En unos días le esperan en New Jersey para rodar con Al Pacino. Es una de las escenas de ‘En la mano de Dante’, su séptimo largometraje. Se trata de una adaptación de la novele de Nick Tosches que confía en poder estrenar tras el verano, “después del Festival de Cine de Venecia”. Antes, Julian Schnabel (New York, Brooklyn, 1951) ha visitado Bilbao. Lo hizo ayer para recibir otro premio, esta vez el ‘Inspiration Award’ que concede SundanceTV en reconocimiento a su capacidad para conectar con el público a través del lenguaje audiovisual y “ampliar límites del séptimo arte”.

El Museo Guggenheim Bilbao es un lugar que sigue maravillando a Schnabel. Asegura que el edificio diseñado por Frank Ghery, al que hacía años que no regresaba, ha aguantado muy bien el paso del tiempo, “es un hito”, afirma. En sus sótanos, en la colección de la pinacoteca bilbaína, figuran dos de sus obras; ‘Faquires’ y ‘España’. Además del cine, la rica faceta artística de este autor incluye pinturas y esculturas que han protagonizado numerosas exposiciones a lo largo del mundo y algunos de cuyos trabajos forman parte de colecciones del MoMA, el Metropolitan Museum of Art (MET), el Reina Sofia o el Centro Pompidou.

Horas antes de recoger el premio SundanceTV, en cuya primera edición lo recibió el también director de cine Carlos Saura, Schnabel disertó sobre la importancia de saber dirigir la capacidad de expresión de los actores. Aseguró que siempre que tengas buenos actores, “debes saber que aportarán mucho al proceso” pero ello requiere saber inspirarles confianza y no “imponer y tu voluntad”: “Cuando a un actor no le dejas caer es increíble todo lo que puedes conseguir de ellos”.

"Un actor fabuloso"

Destacó el caso de Javier Bardem, con quien trabajo en la película ‘Antes que anochezca’, por la que obtuvo la nominación al Óscar por su papel del escritor y poeta cubano, Reinaldo Arenas: “Es un actor fabuloso”, aseguró. En un vídeo, el propio Bardem felicitó a Schnabel por el galardón y destacó de él su capacidad para hacer de una película, “un lienzo en blanco sobre el que pinta”.

El director general de AMC Networks para el Sur de Europa, Manuel Balsera se declaró “fan” de la creatividad y talento de Schnabel, un artista “renacentista” y “sin parangón”, dijo.

Schnabel reconoce que hacía tiempo que no regresaba a Euskadi. Junto a su segunda mujer, Olatz, natural de San Sebastián, tuvo la oportunidad de conocer bien el País Vasco, incluso el ‘matriarcado’ tan implantado en la sociedad vasca y “que conformaban mi mujer, sus hermanas y su abuela, eran ellas las que llevaban la casa”. Recuerda cómo su claustrofobia le llevó a cambiar el piso en San Sebastián por una vivienda en el monte Igeldo, “que reformamos y nos fuimos a vivir en ella”. Un lugar en el que su hijo abrió una galería para artistas poco conocidos que aún hoy funciona, “la galería 'María Magdalena', es apasionante, con esas obras y esas paredes esculpidas en la roca”.

El 'matriarcado', el surf y los pintxos

Aún revive la sorpresa que le causó aquella sociedad guipuzcoana, “que comía 'pintxos' antes de cenar y tiraba las servilletas al suelo”, en un entorno como el casco antiguo de la capital guipuzcoana que “me apasiona” y bajo una "nube de conflicto" que todo lo impregnaba. También rememora la playa de Gros en la que “he hecho surf”.

Sin embargo, el pintor y director de cine neoyorkino ya no ve del mismo modo la ciudad, la percibe cambiada y lo asegura con cierta tristeza. Ya no siente en Donostia esa ciudad “neoclásica” que conoció, con su mercado y sus entornos, “ahora el mercado parece un centro comercial” y el centro de exposiciones de Tabakalera, “se ha convertido en un centro de arte muy feo”.

No oculta que en estos años ha aprendido a conocer a los vascos, a esos ciudadanos “estoicos” que es difícil que sean tus amigos el primer día pero que una vez que lo son, “lo son para siempre”.