Madrid sigue sin erigir el monumento al filósofo Antonio Escohotado casi 4 años después de ser aprobado unánimemente.

El 21 de noviembre de 2021 falleció en Ibiza Antonio Escohotado Espinosa, uno de los pensadores más influyentes y controvertidos de la España contemporánea. Filósofo, jurista, sociólogo, ensayista y profesor universitario, su vida y obra estuvieron marcadas por la defensa de la libertad individual y el cuestionamiento de los dogmas sociales y políticos. Pocos días después de su muerte, el Pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó por unanimidad la construcción de un monumento en su honor, reconociendo así su legado intelectual y su vinculación con la ciudad. Sin embargo, casi cuatro años después, ese homenaje sigue siendo una promesa incumplida.

Un acuerdo unánime y una deuda pendiente

El 29 de noviembre de 2021, el Ayuntamiento de Madrid, con el apoyo de todos los grupos políticos, acordó erigir una estatua dedicada a Escohotado en la Ciudad Universitaria, espacio simbólico de la vida intelectual madrileña. El consenso reflejaba el reconocimiento transversal a la figura de un pensador que, pese a su carácter polémico, supo trascender etiquetas ideológicas y dejar una huella profunda en el debate público español.

Sin embargo, la iniciativa permanece estancada. Ni el anterior equipo de gobierno municipal ni el actual han dado pasos concretos para materializar el proyecto. La inacción institucional ha generado frustración entre quienes consideran que Madrid tiene una deuda moral con Escohotado y que el retraso supone una oportunidad perdida para reivindicar valores como el pluralismo, la libertad de pensamiento y el compromiso con la verdad.

¿Quién fue Antonio Escohotado?

Nacido en Madrid en 1941, Escohotado pasó parte de su infancia en Brasil antes de regresar a España, donde se licenció en Derecho y Filosofía. Su trayectoria vital estuvo marcada por la búsqueda de la libertad, tanto en el plano personal como intelectual. De joven, militó en círculos marxistas y participó activamente en la agitación universitaria de los años sesenta. Más tarde, se trasladó a Ibiza, donde fundó la mítica discoteca Amnesia y vivió de cerca la contracultura.

Su obra más conocida, Historia general de las drogas, es un exhaustivo análisis sobre el papel de las sustancias psicoactivas en la sociedad, y sentó las bases de su defensa del antiprohibicionismo y los derechos individuales. En la trilogía Los enemigos del comercio, Escohotado abordó la historia del comunismo y del libre mercado, consolidándose como una referencia en el pensamiento liberal español. Su enfoque interdisciplinar y su valentía para desafiar consensos le granjearon admiradores y detractores a partes iguales.

A lo largo de su vida, Escohotado fue también traductor de autores como Hobbes, Newton y Jefferson, y profesor universitario en la UNED. En sus últimos años, supo conectar con nuevas generaciones a través de internet y las redes sociales, manteniendo su papel de intelectual incómodo y provocador.

El valor simbólico del monumento

El monumento a Escohotado fue concebido como un reconocimiento a su aportación al pensamiento español y como símbolo de los valores que Madrid aspira a representar: la libertad de pensamiento, el pluralismo y la valentía intelectual. Su ausencia, casi cuatro años después de la aprobación municipal, contrasta con la rapidez con la que la ciudad ha homenajeado a otras figuras relevantes, como la escritora Almudena Grandes o la actriz Marisa Paredes, cuyos reconocimientos se tramitaron con mayor celeridad.

El caso de Escohotado pone de manifiesto las dificultades para plasmar en hechos el consenso político y social en torno a ciertos personajes. Algunos analistas apuntan a la incomodidad que su figura sigue generando en determinados sectores, debido a su defensa radical de la libertad, su crítica al prohibicionismo y su rechazo a las ortodoxias políticas. Otros señalan la falta de voluntad política y la burocracia como causas del retraso.

¿Alternativas ante la inacción institucional?

Ante la parálisis administrativa, algunos promotores del homenaje han barajado la posibilidad de impulsar una iniciativa ciudadana, incluso recurriendo al crowdfunding para financiar el monumento. Esta opción, lejos de eximir al Ayuntamiento de su responsabilidad, serviría para demostrar que la sociedad civil está dispuesta a tomar la iniciativa cuando las instituciones no cumplen sus compromisos.

El debate sobre el monumento a Escohotado trasciende el simple reconocimiento a una figura intelectual. Se trata, en última instancia, de una reflexión sobre los valores que una ciudad como Madrid quiere proyectar y sobre la importancia de honrar a quienes han contribuido a enriquecer el pensamiento y el debate público.

Un legado vigente

Antonio Escohotado falleció convencido de que la libertad es el mayor antídoto contra el miedo y la servidumbre. Su obra sigue siendo leída y debatida, y su figura inspira a quienes defienden el derecho a pensar y vivir sin coacciones. Cada día que pasa sin que Madrid cumpla su compromiso es, para muchos, una oportunidad perdida para rendir homenaje a uno de los grandes pensadores españoles del último siglo.

La pregunta sigue en el aire: ¿cuánto más deberá esperar Madrid para saldar esta deuda con la memoria de Antonio Escohotado?