El presidente ruso Vladimir Putin ha firmado un decreto para incrementar el tamaño de las fuerzas armadas rusas de los actuales 1,9 millones de efectivos a los 2,04 millones. Una ampliación del ejército, la primera en un lustro, marcada por las consecuencias de la invasión de Ucrania, que acaba de cumplir seis meses.

Aunque la cifra de bajas no se ha hecho públicas, Moscú ha sufrido numerosas pérdidas en los combates en Ucrania. Fuentes diplomáticas occidentales y del ejército ucraniano cifran entre 49.000 y 90.000 las bajas ocasionadas por el conflicto entre las filas rusas. Según el ministerio de Defensa británico, Moscú había perdido hasta un tercio de su fuerza de combate terrestre desde el inicio de la guerra. El mes pasado el director de la CIA, William Burns, estimó que unos 15.000 militares rusos habían muerto en Ucrania "y tal vez el triple de heridos".

El decreto, que entrará en vigor el próximo 1 de enero, incluye un aumento de 137.000 efectivos de combate hasta alcanzar la cifra de 1,15 millones. En 2017 Rusia ordenó su último incremento hasta la fecha, con la incorporación de 13.698 militares y 5.357 no combatientes.

Reponer fuerzas

Es poco probable que genere un poder de combate significativo en el futuro cercano

“El decreto de Putin para aumentar el tamaño de las fuerzas armadas rusas a partir de enero de 2023 es poco probable que genere un poder de combate significativo en el futuro cercano e indica que es poco probable que Putin ordene una movilización masiva pronto”, apunta el Instituto para el Estudio de la Guerra, un centro con sede en Washington que analiza el curso de la contienda.

Según el citado instituto, el objetivo sería “recuperar las pérdidas de su invasión de Ucrania y generar fuerzas para mantener su operación en Ucrania”. Con la orden, Putin esquiva la posibilidad de movilizar la movilización total.

“Es poco probable que el Kremlin genere fuerzas suficientes para alcanzar una fuerza final de más de 1.150.000 soldados, como estipula el decreto. El ejército ruso no ha cumplido históricamente sus objetivos”, subraya la organización. En 2022, antes de la invasión rusa de Ucrania, sólo contaba con unos 850.000 efectivos en servicio activo, “muy por debajo de su objetivo nominal de más de un millón de efectivos”.

Reacio a declarar la movilización general, el Kremlin se ha volcado en las últimas semanas en reclutar nuevos soldados. Se han establecido unidades de voluntarios, atraídos por contratos a corto plazo destinados a varones de entre 18 y 60 años. Según los servicios secretos occidentales, también se están empleando empresas militares privadas, como el grupo Wagner.

Otro de los desafíos, según el Instituto para el Estudio de la Guerra, es el adiestramiento de las nuevas incorporaciones. "La capacidad neta de entrenamiento de Rusia puede haber disminuido desde el 24 de febrero, ya que el Kremlin desplegó elementos de entrenamiento para participar en el combate en Ucrania y, según se informa, estos elementos de entrenamiento sufrieron bajas", indica la organización. Una de las opciones es que el incremento se nutra de las combatientes de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk o las nuevas unidades de voluntarios rusos que no forman parte formalmente del ejército ruso.