La Familia Real británica tiene un tesoro increíble escondido en el joyero de la Familia Real y la prueba está en una de las últimas apariciones de la princesa Kate. Con motivo de la recepción del presidente y la primera dama de Korea, la mujer del príncipe Guillermo lució una tiara que no se veía desde hacía 90 años.

Llamada la Strathmore Rose, esta tiara fue uno de los regalos que la madre de Isabel II recibió de su padre por su boda en 1923. Nadie la había lucido en público en casi un siglo, aunque sí ha estado expuesta en varias ocasiones como parte del conjunto de regalos de la novia.

La princesa de Gales, Kate, con una tiara de la reina madre que no se veía desde hacía 90 años
La princesa de Gales, Kate, con una tiara de la reina madre que no se veía desde hacía 90 años.

Es un gesto importante, tanto del rey Carlos III de Inglaterra, que tenía una relación muy cercana con su abuela, como por parte de Kate. Refleja la conexión existente entre el monarca y su nuera, y la continuidad de la Familia Real británica pese a que la mujer del príncipe Guillermo no tiene sangre azul.

Otras tiaras olvidadas que sorprendieron

Cuando Meghan Markle se casó con el príncipe Harry el 19 de mayo de 2018, todo el mundo había hecho una larga lista de predicciones. Se esperaba que usara, por ejemplo, la tiara Spencer. Pertenecía a Lady Di y era, de alguna manera "una tiara menor" por no pertenecer a la reina Isabel II. Sin embargo, la duquesa de Sussex sorprendió a todos al sacar del arcón la tiara de filigranas de la reina Mary.

Boda de Meghan Markle y el príncipe Harry.
Boda de Meghan Markle y el príncipe Harry.

Una banda de siete secciones cubierta por diamantes, hecha en 1932 específicamente para acomodar el broche que la corona. Este detalle es extraíble y había sido un regalo de bodas que había recibido en 1893. Era tan desconocida que nadie pensó en ella cuando hizo sus apuestas. Hacía sesenta años que no se veía en público esta preciada pieza.

Ocurrió lo mismo con la tiara Kokoshnik de esmeraldas que la princesa Eugenia de York lució en el día de su boda. La creó Boucheron en 1921 para Margaret Grenville y esta, cuando falleció, dejó su enorme colección a la reina Isabel, la madre de Isabel II. Hacía ochenta años que nadie la veía y la nieta de la monarca la rescató para el día más especial, su enlace.

La princesa Leonor, tras jurar la Constitución en el Congreso de los Diputados el pasado 31 de octubre.
La princesa Leonor, tras jurar la Constitución en el Congreso de los Diputados el pasado 31 de octubre.

¿Pueden los royals españoles sorprendernos aún?

Ante este despliegue de sorpresas de la Familia Real británica surge la pregunta de si la española puede sorprendernos así. Más pronto que tarde veremos a la princesa Leonor ponerse tiara por primera vez y ya han comenzado las apuestas sobre cuáles pueden ser sus posibilidades.

La Familia Real española tiene diez tiaras conocidas a su disposición. Sin embargo, también hay grandes joyas perdidas en cada uno de los exilios que los royals españoles han vivido. Por ejemplo, la tiara Chaumet, que formaba parte de la colección de Victoria Eugenia. Se vendió para poder mantener la vida de la reina Ena en sus últimos años en Roma y Suiza.

Otra tiara de la reina Ena cuya situación actual es desconocida es la de guirnalda de Cartier. Comprada en los años 20 en el conocido joyero, por Alfonso XIII o por ella misma, representa una corona de laurel que casi resultaba anticuada para el estilo art decó de la época.

Recientemente se hizo viral la tiara de esmeraldas que llevó Sol Matossián en su boda con Nicholas Green. Era una herencia de la reina Isabel II, hecha por la joyería Ansorena en una estructura de plata con siete broches florales para lucir a modo de diadema.

La Reina se la regaló a su hija, la infanta María Teresa, por su boda y ha llegado ahora a la rama Baviera-Borbón de la familia. Y como esta, otras tantas tiaras que fueron heredándose lejos de la Familia Real o que se vendieron cuando sus miembros se vieron en apuros económicos.