En mitad del desequilibrio político mundial provocado por la agresión de Rusia a Ucrania, la diplomacia climática internacional continúa viva haciendo equilibrismo entre los intereses particulares de los países y entre las contundentes evidencias científicas del desastre del cambio climático que requiere la acción coordinada de la humanidad. 

Después de dos semanas de conversaciones ayer se consensuó el documento resumen para responsables de políticas del informe del Grupo de Trabajo II del Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), Cambio Climático 2022: Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad. El documento fue aprobado por 195 miembros de gobiernos que participan en el IPCC y se ha hecho público hoy. Si bien Rusia se ha mantenido siempre en las posiciones más conservadoras y bloqueadoras en las diferentes cumbres del clima, a día de hoy, se mantiene en el IPCC dentro de la diplomacia climática.

Hasta ahí la única buena noticia, la diplomacia climática sigue viva y esta es la única herramienta institucional disponible para afrontar el reto del cambio climático. Una pírrica buena noticia teniendo en cuenta que los principales gobiernos del mundo están en plena escalada militar. La mala noticia -y esta no es pírrica- es que, una vez más, el informe del IPCC incide en que el cambio climático va más deprisa de lo esperado.

“Este informe es una advertencia terrible sobre las consecuencias de la inacción”, ha declarado Hoesung Lee, presidente del IPCC. “Muestra que el cambio climático es una amenaza grave y creciente para nuestro bienestar y una vida saludable. Nuestras acciones de hoy darán forma a cómo las personas se adaptan y la naturaleza responde al aumento de los riesgos del clima”. 

En este informe se pone de relieve cómo el cambio climático afecta a los ecosistemas y a los sistemas económicos y sociales que hemos creado los humanos en relación con nuestro medio natural. “Este informe reconoce la interdependencia del clima, la biodiversidad y las personas e integra ciencias naturales, sociales y económicas con más fuerza que las evaluaciones anteriores del IPCC”, dijo Hoesung.

“El coste de la inacción es mayor que el de la acción en términos económicos y no económicos como vidas humanas”, destaca Marta G. Ribera científica del CSIC que ha participado en la elaboración de este informe. “A causa del cambio climático ya se ha reducido un 5% la producción del maíz, trigo y arroz, y un 21% el factor de producción de alimentos en el mundo. En los distintos escenarios de cambio climático esto será más agudo. De entrada el 10% de la superficie actual de tierras cultivables actuales no serán utilizables  y los trabajadores del campo estarán expuestos a más días de calor que reducirán su productividad”, ha señalado la científica en un encuentro con periodistas.

Por su parte Jofre Carnicer (CREAF-UB), también autor en esta nueva entrega del IPCC, ha incidido en cómo afecta el cambio climático en España ya que será más vulnerable a las sequías continuadas. “Un riesgo que será mayor si los países en las próximas dos décadas no reducen sus emisiones de efecto invernadero y se mitiga la subida de las temperaturas”. La región mediterránea es especialmente vulnerable al cambio climático y en nuestro territorio serán las sequías, además de las lluvias torrenciales, las principales amenazas que afectarán a nuestra forma de vida y a nuestra economía. “El sureste peninsular será el más afectado por el cambio climático y es allí donde está la conocida como huerta de Europa”, señaló la científica del CSIC. Para esta experta en seguridad alimentaria hay que adaptarse, no hacer nada no es una opción, y en materia de adaptación este informe señala que las políticas de los estados tienen mucho trabajo por delante, pues no nos estamos preparando para el cambio climático. Por ejemplo, en España la ausencia de agua nos obliga a una transición hídrica y los nuevos incendios requieren de más inversión en prevención.

“El informe de 3500 páginas pone el marco a las políticas climáticas de los próximos años. Los riesgos e impactos climáticos serán más graves de lo que se pensaba y se están acelerando, están apareciendo más rápidamente”, ha destacado la responsable de Cambio Climático de la organización ecologista Greenpeace. “No estamos preparados para los impactos actuales y esto ya está costando vidas y según el informe 3.300 millones de personas viven en zonas de alta vulnerabilidad”, ha destacado la ecologista.

Una naturaleza resiliente

Según el informe del IPCC salvaguardar y fortalecer la naturaleza es clave para asegurar un futuro habitable y es la mejor opción para adaptarse a un clima cambiante.  “Los ecosistemas saludables son más resistentes al cambio climático y brindan servicios críticos para la vida, como alimentos y agua limpia”, dijo el copresidente del Grupo de Trabajo II del IPCC, Hans-Otto Pörtner. “Al restaurar ecosistemas degradados y conservando de manera efectiva y equitativa del 30 al 50 por ciento de la tierra cultivable, hábitats de agua dulce y océanos, la sociedad puede beneficiarse de la capacidad de la naturaleza para absorber y almacenar carbono, y podemos acelerar el progreso hacia el desarrollo sostenible, pero la financiación adecuada y el apoyo político son esenciales”.

Los científicos que firman el documento señalan que el cambio climático interactúa con tendencias globales como el uso insostenible de recursos naturales, urbanización creciente, desigualdades sociales, pérdidas y daños por eventos y una pandemia, poniendo en peligro el desarrollo futuro.

Como en anteriores informes del IPCC se acentúa la relevancia de la adaptación de las ciudades al cambio climático, debido a que los espacios urbanos cada vez acumulan más población y en ellas las temperaturas extremas se acentúan con lo que supone de peligro para la población que las habitan, especialmente los mayores, más vulnerables a la subida de temperaturas.