Tenemos la certeza absoluta de que un asteroide impactará en la Tierra. Ya ocurrió en el pasado y ocurrirá, tarde o temprano, en el futuro. Pero no somos dinosaurios y -como nos comentaba en una entrevista reciente el astrofísico de Harvard, Avi Loeb, en una entrevista reciente- nuestro cerebro es el mejor activo que tenemos para no terminar como los dinosaurios.
En 1994 el cometa Shoemaker-Levy 9 colisionó con Júpiter proporcionando la primera observación directa de una colisión extraterrestre entre objetos del sistema solar y la percepción del peligro fue determinante. Desde entonces los programas de las agencias espaciales están decididas en el desarrollo de lo que se conoce como defensa planetaria en la que ya están trabajando las agencias espaciales americana y europea, la NASA y la ESA. También la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA).
Se ha creado una suerte de carrera armamentística colaborativa contra los asteroides que favorece el desarrollo científico y tecnológico y que, a diferencia de otras, esta es para salvarnos de la destrucción. En 2019 el Consejo Ministerial de la Agencia Espacial Europea se destinó un presupuesto entre 2020 y 2024 de 14.400 millones de euros a la defensa planetaria. España comprometió 852 millones de euros.
"Se calcula que cada euro puesto en el espacio deja entre 4 y 5 euros de retorno. Se tiene que mirar mucho este retorno, es importante el conocimiento científico pero esto es dinero público y hay que garantizar su optimización", Mariella Graziano, Directora ejecutiva de estrategia y desarrollo comercial de Sistemas de Vuelo y Robótica de Espacio de GMV. Graziano y su equipo está dentro del programa HERA de la ESA que junto con DART de la NASA crea el proyecto AIDA, de colaboración entre ambas agencias.
"Los objetos que preocupan a los científicos son los que tienen un tamaño superior a 140 metros y una distancia de aproximación a la Tierra por debajo de 19 veces la distancia de la Tierra a la Luna", explica a El Independiente José María Madiedo, astrofísico del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC).
"Sólo se detectan por reflejo de la luz del Sol y además son muy oscuros, por lo que muchos no se les puede detectar hasta que no están cerca de nosotros"
Asteroid Bennu. NASA
Son los objetos potencialmente peligrosos los que están siendo monitorizados por las agencias espaciales. Si bien ningún asteroide conocido de más de 140 metros de tamaño tiene una probabilidad significativa de golpear la Tierra durante los próximos 100 años, hasta la fecha se han encontrado menos de la mitad de los 25.000 objetos estimados que tienen 140 metros o más. “Ahí es donde sigue habiendo seguimiento del cielo nocturno. Estos objetos no emiten luz propia, sólo se detectan por reflejo de la luz del Sol y además son muy oscuros, por lo que muchos no se les puede detectar hasta que no están cerca de nosotros, hasta que no son un puntito brillante entre las estrellas”, afirma Madiedo.
"La tecnología para protegernos de un asteroide está todavía en fase de pruebas, no están muy desarrolladas. Lo que sí hay es más concienciación de las agencias espaciales de la importancia de la defensa planetaria. Pero la tecnología tiene que depurarse mucho”, explica este astrofísico.
Jugar al billar con los asteroides peligrosos
Este año DART de NASA enviará un proyectil contra un sistema binario de asteroides: Didymos. Son dos asteroides, uno grande con un pequeño que gira alrededor de otro. Se envía en 2021 pero impactará en dentro de un par de años.
"Esto es como un billar, - explica Mariella Graciano- como está muy lejos si la desviación es mínima supondrán un gran cambio en su rumbo a larga distancia. Así un objeto puede dejar de ser peligroso".
"La defensa planetaria es un campo que está atrayendo empresas e investigadores porque tiene un gran potencial"
Comet Neowise. NASA
La misión HERA de ESA en 2024 quiere ir al asteroide Didymos a estudiar el impacto de DART, para poder crear modelos para el futuro. “A esta distancia, con este golpe, hemos desviado tanta distancia, si viene otro, qué tendría que hacer. Para responder a esto se necesitan los modelos matemáticos pero para desarrollarlos se necesita recopilar datos". Y eso es lo que su equipo hace, desarrolla el pilotaje de la misión HERA para que se aproxime a los los objetos. “Tendrá que rodear a los asteroides y analizarlo, y lo hará por medio de imágenes", señala.
Los niveles de autonomía de esta misión y el sistema de piloto automático tienen aplicaciones en la vida terrestre de hoy y de mañana. “En el ámbito militar o en el de drones. Incluso los algoritmos desarrollados para HERA, nuestro pilotaje que se fija en punto de la superficie del asteroide para observarlo, se están usando para el reconocimiento de lunares potencialmente peligrosos en el cuerpo humano". Su equipo trabaja también con mucha robótica que pasa la investigación espacial a la investigación terráquea.
José María Madiedo, por su parte, en base a los impactos de meteoritos en la Luna está creando un modelo estadístico para ver a qué nos podemos enfrentar en el futuro en términos estadísticos.
"La defensa planetaria es un campo que está atrayendo empresas e investigadores porque tiene un gran potencial. Si no cambia el rumbo dentro de las grandes agencias seguirá siendo interesante. Hay varios grupos de investigación de España en empresas involucradas en investigaciones que tienen que ver con los impactos de meteoros en nuestro planeta", afirma el astrofísico. Pero la gran ventaja de esta carrera científica para Madiedo es que "estamos hablando de protegernos de un peligro real. Es algo quizá se ha tardado un poco pero ahora se ha tomado muy en serio".
Grandes impactos en la Tierra
Además del impacto que acabó con los dinosaurios tenemos muchas evidencias de antecedentes en impactos de asteroides en la Tierra. El cráter Vredefort en Sudáfrica nos muestra un impacto de hace 2.000 millones de años. Es el cráter visible más antiguo que hay en la superficie de la Tierra y tiene 300 kilómetros de diámetro. También posee la misma composición el cráter Zhamanshin que se encuentra en Kazajstán, el más grande caído en el último millón de años.
Contamos con unos cuantos acontecimientos, por ejemplo el conocido fenómeno de Tunguska, hito por el cual se declaró el 30 de junio como Día del Asteroide. En 1908 un bólido de unos 37 metros de diámetro entró en la Tierra; se precipitó a tal velocidad que junto con las diferencias de presión y las altas temperaturas que alcanzó el cuerpo, acabó estallando en el aire sobre esta región de Siberia, derribando 80 millones de árboles en un espacio de alrededor de 2.100 kilómetros cuadrados.
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