La COP o Conferencia de las Partes es un encuentro multilateral que se celebra todos los años desde 1995, menos en 2020 que se canceló por la pandemia de covid. La historia de las cumbres se inicia en Río de Janeiro, en el año 1992, donde se celebró la segunda Cumbre de la Tierra, un acontecimiento en el que los países reconocieron la importancia de poner el planeta entre las prioridades de los gobiernos. Uno de los puntos más importantes que se aprobaron fue la creación del Convenio Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) por el que se celebran los encuentros de la COP, esto es, la Conferencia de las Partes.  

La primera reunión se celebró en Berlín, con la participación de los estados signatarios. Desde entonces, un total de 197 estados se han sumado al Convenio Marco. Para respaldar a las partes, los países, se han apoyado para tomar sus decisiones en una base científica e imparcial sobre la evolución del cambio climático de los informes periódicos elaborados por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, en inglés). Estos expertos son propuestos por los países y elegidos bajo el criterio de la excelencia académica. Los miembros del IPCC recopilan las últimas evidencias científicas sobre el impacto de las actividad humana sobre el clima y sus consecuencias actuales y futuras. No cobran por ello, su trabajo tiene que ser desinteresado.

En estas tres décadas de diplomacia climática, destacan dos momentos significativos. El primero tuvo lugar en Japón en 1997, cuando se aprobó el Protocolo de Kioto, un acuerdo internacional asociado al Convenio Marco que estableció compromisos de reducción o limitación de emisiones diferenciados para los países desarrollados. Aunque la mayoría de los países cumplió con los compromisos, Estados Unidos y Canadá, dos de los principales emisores de gases de efecto invernadero, no lo firmaron. España fue uno de los países incumplidores, lo que obligó a comprar derechos de emisión de otros.

La cumbre más decisiva de los últimos años tuvo lugar en París en 2015, donde se firmó el Acuerdo de París, que continuó el Protocolo de Kioto. Este acuerdo destaca por dos compromisos fundamentales. En primer lugar, la promesa de mantener el aumento de la temperatura media mundial "muy por debajo de 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales" y esforzarse por limitar ese aumento a 1,5 ºC. En segundo lugar, los 195 países, junto con la Unión Europea, se comprometieron a reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero para lograr "un balance neto de emisiones cero en la segunda mitad del siglo". Además, el Acuerdo estipuló que los países debían mejorar sus compromisos de reducción de emisiones cada cinco años a partir de 2020.

Luisa Neubauer  y Greta Thunberg en una rueda de prensa de Fridays For Future en la Cumbre del Clima, en Madrid en 2019.
Luisa Neubauer y Greta Thunberg en una rueda de prensa de Fridays For Future en la Cumbre del Clima, en Madrid en 2019.

En 2019, la presión social en torno al tema climático brindó la oportunidad para que la COP25 de Madrid, aumentara la ambición de sus documentos finales y adoptara un lenguaje más contundente. Entre el 2 y el 15 de diciembre, Madrid se convirtió en el epicentro de la diplomacia climática, el ecologismo, el activismo y la conciencia ecológica. Aunque se esperaba que concluyera el 13 de diciembre, desacuerdos respecto al documento final prolongaron la cumbre dos días adicionales.

Uno de los principales problemas que ha vivido estos años la diplomacia climática viene derivado de la llegada a los gobiernos de líderes populistas que han encontrado en las políticas verdes un caldo de cultivo del que ganar votos. Eso ha hecho que el tiempo que Donald Trump presidió la Casa Blanca el país se saliera de las cumbres o que Bolsonaro no quisiera celebrar la COP en Brasil en 2019 cuando se había comprometido. Los líderes negacionistas, siguen en alza, modificando la agenda multilateral y comprometiendo los acuerdos previos alcanzados.