La madrugada del 24 de diciembre de 1858 el cielo estaba despejado y la luna brillaba. El pueblo de Molina de Segura dormía tras una intensa Nochebuena cuando una bola de fuego rompió la quietud, rugió en lo alto y un temblor que parecía un terremoto agitó las camas. El objeto ardiente cruzó la torre de la catedral y fue a parar a un bancal. Meses después, durante la siega, encontraron el meteorito de casi 120 kilos. Los lugareños nunca habían visto algo así. Es el más grande que ha caído en España.