también las de Carles Puigdemont para resistir en su defensa de una nueva oportunidad para un Govern independentista. O el abismo de la repetición electoral, que según todos los analistas solo serviría para agudizar el castigo a los republicanos, como reconocen algunas voces desde el mismo partido.

Una situación que ha llevado a Illa a optar por la prudencia y "dar espacio" a los republicanos para "digerir" la derrota. En las antípodas se sitúa Puigdemont, que abrió la operación de pressing a los republicanos desde la misma mañana del domingo, y ya se ha puesto en contacto con ERC para iniciar el tanteo negociador.

¿Quién manda en ERC?

El primer problema de las negociadores será, de entrada, vislumbrar quién manda en ERC. La ejecutiva del partido designó este viernes a Marta Rovira como coordinadora de las negociaciones. Lo lógico tras la renuncia de Junqueras a la presidencia del partido, puesto que la secretaria general será a partir del 9 de junio el máximo cargo orgánico. Pero Junqueras se va para volver, en el congreso extraordinario de noviembre. Mientras Rovira ha anunciado que no volverá a optar a la secretaría general del partido.

Junqueras evita con su salida responsabilizarse de la decisión final que adopte la ejecutiva, que tendrá que ser validada por las bases de ERC. Pero parece difícil que se sustraiga de unas negociaciones que marcarán el futuro de una Esquerra abierta en canal, que necesita redefinir su estrategia y, según la mayoría de su ejecutiva, los liderazgos.

Batalla en la ejecutiva

Tras la renuncia de Aragonès, el lunes, Junqueras se apresuró a defender su continuidad al frente del partido el martes. Pero el miércoles la presión sobre el presidente de ERC cristalizó en la convocatoria de una ejecutiva extraordinaria en la que Junqueras se vio solo.

Fue una reunión tremendamente tensa, de la que uno de sus participantes diría al salir: "era Malditos Bastardos" en referencia a la película de Quentin Tarantino. Tras más de cuatro horas de tensión, entradas y salidas y móviles prohibidos, el partido emitía un comunicado en el que anunciaba que Junqueras "dejará la presidència del partido para abrir un proceso de reflexión y escucha activa antes de decidir su futuro".

Al día siguiente, Junqueras comparecía por primera vez para aclarar que su intención es volver a presentar su candidatura a la presidencia del partido en el congreso extraordinario que ERC convocará el 30 de noviembre. Mientras, quien ha sido su mano derecha en el partido durante más 12 años, Marta Rovira, anunciaba también su renuncia advirtiendo contra los "liderazgos mesiánicos".

En la sede de la calle Entença se felicitaban entonces por "haber cerrado la crisis en tres días" para centrarse en las elecciones europeas -la campaña arranca el próximo jueves- y en las negociaciones para la formación de Govern. Y aquí viene el reparto de papeles.

Elecciones europeas

Junqueras se va, pero no lo hará hasta el 9 de junio, pasadas las elecciones europeas. Unos comicios cruciales para el ex eurodiputado en los que quiere participar activamente en apoyo de la candidatura liderada por Diana Riba y el meteorólogo estrella de TV3, Tomás Molina. Una nueva cita con las urnas en la que Junqueras confía en una cierta revancha.

En parte, porque el candidato de Junts, Toni Comin, no es el personaje más querido por el independentismo, y sobre todo porque en estos comicios ERC concurre en alianza con Bildu y el BNG, formaciones que acaban de ganar las elecciones autonómicas en el País Vasco y Galicia.

Tras ese día, sin embargo, serán Rovira, también Aragonès, quienes piloten las negociaciones. Porque Aragonès, como Rovira, ha anunciado que no repetirá, pero dejó claro que cedería sus responsabilidades orgánicas en ERC cuando se produjera el relevo en la cúpula. Por tanto, la campaña de las europeas será un examen para Junqueras, después todo quedará en manos de Rovira.

Rovira, enlace con Junts

La secretaria general ha sido, en los últimos años, el puente más firme de relación con Junts, y con Puigdemont en concreto. De hecho, ya en los tiempos de Junts pel Sí, cuando Puigdemont presidía el Govern y Junqueras era su conseller de Economia, sus equipos intentaron estrechar la relación entre ambos políticos, pero no consiguieron que pasara de lo estrictamente necesario para organizar el referéndum del 1-O.

Nunca fueron amigos, pero tras la proclamación de independencia y la huida de Puigdemont, la relación se rompió y los reproches y heridas, expuestos por ambos en sus respectivos relatos del 1-O, no se han cerrado. No así entre Rovira y Puigdemont, ambos fugados, que han protagonizado algún encuentro en Ginebra, donde reside la republicana.

Puigdemont y Rovira tutelaron la organización de Tsunami Democràtic, según la investigación de la Audiencia Nacional, y ambos comparten imputación por terrorismo en esta causa. La interlocución de Rovira, esta vez con Jordi Turull, fue clave también para desencallar la aprobación final de la Ley de amnistía, tras tumbarla Junts en la primera votación en el pleno del Congreso.

Aragonès y su núcleo, por su parte, han cultivado por necesidad una relación bien engrasada con el PSC, partido que le ha aprobado sus últimos presupuestos y negociado todas las iniciativas de la segunda mitad de legislatura. Mientras Gabriel Rufián ha sido durante estos años el enlace de ERC con el PSOE. Un enlace de la estricta confianza de Junqueras, que ha permanecido extrañamente silencioso en las redes desde el 12M, con la fugaz excepción de un rifirrafe con el ex futbolista Luis Figo.

Los costes de apoyar a Illa

El apoyo a Illa tiene, sin embargo, más costes ideológicos para Esquerra, aunque la relación con los socialistas esté menos deteriorada que con Junts, partido al que no perdonan la oposición constante al Govern de ERC desde que Aragonès fue investido. La apuesta de Junqueras por entenderse con el Gobierno de PSOE y Podemos es señalada por los críticos del partido como el origen de su declive electoral. "ERC no puede sostener dos gobiernos socialistas, en la Moncloa y el Palau" apuntan fuentes del partido.

Un declive que ya se hizo evidente en las elecciones municipales y generales de 2023, cuando fue Junqueras quien decidió las candidaturas y definió la estrategia. Como la "operación Rufián" consistente en presentar al portavoz en el Congreso como candidato en Santa Coloma para reforzar las posiciones de Esquerra en el área metropolitana de Barcelona, intentando arañar apoyos del PSC. El pasado domingo ERC perdió 121.000 votos solo en la demarcación de Barcelona.

Los críticos con Junqueras le acusan de haber "escondido la estelada, física e ideológicamente" con su estrategia de "ensanchar la base" atrayendo a votantes de izquierdas no necesariamente independentistas. Son los mismos que tras las generales de 2023 ya reclamaron su dimisión y un congreso extraordinario y que ahora exigen un "no rotundo" a la investidura de Illa.

Repetición electoral

Creen que ERC ha traicionado en los últimos años su ADN independentista con la única obsesión de alcanzar el poder institucional, y reclaman explorar el acercamiento a Junts "si realmente se pacta la unidad estratégica" para reiniciar el proceso independentista. En este contexto un portavoz de la corriente crítica Colectiu 1 d'Octubre defiende que es preferible forzar una nueva convocatoria electoral que apoyar al candidato socialista.

De hecho apuntan que la elección del 30 de noviembre como fecha para la celebración del congreso extraordinario está pensada en clave electoral. Los estatutos de ERC impiden la celebración del congreso en periodo electoral, y si se repiten los comicios se celebrarán en octubre. "Si han escogido el 30 de noviembre, y no septiembre, para celebrar el congreso, es porque la dirección también está pensando en las elecciones".

Sin relevo

Volver a las urnas, sin embargo, es una operación extremadamente arriesgada para ERC. En primer lugar, porque el "efecto segunda vuelta" puede castigar de nuevo a los republicanos, desviando voto hacia sus principales rivales, Junts y PSC. En segundo, porque hoy por hoy no tienen candidato. Aragonès está descartado y Junqueras, condenado por el 1-O, difícilmente habrá sido amnistiado en octubre, si se cumple la previsión de que el Tribunal Supremo presente pre-judiciales ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

El relevo al frente de ERC es la gran incógnita que dejan los sucesos de esta semana, que cerraba el viernes con la dimisión de quien fue la mano derecha de Aragonès en el Govern, Sergi Sabrià. Un nuevo toque de atención a Junqueras, que sin embargo deja sin liderazgo al sector de Aragonès en ERC.

En el Parlament, dos nombres se perfila para liderar el nuevo grupo parlamentario. La hasta ahora portavoz, Marta Vilalta, miembro del núcleo de confianza de Aragonès, y el ex consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, hombre de confianza de Junqueras. En las máquinas seguirá muy probablemente Josep Maria Jové, el hombre en la sombra que ha manejado todas las negociaciones de ERC en los últimos años con la confianza absoluta de Junqueras y Rovira.