"Mike lleva cuatro meses en la cárcel. Y quería hacer algo por él, porque estoy bastante frustrada". Así explica Elena González por qué decidió el pasado jueves rociar la fachada de la embajada británica de Madrid con pintura roja y negra. Colores que no fueron elegidos al azar, porque son los que siempre utiliza en sus protestas Futuro Vegetal, un colectivo de "desobediencia civil y acción directa para luchar contra la crisis climática". "Lo que queríamos era intentar presionar al gobierno británico para que libere a mi prometido y al resto de activistas encarcelados injustamente", añade Elena.

Así que se compró un vestido de novia en una tienda de segunda mano, llenó unos extintores con pintura y, con la ayuda de dos activistas más, cubrieron por completo la cristalera exterior de la embajada, ubicada en la Torre Emperador del Paseo de la Castellana, en el área conocida como Cuatro Torres Business Area. La Policía, que no tardó en llegar, les identificó, les requisó el material y trasladó a las tres chicas a la comisaría de Moratalaz, donde estuvieron detenidas unas seis horas, según explica la propia Elena a El Independiente.

"No nos tendrían que haber detenido, fue una protesta pacífica y ya habíamos terminado. No le veo mucho sentido a tener que pasar por el calabozo", sostiene Elena, que afirma que el comportamiento que tienen los policías con los activistas deja mucho que desear. "Hay mucho paternalismo y machismo, y ciertos comentarios que no son apropiados en personas que deberían estar haciendo su trabajo. Y eso que nosotras nos sentimos incluso unas privilegiadas, porque hay gente a la que tratan peor. Hemos visto cosas a magrebíes...", rememora.

Sin embargo, se muestra convencida de que mereció la pena. Los derechos que hemos ganado históricamente, asegura, se han conseguido siempre con protestas y desobediencia civil. Y tienen muy claro que para que su mensaje llegue al público tienen que hacer mucho ruido mediático. De lo contrario, afirma que "nadie les escucha". Su objetivo en este caso era poner encima de la mesa el caso Mike. Y lo cumplieron con creces.

"Mike consiguió, junto con otros dos activistas, interrumpir el suministro de armamento que una empresa británica enviaba a Israel, que luego era utilizado para bombardear Palestina", explica Elena, que recalca varias veces que se trató de una acción pacífica, que causó daños materiales y empresariales, pero no humanos. "A él le condenaron a 27 meses de cárcel, aunque luego se lo rebajaron a 23. Pero tiene pendiente otro juicio por otra acción parecida que puede sumarle más tiempo a su condena. En Reino Unido está aumentando muchísimo la represión", añade.

Una boda interrumpida

Elena, que es doctora en Astrofísica, conoció a Mike, físico teórico, gracias a Rebelión Científica, otra organización activista. Ella era miembro, y él, cofundador. Llevaban tiempo siendo amigos, pero comenzaron a salir juntos hace un año y medio, y el año pasado se prometieron. Ambos vivían juntos en Granada, de donde es Elena, hasta que Mike tuvo que volverse a Reino Unido para ingresar en prisión. De eso hace ya cuatro meses, y trastocó todos sus planes.

"Estamos a la espera de ver si nos podemos casar. El año pasado hicimos una fiestecilla en España, pero la burocracia española va tan lenta que no nos llegaron los papeles. Por eso queríamos repetirla, y aunque no teníamos fecha fija la queríamos hacer cuanto antes", explica la novia. Y añade: "Mike probablemente salga de la cárcel con una pulsera electrónica antes de los 23 meses. Está pendiente del otro juicio, pero a lo mejor en agosto puede estar fuera. Y yo me tendré que ir allí a vivir con él hasta que le dejen volver. Aunque ahora con el Reino fuera de la UE es más complicado".

Cartel de la organización activista Rebelión Científica para pedir la liberación de su cofundador, Mike Lynch-White

Elena no pudo avisar a Mike de que planeaba pintar la embajada británica. Desde que ingresó en prisión todas las conversaciones que mantienen son escuhadas por policías, así que hacerlo habría puesto en peligro su plan. Pero cuando ya había pasado todo, se lo contaron. "Mike se ha enterado ya, y está muy contento de que haya mucha gente solidarizándose con protestas en varios países. Siente que su sacrificio no ha sido en vano, y que ha inspirado a la gente", confirma su prometida.

Quitando esta última actuación, Elena explica que ya está menos activa en el mundo del activismo climático. Pero en el pasado participó en otras protestas. De hecho, ella misma tiene incluso un proceso judicial abierto por arrojar pintura "biodegradable" a la fachada del Congreso de los Diputados en Madrid. Está a la espera de que se celebre el juicio, pero le piden cuatro años de cárcel.

Protestas por todo el mundo

Durante toda la conversación, Elena se muestra muy precavida a la hora de dar cualquier tipo de detalle sobre el funcionamiento de las organicaciones activistas y de los planes que tienen en el futuro. Sería, dice, dar demasiada información a la Policía. Pero sí explica que este fin de semana hay convocadas manifestaciones en Portugal, Francia, Inglaterra, México, Sierra Leona y Reino Unido para pedir la libertad de Mike. Algo que desmuestra que, dentro del mundo del activismo climático, su prometido es un peso pesado.

"Estamos dando la voz de alarma porque estamos inmersos de lleno en una crisis climática que puede provocar el sufrimiento y la muerte de millones de personas. Y no lo decimos los activistas, lo dice la ciencia. Pero los gobiernos en lugar de tomar medidas o dejar que la población decida nos están criminalizando", concluye Elena.