Ciencia y Tecnología

Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología

El matrimonio que quiso ser Darwin

Rosemary y Peter Grant recrearon hace 40 años el viaje de Darwin a las Galápagos, pudiendo observar la evolución de las especies en tiempo real

Peter y Rosemary Grant en las Galápagos, trabajando con pinzones

Peter y Rosemary Grant en las Galápagos, trabajando con pinzones Familia Grant

Rosemary y Peter Grant se subieron a su particular Beagle en 1973, con destino a las Islas Galápagos. El próximo marzo, a sus 80 años, volverán a hacerlo en su enésima expedición. Son, junto a los pinzones, los inquilinos más ilustres del archipiélago que permitió a Darwin perfilar definitivamente su Evolución de las Especies. Esta vez, este matrimonio de biólogos, lo harán con el premio Fronteras del Conocimiento en Ecología de la Fundación BBVA bajo el brazo, en reconocimiento a su labor como los más cercanos seguidores del trabajo de campo de padre del evolucionismo. Ellos consiguieron algo que Darwin no pudo: ver y medir la evolución en tiempo real.


Así funciona la evolución en tiempo real

En este vídeo mostramos cómo los pinzones evolucionaron a partir de un ancestro común. Y cómo los Grant descubrieron que, en apenas unos pocos años, los fenómenos climáticos hacían evolucionar muy rápido a estas especies. | Vídeo: M.V. / FBBVA

 

Anillar, extraer sangre, analizar, grabar trinos… Su trabajo durante cuatro décadas con los mismos pinzones que inspiraron a Charles Darwin ha demostrado que los cambios evolutivos pueden ocurrir de forma mucho más rápida de lo que se creía. “Gracias a los Grant hoy sabemos que la evolución es un proceso mucho más dinámico de lo que Darwin imaginó inicialmente”, señala el acta. Su trabajo proporciona “el registro más completo de cómo funciona la evolución en la naturaleza”, y dilucida “los mecanismos por los que se mantiene la diversidad genética y por los que se originan nuevas especies”, destaca el acta del premio.

La sequía que lo cambió todo

"El hecho de que las Galápagos estén en el Ecuador –explica Rosamary– hace que estén sometidas al fenómeno de El Niño. Eso implica años muy secos, donde mueren muchas aves. Pero también, años muy húmedos, donde abunda la vegetación y el alimento para los pinzones. Un lugar ideal para investigar". Y es que, años antes de que se hablase de El Niño y La Niña, los Grant fueron testigos de una tremenda sequía en las islas. Era 1977. "Morían los pinzones. Las semillas del año anterior eran sólo suficientes al principio para alimentar a la población. Pero encontramos una gran diferencia en cuanto a quién moría: los pequeños. Sobrevivieron los más grandes y los de mayor pico, aunque eran minoría. Los que comían pequeñas semillas lo teníán fácil sólo cuando abundaban las plantas". Cabe destacar que en una circunstancia así, quedan sólo semillas grandes y gusanos; los pinzones de pico largo y mayor tamaño pueden acceder más fácilmente a este tipo de dieta. Los otros, mueren.

Hasta ahí, nada nuevo. Lo sorprendente fue cuando se pusieron a medir la población dos años después. La generación de pinzones del año 1978 ya no tenía el pico pequeño. Mayoritariamente, había pájaros de pico largo. Sorprendentemente, la evolución había sido muy rápida.

Evolución de dos generaciones de pinzones estudiados por los Grant entre 1976 y 1978

Evolución de dos generaciones de pinzones estudiados por los Grant entre 1976 y 1978 M.V.

"Es posible estudiar la formación de especies en tiempo real", apunta Rosemary. "Hay que tener la suerte de que el proceso ocurra sobre el tamaño de la muestra y justo cuando hay alguien estudiándola. Tuviemos la fortuna de que estábamos en una posición donde pudimos detectar una migración de especie de una a otra pequeña isla donde estábamos trabajando. Llegó un individuo y se mezcló con los residentes. Hubo hibridación que produjo descendencia. Los hijos de esa unión se acoplaron con los descendientes no de un derivado del original, sino de una segunda generación de híbridos. Se formó un nuevo linaje por hibridación de dos especies. Se comportó como una nueva especie, aunque no lo son porque sólo hay sólo pasaron seis generaciones y pensamos que tendría que haber mayor plazo para poderlo etiquetarlo como nueva especie".

Evolución para salvar especies como el lince

El hallazgo tiene también implicaciones muy significativas para la conservación “porque muestra una forma de medir la respuesta evolutiva de las especies a corto plazo ante fenómenos como las especies invasoras, o los eventos climáticos extremos”, señala el secretario del jurado Pedro Jordano, profesor de investigación en la Estación Biológica de Doñana del CSIC. “Los Grant, al documentar los fundamentos y mecanismos de cada etapa del proceso de formación de una especie, nos han ilustrado sobre la respuesta evolutiva de las especies, para saber con qué rapidez y en qué situaciones podemos esperar que se produzca”, señalan desde la Fundación.

Para Peter Grant la evolución es como una obra de teatro. Tan importante son los personajes y actores como la escenografía, es decir, el hábitat. “En la biología de la conservación, la mayoría de la gente se preocupa por la preservación de especies amenazadas, pero se presta mucho menos atención a la conservación de los lugares en los que viven esas especies”, afirma Peter. “Necesitamos dedicar mucha más atención a conservar los hábitats, y no solo poner el foco en la preservación de rinocerontes, tigres o elefantes. Si no hacemos un gran esfuerzo para preservar los hábitats de las especies amenazadas en su estado más puro posible, será muy difícil conservar la biodiversidad”.

En España, el conocimiento aportado por los Grant ha sido aplicado a la conservación del lince ibérico, siguiendo la estrategia llamada de evolución asistida: acelerar el proceso natural de evolución de una especie para realzar ciertos atributos que le permitan una mejor adaptación a las variaciones medioambientales. La idea es utilizar la variabilidad genética. Como explicaba este martes Pedro Jordano, profesor en laEstación Biológica de Doñana del CSIC, en el contexto del anuncio del premio, “es lo que se ha hecho con el lince en Doñana. Al encontrarnos ante una pérdida de variabilidad genética, junto a otras medidas preventivas, se han introducido individuos con genotipos que se adaptan mejor, por ejemplo mostrando mayor resistencia a enfermedades como la leucemia felina (FeLV)”.

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