Las proteínas son un macronutriente necesario para el funcionamiento del organismo por multitud de razones. Y en los últimos años se han popularizado mucho en forma de suplementación para aquellos que realizan ejercicio físico con la idea de aumentar su masa muscular. Pero si se sobrepasa la dosis recomendada pueden aparecer los problemas. Y, por lo que parece, esto es algo bastante habitual. Porque se estima que la población de las sociedades occidentales consume, de media, alrededor de un tercio más de la cantidad diaria de proteína recomendada.

Hasta el momento no había muchos estudios que hubiesen profundizado en los efectos adversos de todo esto. Pero este lunes un artículo científico publicado en la revista Nature Metabolism detalla las investigaciones científicas de expertos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh (Pensilvania, EEUU), que aseguran que el exceso de proteínas en la dieta podría aumentar el riesgo de sufrir aterosclerosis.

El Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre estadounidense define la aterosclerosis como una "afección frecuente que aparece cuando una sustancia pegajosa llamada placa se acumula en el interior de las arterias". Se desarrolla lentamente, a medida que el colesterol, la grasa, las células sanguíneas y otras sustancias de la sangre forman esa placa. Y cuando ésta se acumula, provoca un estrechamiento de las arterias. Algo que reduce el suministro de sangre con alto contenido de oxígeno que llega a los tejidos de los órganos vitales del cuerpo.

Según explican desde el instituto, las enfermedades relacionadas con la aterosclerosis son la principal causa de muerte en Estados Unidos. Y alrededor de la mitad de los estadounidenses de 45 a 84 años tienen aterosclerosis y no lo saben. Algo preocupante, teniendo en cuenta que la aterosclerosis "puede afectar a la mayoría de las arterias del cuerpo, incluidas las arterias del corazón, del cerebro, de los brazos, de las piernas, de la pelvis y de los riñones".

La reducción del flujo de sangre puede conducir a síntomas como la angina de pecho. Y si la placa se rompe, se puede formar un coágulo de sangre que puede bloquear la arteria por completo o trasladarse a otras partes del cuerpo. Los bloqueos, ya sean completos o incompletos, pueden causar complicaciones, que incluyen ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, demencias vasculares, disfunción eréctil o pérdida de una de las extremidades. Y, en los casos más graves, la aterosclerosis puede provocar la muerte o una discapacidad, según advierten desde el instituto.

Estudio

El estudio de la Universidad de Pittsburgh combinó pequeños ensayos en humanos con experimentos en ratones y análisis celulares en una placa de Petri. Y demostró que consumir más del 22% de las calorías de la dieta provenientes de proteínas puede conducir a una mayor activación de las células inmunes que desempeñan un papel en la formación de la placa aterosclerótica, lo que aumenta el riesgo de sufrir aterosclerosis.

"Nuestro estudio muestra que aumentar la ingesta de proteínas en pos de una mejor salud metabólica no es una panacea. Podría estar causando un daño real a sus arterias", afirmó Babak Razani, coautor del estudio y profesor de cardiología en la Universidad de Pittsburgh. "Nuestra esperanza es que esta investigación inicie un debate sobre las formas de modificar las dietas de una manera precisa que pueda influir en la función corporal a nivel molecular y reducir los riesgos de enfermedades", añadió.

Según una encuesta sobre la dieta estadounidense promedio durante la última década, los estadounidenses generalmente consumen muchas proteínas, principalmente de fuentes animales. Además, casi una cuarta parte de la población recibe más del 22% de todas las calorías diarias provenientes únicamente de proteínas.

Los expertos consideran que es probable que esa tendencia esté impulsada por la idea popular de que la proteína dietética es esencial para una vida saludable, tal y cómo explicó Razani. Pero sus análisis y otros previos han demostrado que la dependencia excesiva de las proteínas puede no ser tan buena para la salud a largo plazo.

Experimentos

Razani y el resto del equipo realizaron dos experimentos controlados en humanos utilizando cantidades graduadas de ingesta de proteínas. Para ello contaron con un total de 23 participantes masculinos y femeninos, cuyo índice de masa corporal se clasificó como sobrepeso. En el primer experimento participaron 14 participantes que ingirieron dos comidas líquidas de 500 kilocalorías, que en la primera ocasión eran muy ricas en proteínas y en la segunda muy bajas en proteínas. En el segundo experimento, 9 participantes consumieron una comida estándar de 450 kilocalorías en dos ocasiones con 16 gramos de proteína o 25 gramos de proteína. Los autores tomaron muestras de sangre antes y después de ambos experimentos, 1 y 3 horas después de la ingestión.

Con base en estos experimentos, los autores sugieren que más de 25 gramos de proteína en la dieta aumentan los niveles del aminoácido leucina en la circulación, lo que puede afectar a los monocitos y macrófagos (células que forman parte del sistema inmunológico). En experimentos celulares posteriores, los autores muestran que la leucina es el aminoácido predominante que puede activar la mTOR (que regula muchas funciones celulares, como la proliferación, la autofagia y la apoptosis) en estas células.

Además, en un experimento de seguimiento en ratones, los autores utilizaron tres dietas equivalentes (alta, moderada y baja en proteínas) y descubrieron que una ingesta de proteínas superior al 22% de sus necesidades energéticas dietéticas también aumentaba los niveles de leucina en circulación, lo que afectaba la células inmunes y activaba la mTOR. Los autores muestran además que niveles elevados de leucina son suficientes para promover la aterosclerosis en ratones macho, incluso en ausencia de dietas ricas en proteínas.

Los hallazgos del estudio pueden ser importantes para comprender la relación entre las dietas ricas en proteínas y los eventos cardiovasculares. Sin embargo, los propios autores admiten que se necesita más investigación. "Hemos demostrado en nuestros estudios mecanicistas que los aminoácidos, que en realidad son los componentes básicos de la proteína, pueden desencadenar enfermedades a través de mecanismos de señalización específicos y luego también alterar el metabolismo de estas células. Por ejemplo, pequeñas células inmunes llamadas macrófagos pueden desencadenar el desarrollo de aterosclerosis", detalló Bettina Mittendorfer, experta en metabolismo de la Universidad de Missouri (Columbia, EEUU).

La clave es que el exceso de proteínas puede afectar negativamente a los macrófagos, que son responsables de eliminar los desechos celulares, lo que lleva a la acumulación de un "cementerio" de esas células dentro de las paredes de los vasos y al empeoramiento de las placas ateroscleróticas con el tiempo.

Los hallazgos son particularmente relevantes en entornos hospitalarios, donde los nutricionistas suelen recomendar alimentos ricos en proteínas a los pacientes más enfermos para preservar la masa muscular y la fuerza. Aunque Razani es cuidadoso al señalar que aún quedan muchas preguntas sin resolver. Por ejemplo, qué sucede cuando una persona consume entre el 15% de las calorías diarias provenientes de proteínas (como recomienda el Departamento de Agricultura estadounidense), y el 22% que ellos han señalado como peligroso. Y también si hay algún producto que logre maximizar los beneficios de las proteínas, como el aumento de masa muscular, evitando al mismo tiempo los efectos dañinos.