Una fachada azul cielo envuelta en andamios, con un discreto cartel naranja, señala el lugar donde la infanta Sofía de Borbón comenzará su etapa universitaria. El Forward College, en pleno centro histórico de Lisboa, será a partir de septiembre el primer escenario de su formación superior en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Lo hará en un centro selecto –una admisión por cada once solicitudes, según la institución– que imparte sus clases en inglés y se publicita con una pedagogía orientada a formar "líderes con propósito". Después del primer curso en Lisboa, completará el grado en París y Berlín.
Enclavado a escasos metros de la Praça de Luís de Camões y del metro de Baixa-Chiado, el Forward College ocupa la primera planta de un edificio del barrio, una de las zonas más transitadas y simbólicas de la ciudad. Justo en la plaza contigua, una escultura de bronce representa al escritor Eça de Queirós sosteniendo a una figura femenina que encarna la verdad. Es una escena curiosamente elocuente para quien se prepara a estudiar pensamiento político en tiempos inciertos.
El centro y su sede adicional, un espacio de 500 metros cuadrados ubicado a ocho minutos a pie, en una antigua imprenta de Barrio Alto, ofrece biblioteca, salas de estudio, cocina, una sala de meditación y una terraza con vistas. La residencia estudiantil que ofrece la institución está en Benfica, a media hora de transporte público, cerca del parque de Monsanto, aunque todavía no se sabe si la infanta hará uso de ella.
Un barrio con encanto
A pie de calle, en el mismo edificio del Forward College, sobrevive una tienda de cómics –BD Mania– cuyo propietario, Nuno, confía en que la presencia real revitalice las ventas: "Aquí vienen jóvenes de todas partes, pero en verano está todo más tranquilo", explica a Efe. A su alrededor, la zona combina tradición lisboeta y aire internacional: tiendas de cerámica artesanal, el Palácio Chiado reconvertido en restaurante, hoteles con encanto y cafés con terraza en plazas adoquinadas.
A pocos pasos del colegio, la infanta descubrirá que Lisboa no es solo pasteles de nata y tranvías para turistas. Muy cerca de su centro universitario, entre fachadas restauradas y callejones en falso llano, se esconde el KaffeeHaus, uno de los mejores cafés de Lisboa, de inspiración austrohúngara, con brunchs generosos, Wi-Fi rápido y camareros que no se inmutan ante los portátiles abiertos durante horas. Está justo junto al Teatro Nacional de São Carlos, y su decoración a base de carteles de obras demuestra un vínculo real con la comunidad teatral.
En la misma zona encuentra pequeñas casas de comidas como Mondas Casa Alentejana, un restaurante sin pretensiones donde se sirve sopa, vino de la casa y migas con carne alentejana bajo estanterías con libros y tarros. El tipo de sitio al que uno va más por hambre que por Instagram, y que seguramente seguirá igual cuando la infanta se haya licenciado.
Bajando y subiendo
Bajando la rua das Flores se llega a la zona de Cais do Sodré, donde Lisboa decidió hace años reconciliarse con su pasado portuario a golpe de diseño. Allí está la animada calle rosa de Rua Nova do Carvalho, literalmente pintada de rosa, y el Time Out Market, antiguo mercado de abastos reconvertido en comedor de alto tránsito: un lugar donde se puede probar desde pulpo confitado hasta comida peruana con vistas a una pescadería que ya no es pescadería.
En la adyacente Praça de São Paulo, uno de esos kioscos lisboetas con toldo verde sigue funcionando como bar al aire libre, con cafés solos a un euro y vino blanco frío servido en vasos de caña. Es fácil imaginar allí a cualquier estudiante, incluso a una infanta, sentada con un libro o mirando el teléfono sin que nadie le preste demasiada atención.
Hacia el otro lado, cuesta arriba, espera el Barrio Alto, que durante el día parece en coma inducido pero revive cada noche. Y en la otra dirección en paralelo al Tajo, cruzando la Praça do Comércio, la infanta y sus amigos podrán llegar caminando a Alfama, con sus callejuelas que huelen a sardina y a humedad noble. Si el sábado le da por madrugar, podrá ir al mercado de Ladra, el rastro lisboeta donde conviven vinilos, santos rotos, sillas desvencijadas y algún mapa de África portuguesa. Pero esto es solo lo que tendrá más a mano en una ciudad, Lisboa, repleta de encantos y reclamos, como la recién inaugurada ampliación del museo de arte contemporáneo de la Fundación Gulbenkian. Un gran destino para una joven estudiante.
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