Solo esta semana la Agencia Espacial Europea (ESA) ha comunicado dos novedades importantes. Por un lado ha publicado nuevas imágenes capturadas por su telescopio espacial, Euclid, donde se pueden ver desde nubes de gas y polvo cercanas hasta cúmulos de galaxias lejanos. Y por otro ha confirmado que en las dos primeras semanas de julio, cuatro años más tarde de lo previsto, el cohete Ariane 6 estará listo para volar. Lo que significa que el Viejo Continente volverá a tener acceso directo al espacio.

Son dos grandes noticias que muestran lo agitado que está el sector espacial en la actualidad, con multitud de misiones, tanto en marcha como en la rampa de salida, capitaneadas ya no solo por las agencias espaciales nacionales, sino también por empresas privadas como SpaceX. En medio de ese maremágnum, España ya ha estrenado su propia agencia espacial estatal. Pero ha quedado claro que, por lo pronto, todos los grandes proyectos que lleve a cabo nuestro país seguirán yendo de la mano de la ESA.

Con motivo de la publicación de las nuevas imágenes de Euclid, Carole Mundell, directora de ciencias de la ESA, ha atendido a El Independiente desde el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC), que ella misma dirige en Villafranca del Castillo, a 30 kilómetros de Madrid. Con la excusa de hablar de esta misión, una de las más importantes de la ESA porque pretende cartografiar el Universo para hacer un mapa 3D de su estructura a gran escala, repasamos la actualidad de la agencia europea. Desde la ruptura de relaciones con Rusia a las misiones a las lunas de Saturno y Júpiter, que podrían ser habitables, pasando por su intención de superar a la NASA.

Pregunta. Euclid se lanzó para responder tres preguntas: cómo se originó el Universo, de qué está compuesto y cuáles son las leyes fundamentales de la física. ¿Hemos aprendido algo nuevo?

Respuesta. Euclid se lanzó en julio del año pasado, y desde entonces hemos empezado a recoger datos científicos. Vamos a estar seis años estudiando el 36% del cielo extragaláctico, retrocediendo en el tiempo 10.000 millones de años. Y al final habremos observado al menos 8.000 millones de galaxias, y habremos estudiado las propiedades detalladas de 1.500 millones de ellas para intentar comprender la naturaleza de la materia oscura y de la energía oscura y cómo se acoplaron a lo largo de la historia cósmica.

Eso es realmente el 95% del universo que no entendemos. El otro 5% es materia ordinaria: estrellas, galaxias, polvo, los átomos que forman a los humanos... Así que esas son las grandes preguntas que estamos tratando de responder. Y lo que hemos hecho en los últimos meses es empezar a probar nuestras cámaras para asegurarnos de todo funciona exactamente como debería.

Ya hemos demostrado que tenemos las imágenes más bellas del universo, porque podemos fotografiar grandes áreas del cielo muy rápidamente y con muy buena sensibilidad. Por eso podemos ver galaxias muy débiles muy atrás en el tiempo con una visión cristalina. Para que se entienda el potencial de la misión, uno de los primeros descubrimientos de Euclid es que hemos sido capaces de observar algunos de los bloques de construcción más antiguos de las galaxias. Se trata de bolas de estrellas unidas por la fuerza de la gravedad, y las estamos estudiando como nunca antes.

P. ¿Qué descubrimientos han traído las nuevas imágenes de Euclid que la ESA ha publicado esta semana?

R. Muestran algunas de las estructuras más masivas conocidas en el universo, llamadas cúmulos de galaxias. Y también cómo la materia oscura oculta influye en la naturaleza del espacio-tiempo. Vamos a ser capaces de observar miles de galaxias, pero también podremos mostrar algunas de las estrellas que han sido arrancadas de esas galaxias y brillan por sí mismas, produciendo lo que llamamos la luz intracúmulo.

Esto nos da una idea de cómo está distribuida la materia, tanto la que podemos ver a través de la luz como la materia oscura. Y comienza a darnos una idea de dónde está esa materia oculta y cómo se agrupa y arrastra a la otra materia con ella. Vamos a poder analizar cómo se están formando las estrellas en esas galaxias, y también empezar a ver cómo los grupos más pequeños de galaxias chocan entre sí. Así es como evoluciona el universo y cómo pasamos del Big Bang y las pequeñas fluctuaciones del principio a los tipos de estructuras que vemos hoy en día.

P. ¿Hasta qué punto ha sido problemático el hielo del espacio para la misión?¿Y qué se está haciendo para controlarlo?

R. Ya sabíamos por Gaia, una misión anterior, que el hielo podría ser un problema. Y con Euclid nos dimos cuenta de que tendríamos una dificultad con la congelación de la humedad a medida que nos adentráramos en el espacio profundo. Creemos que en la óptica del telescopio se formó una capa de hielo que era menor que el grosor de una hebra de ADN, pero nuestros instrumentos son tan sensibles que nos preocupamos por ella. Es casi imposible construir un instrumento que no tenga estos problemas, así que a Euclid le hemos puesto una instalación especial que calienta el satélite. Lo justo para que el hielo se derrita y podamos tener una visión clara del cosmos, pero sin destruir la calibración de nuestras cámaras.

P. ¿Qué órdenes pueden darle a Euclid desde la Tierra?

R. La forma en que funciona Euclid es un poco diferente a otras misiones. En el Telescopio Espacial Hubble, por ejemplo, que es una misión de la NASA y la ESA, los científicos pueden escribir propuestas con ideas científicas, y luego sus compañeros decidirán si se utiliza el telescopio para hacer las observaciones que se han propuesto. Pero Euclid es una misión muy eficiente. Tiene lo que llamamos un patrón de sondeo autónomo, porque le hemos diseñado todas las instrucciones de observación con antelación basándonos en las respuestas científicas que intentamos obtener.

Tenemos que asegurarnos de que nuestros científicos sean capaces de encontrar todas las galaxias que necesitan para la cosmología. Y no podemos hacerlo diciéndole cada día que apunte a esta parte del cielo o a aquella. Por eso tiene un software bastante complejo en el que hemos optimizado todo el patrón de exploración, y luego todas esas instrucciones se cargan en el satélite para que posteriormente podamos descargar esos datos de la manera correcta.

P. ¿Qué significaría para nosotros comprender realmente la historia y el funcionamiento de la materia y la energía oscuras?

R. Es una pregunta muy profunda. ¿Cuál es la naturaleza del 95% del universo que no comprendemos? Vemos el efecto de gravitación de la materia oscura. Vemos la expansión acelerada del universo. Pero no entendemos las leyes de la física que rigen eso, porque va más allá de nuestros conocimientos actuales. Así que resolver esas grandes cuestiones tan fundamentales es increíblemente profundo. Por eso importante obtener una respuesta a por qué el universo se comporta de la manera en que lo hace y cómo se comporta a medida que retrocedemos en el tiempo cósmico.

P. Euclid mira al pasado para responder a muchas preguntas. Pero, ¿hasta dónde podemos retroceder en el Universo?

R. Sabemos que el universo tiene unos 13.800 millones de años. Ya hemos detectado los últimos rescoldos del Big Bang. El satélite Planck de la ESA, que se lanzó hace unos años, hizo un mapa que mostraba la temperatura del fondo cósmico de microondas, pero también las pequeñas fluctuaciones de esa temperatura, que creemos que son las semillas cuánticas de las galaxias, estrellas y planetas actuales.

Así que ya nos hemos remontado a ese principio. Ahora con Euclid estamos retrocediendo en el tiempo hasta hace 10.000 millones de años para comprender realmente cómo ha evolucionado el universo y cómo ha evolucionado esa estructura en función del tiempo. Así que sabemos cómo empezó, creemos saber cómo es hoy, y queremos entender cómo llegó a ser así.

P. ¿Es preocupante que el universo se expanda a un ritmo acelerado? ¿Sería preferible un universo en contracción?

R. Yo diría que, para nuestra vida cotidiana, el hecho de que el universo se expanda o se contraiga no nos afecta. Afortunadamente, creo que un universo en contracción es una idea bastante alarmante. La idea del Big Crunch, de que todo vuelva a juntarse. No me gustaría vivir en el universo en ese momento. Pero sabemos que ese no es el caso.

Creo que un universo acelerado y en expansión es un verdadero enigma. Es apasionante para los científicos porque va más allá de nuestros conocimientos actuales. Se calculó experimentalmente midiendo distancias a estrellas en explosión llamadas supernovas. El hecho de que nuestras ecuaciones y leyes físicas actuales no lo expliquen nos dice que nos estamos perdiendo algo de comprensión y entendimiento físico profundo sobre la naturaleza del universo. Así que para mí no es preocupante. Es emocionante porque tenemos un gran problema, un gran rompecabezas que resolver, pero no es uno que vaya a causarnos ningún daño en nuestra vida cotidiana.

P. Hablando ya sobre la agencia en general. ¿Cómo les ha afectado la ruptura de relaciones con Rusia?

R. Cuando Rusia invadió Ucrania nuestro consejo de gobierno, formado por nuestros 22 estados miembros, que son los que proporcionan nuestro presupuesto, tomaron la decisión de que, como agencia, debíamos romper nuestras relaciones con Rusia. Y lo hicimos. Fue una decisión ética que tuvo un impacto inmediato en la misión Euclid, porque estaba destinada a lanzarse en un cohete ruso.

Así que en términos prácticos, tuvimos que idear una solución. Y decidimos que trabajaríamos en colaboración con SpaceX para tener la misión lista para volar en un cohete Falcon 9. SpaceX nunca había lanzado antes un satélite como Euclid, así que tuvimos que desarrollar en pocos meses un adaptador especial. Sus ingenieros trabajaron en estrecha colaboración con los ingenieros de la ESA para asegurarse de que podíamos mantener la nave espacial limpia, segura y estable mientras lo lanzábamos. El día del lanzamiento todo fue muy bien, fue muy soleado en Florida. Y Euclid se encuentra ahora a su distancia operativa de 1.000.000 km de la Tierra.

P. Así que quizás en el futuro la ESA vuelva a colaborar con SpaceX.

R. Sí. Esa relación con SpaceX era algo que necesitábamos en ese momento. Necesitamos una aprobación especial de nuestro consejo, porque nuestras misiones están diseñadas para lanzarse, por ejemplo, en cohetes Ariane o en cohetes Vega. Muchos de nuestros estados miembros están interesados en desarrollar capacidades de lanzamiento de cohetes, y hemos tenido un servicio fenomenal de los cohetes Ariane.

P. Y este verano ya tendrán operativo el Ariane 6.

R. Lo tendremos. Bueno, tenemos muchas esperanzas. Nuestro director general, puso un mensaje diciendo que las cosas van bien, y estamos esperando a que se produzca el vuelo inaugural, que creemos que será en julio. Así que crucemos los dedos, porque tenemos misiones listas para lanzar en el Ariane 6.

P. ¿Cuántas misiones tienen en marcha?

R. Bueno, hay muchas. En términos de misiones científicas, actualmente tenemos 18 misiones operando en el cielo que cubren todo, desde la física del sistema solar hasta la galaxia y la cosmología. Y tenemos varias misiones grandes en preparación. Como SMILE, que estudiará la interacción entre el sol, el viento solar y la magnetosfera de la Tierra a partir del 2025.

Con Plato analizaremos los planetas que giran alrededor de estrellas como el Sol en 2026. Con Ariel, en 2029, planeamos estudiar las propiedades térmicas y atmosféricas de mil exoplanetas. Y en ese mismo cohete también lanzaremos Comet Interceptor, que es una pequeña misión ingeniosa que esperará a que pase un cometa prístino por el borde del sistema solar para perseguirlo.

Y luego, por supuesto, tenemos Envision, que irá a Venus para estudiar el planeta, desde su atmósfera superior hasta el núcleo, en 2031. En 2035 lanzaremos Lisa, y será la primera vez que la humanidad tenga un interferómetro de ondas gravitacionales en el espacio. La idea es lanzar tres naves espaciales que estarán separadas por 2,5 millones de kilómetros y volarán juntas como un instrumento perfecto para detectar literalmente las ondulaciones en el espacio-tiempo. Y en torno a 2037 lancemos esperamos lanzar la siguiente gran misión de rayos X, llamada NewAthena.

Tenemos un abanico muy interesante que abarca el sistema solar, otros planetas y, literalmente, los confines del espacio-tiempo, incluido Euclid, por supuesto. Es una época emocionante y muy ajetreada.

P. ¿Qué zonas del sistema solar tienen más esperanza de que sean habitables?

R. Obviamente sabemos que la Tierra está en la zona habitable. Está justo a la distancia correcta del Sol. Y a partir de ahí tenemos algunas misiones como Juice, que se dirige a Júpiter para para medir sus propiedades y valorar si son propicias para la vida. Pensamos que la vida en la Tierra surgió de los océanos líquidos salados, y creemos que debajo de la corteza helada de lunas como Ganímedes puede haberlos. Y en el futuro, cuando planifiquemos una misión para principios de la década de 2040 a Saturno, también estudiaremos sus lunas.

Nuestros científicos han hecho un estudio de dos años con nuestros ingenieros y nos han dicho que la mejor manera de buscar vida es ir a Encélado, que es una luna de Saturno, volar a través de sus penachos -donde hay agua- y hacer algunas mediciones, y luego aterrizar en la superficie y buscar signos de vida.

P. ¿Por qué Encélado es tan interesante?

R. Lo que hicieron nuestros científicos cuando llevaron a cabo esta revisión tan profunda fue buscar los ingredientes que creen que hacen habitable un cuerpo del sistema solar. Tiene que haber una fuente de energía y tiene que haber una fuente de agua. Y luego calor para caldear el océano y cierta estabilidad.

Obviamente, si un planeta orbita alrededor de una estrella muy activa o que produce grandes cantidades de radiación de partículas cargadas es menos probable haya vida. Y por eso Encélado fue considerado como el mejor candidato. También porque su superficie tiene fisuras y grietas. Y esos penachos que creemos ver con el telescopio espacial James Webb vienen de abajo, así que podremos tomar muestras de lo que hay bajo la corteza. Podremos perforar, podremos hacer mediciones y también podremos volar a través de esos penachos y buscar cosas como moléculas prebióticas. Encélado cumple todos los requisitos.

P. ¿Con las lunas de Júpiter pasa lo mismo?

R. Sí. Por eso queremos ir a Júpiter con la misión Juice, que está en camino. Llegará allí alrededor de 2031. Creemos que las lunas de Júpiter, y en particular Ganímedes, que está un poco más lejos de Júpiter que Europa, deberían tener las condiciones propicias para la vida. Es otro buen candidato para la habitabilidad, porque esperamos que haya océanos líquidos y salados bajo la corteza de hielo. Lo único que no hará Juice es aterrizar para tomar muestras de la superficie. Pero iremos allí y haremos todos nuestros estudios. Probablemente volaremos a unos 200 km por encima de la superficie del planeta. Así que podremos hacer muchas mediciones importantes del medio ambiente.

P. Josef Aschbacher, director general de la ESA, dijo que para el año 2040 seréis líderes en exploración espacial. ¿Es realista pensar que pueden superar a la NASA?

R. Bueno, puedo hablar por experiencia de nuestro programa científico, y creo que todas nuestras misiones son únicas y líderes en el mundo. Son las mejores del mundo porque están diseñadas así. No hay nada en el mundo como Euclid. No habrá nada como Lisa. Cada una de estas misiones, debido a la intensa competencia y a la experiencia que tenemos, producen misiones que son líderes mundiales e increíblemente ambiciosas.

Y luego invitamos a socios internacionales a que se unan a nosotros. Colaboramos con la NASA, que proporciona instrumentos o componentes clave para estas misiones. Y así tenemos misiones científicas icónicas líderes en el mundo. Creo que es justo tener ambición. Y creo que tenemos el talento, las habilidades, la creatividad y la industria. Tenemos todo eso en Europa. Así que no hay razón para que no podamos alcanzar nuevas cotas.

P. Pero, ¿cree que ahora mismo la NASA sigue siendo el líder en la exploración espacial? ¿O es SpaceX?

R. La NASA es una agencia emblemática. Tienen un pedigrí que se remonta a las misiones Apolo. Tienen ingenieros con un talento increíble. En Estados Unidos, obviamente, hay un ecosistema ligeramente diferente al europeo. Pero la NASA trabaja muy estrechamente con nuestros socios industriales que, de nuevo, están impulsando la innovación en nuevas empresas emergentes. Y SpaceX, por supuesto, es una empresa estadounidense de gran éxito.

P. ¿Qué me puede contar del proyecto Solaris?

R. Se trata de obtener energía solar desde el espacio. Es algo en lo que están trabajando nuestros ingenieros, y es una idea muy creativa e innovadora. Y hay muchos retos técnicos que tenemos que resolver para poder hacerlo. Pero, por supuesto, es energía gratuita y limpia. Y una de las cosas que realmente tenemos que resolver para salvar nuestro planeta del cambio climático acelerado es encontrar alternativas a las fuentes de energía fósiles.

P. La última. ¿Le preocupa que un país como China se apodere de los recursos de la Luna?

R. China es un país muy dedicado a la ciencia y la tecnología, y tenemos colaboraciones con ellos. Para mí, la ciencia forma parte de una conversación más amplia con la sociedad. La geopolítica es un gran reto. Pero la ciencia espacial es algo que hacemos por la humanidad, en colaboración y de forma pacífica.

La Luna, por supuesto, es un lugar de increíble interés científico. Queremos comprender el origen su origen porque nos ayudará a entender el origen de la Tierra, porque hay algunas teorías. Además, también es muy interesante por sus recursos. En ese sentido, creo que los políticos deben discutir a nivel internacional cuáles deben ser las normas de comportamiento cuando dejemos este planeta y vayamos a explorar otros mundos. La NASA, por supuesto, ha propuesto los Acuerdos Artemisa, y han estado hablando con países afines. Pero creo que todos los países que tienen la capacidad técnica para ir a nuevos mundos, en mi opinión personal, también tienen la obligación de hablar con otros socios para hacerlo de manera responsable.