Fabricar una tonelada de papel no es nada fácil. Es un producto tan habitual que, por su ubicuidad y la normalidad con la que lo desperdiciamos, debiera ser sencillo de obtener. Para nada. Conseguir 1.000 kilos de papel consume 100 toneladas de agua y, por lo menos, 20 árboles. Eso ha provocado que las cifras de desforestación sean alarmantes, por no hablar de la escasez de agua en muchas zonas del planeta.

Todos esos datos no han pasado desapercibidos para Nobuyoshi Yamasaki, un emprendedor japonés que a los 15 años dejó la escuela y que, hasta no hace mucho, trabajaba como vendedor de coches. Ahora es el responsable de TBM Co, una start up nipona que ya fabrica papel a través de piedra caliza y de un polímero llamado Poliolefina.

Para 2030 se habrá duplicado la demanda mundial de papel

Según las previsiones que maneja la compañía, para 2030 se habrá duplicado la demanda de papel. Eso provocará que siga avanzando la tala de árboles y que la escasez de agua en zonas que tienen difícil acceso se acreciente. "Nuestros materiales van a jugar un rol muy activo en esos lugares del mundo en el que se afronta el difícil acceso al agua y que sufren una fuerte presión demográfica", ha explicado Yamasaki en una entrevista concedida a la agencia Bloomberg.

TBM fabrica sus productos de papel a través de una combinación de piedra caliza, uno de los minerales más abundantes en países como España, y un plástico llamado Poliolefina, que es uno de los más baratos y más habituales a nivel comercial. El producto final ha quedado bautizado como Limex, y se necesita una tonelada de piedra caliza y 200 kilogramos de plástico para crear algo menos de una tonelada de este papel.

Producción en marcha

TBM ya lleva tiempo fabricando y distribuyendo sus productos. Su gran mercado es, de momento, el de las tarjetas de visita profesionales, aunque ya tienen también un acuerdo con más de 400 restaurantes en Japón para fabricarles las cartas de los platos. El resultado del proceso de fabricación es un papel tan robusto que no se dobla fácilmente, por lo que es perfecto para este tipo de productos. Incluso se puede escribir bajo el agua sobre él.

"La primera tarjeta que hicimos nos dejó muy satisfechos", afirma Yamasaki. "Cuando compruebas la tinta y ves que no se corre... Todos estábamos encantados", dice. El proceso de producción no fue sencillo, ya que la fábrica que tienen en Miyagi abrió sus puertas en 2015 pero no fue hasta un año más tarde cuando lo que de allí salía era lo que había planeado Yamasaki.

Los planes de este empresario japonés son ambiciosos. Para mediados de la década de 2030 planea tener en marcha más de 100 plantas en todo el mundo, lo que le ayudaría a alcanzar su ambición de generar alrededor de 8.000 millones de euros en ingresos para ese momento.

TBM ha cerrado una ronda de financiación de 8,1 millones de euros

Cinco años después de su fundación, TBM acaba de cerrar una ronda de financiación en la que ha levantado 9,1 millones de dólares, 8,1 millones de euros, y ya planea su salida a bolsa para el próximo año 2020. Las previsiones para este ejercicio pasan por facturar más de ocho millones de euros y aumentar una plantilla que ya alcanza las 80 personas.

En el futuro más próximo Yamasaki tiene entre ceja y ceja la creación de una planta de fabricación que sea capaz de soportar unos ritmos de producción suficientes para poner en el mercado 30.000 toneladas anuales de Limex, el papel que sale de la piedra.