Cuando el ex presidente Raúl Alfonsín sufrió su tercer atentado, el 23 de febrero de 1991, y salió ileso tras apuntarle un gendarme con un revólver a corta distancia, lo primero que hizo fue pedir que no se atribuyera a ningún político lo que acaba de suceder. Poco después del atentado fallido contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, obra según todos los indicios de un hombre sin vínculos políticos, el presidente argentino, Alberto Fernández, convocaba a sus seguidores a movilizarse y declaraba la jornada del viernes festiva. En su discurso grabado a la nación, coordinado por el Frente de Todos, apuntaba: “Estamos obligados a recuperar la convivencia democrática que se ha quebrado por el discurso del odio que se ha esparcido desde diferentes espacios políticos, judiciales y mediáticos”. De nuevo el kirchnerismo recurre a la victimización para obtener rédito político en lugar de aprovechar el suceso para sumar fuerzas.

“Con la bandera en defensa de la democracia” es el eslogan de la marcha partidista convocada por el presidente, que remarcó que el hecho era el más grave de los sucedidos desde 1983. Como si fuera el 23-F argentino. La gravedad del ataque es indudable, pero que se produjera denota, sobre todo, unos fallos escandalosos en seguridad, dado que ni fue obra de un asesino profesional, o un terrorista. Hubo suerte en la mala suerte. Ya no el ataque en sí, sino su interpretación refleja la polarización en la clase política argentina.

"Esto no es violencia política, que ha habido en Argentina, pero la polarización favorece que haya personas con pérdida de juicio. El contexto importa. La demonización de ella o del kirchnerismo y de la oposición, ese odio hacia el otro, importan. No quiere decir que desemboque en esto, pero es el contexto en el que viven en Argentina", señala el argentino Silvio R. Waisbord, profesor de Comunicación y Periodismo en la Universidad George Washington.

En el ADN de Argentina está el sacar rédito político y demonizar al otro... No hay intento de moderación, por los dos lados"

silvio r. waisbord, profesor en la universidad george washington

"En el ADN de Argentina está el sacar rédito político y demonizar al otro. Decretar la jornada como festiva es improcedente. Forma parte de la narrativa kirchnerista del culto a la personalidad. Ella es el kirchnerismo. En Argentina no hay intento de moderación, por los dos lados. Hay una cultura de demonización del otro. Es parte del contexto político y judicial de las últimas semanas. Hay un punto de inflexión en las causas judiciales de Kirchner", añade Waisbord. El fiscal Diego Luciani pidió 12 años de cárcel para la vicepresidenta por casos de corrupción el 23 de agosto y desde entonces sus seguidores hacen vigilia en su casa y ella ha arremetido contra la Justicia.

"Esa polarización afectaría no a todo el país, sino a un 25% de seguidores de cada lado, pero son los que más gritan. Y lo que es inadmisible es culpar al otro de un potencial magnicidio", subraya el investigador.  

Miles de seguidores del kirchnerismo han asistido a las concentraciones en Buenos Aires y otras ciudades. En la capital estaba convocados el gobierno en pleno, organizaciones de derechos humanos como las Madres de la Plaza de Mayo, sindicatos oficialistas y representantes religiosos.

El presidente Fernández previamente ha visitado a Cristina Kirchner en su residencia de la Recoleta previamente a la marcha. Con ella habría coordinado el discurso de la medianoche del jueves, en el que el "discurso del odio" es de los otros. En la Cámara de Diputados se ha convocado el sábado una sesión especial de repudio. En la noche del jueves, el Senado realizó un acto conjunto. Son gestos mínimos y el gobierno no los promueve.

El ex presidente Mauricio Macri, que salió en viaje a Ruanda con la FIFA este viernes, pidió "paciencia" y mostró su claro repudio. Sin embargo, criticó que el presidente declarara la jornada festiva. Patricia Bullrich, del Propuesta Republicana (PRO), acusó al presidente de "jugar con fuego" al acusar a la oposición y la prensa. "Convierte un acto de violencia individual en una jugada política. Lamentable", decía en su cuenta de Twitter. El ex candidato presidencial Javier Milei permaneció en un incómodo silencio.

“¿Por qué el presidente no convoca a la oposición? ¿Por qué la oposición no tiende la mano?”, se preguntaban los cronistas en Todo Noticias. La respuesta es que la grieta, esa ruptura a la que puso nombre el periodista Jorge Lanata, sigue ahí. Como el dinosaurio de Augusto Monterroso. 

Conmoción y alivio

Los argentinos se han despertado conmocionados a la par aliviados. Por fortuna el autor del ataque contra la vicepresidenta ha sido una persona que actuaba a la desesperada y con escasa experiencia con las armas, según las primeras investigaciones. Se trata de Fernando Andrés Sabag Montiel, nacido en Brasil pero con residencia en Argentina desde 1996. 

De madre argentina y padre chileno, era conductor y tenía antecedentes penales desde marzo de 2021 por portar un “arma no convencional”, un cuchillo. Al apuntar a la cabeza a Cristina Kirchner, que firmaba libros a sus seguidores al llegar a su residencia en Recoleta, la pistola, una Bersa calibre 32 automática. Estaba cargada y se desconoce por qué se encasquilló.

La vicepresidenta no se dio cuenta en ese momento de lo que había sucedido debido a que estaba rodeada de muchos seguidores y todo transcurrió en apenas segundos. El atacante fue detenido por los guardaespaldas y varios testigos. En el registro del apartamento que tenía alquilado encontraron un centenar de balas.

Un amigo de Fernando Andrés Sabag Montiel le calificó como “un mitómano” que siempre sufrió acoso. Dicen que tiene tatuajes filonazis. “Era de esperar, no tenía nada que perder”, dijo Mario, que le conoce desde 2004 a Telefe. Era muy solitario y aficionado a salir en los medios, como había hecho recientemente. La juez María Eugenia Capuchetti le va a interrogar este sábado, tras hablar este viernes con la vicepresidenta.

Deficiencias de seguridad

"Es una crónica anunciada por las mismas fuerzas de CFK. Su hijo Máximo incluso dijo que estaban buscando un muerto peronista. Desde el 23 de agosto hay una vigilia ante su casa sin seguridad. Y un juez acababa de resolver que la custodia la asumía la policía federal, no la local... Nunca se había visto a Cristina Kirchner tan cercana a la gente. Antes lo hacía situaciones controladas", señala Adriana Amado, periodista e investigadora argentina. "Es una consecuencia obvia que habla de las deficiencias de seguridad que viven los argentinos, que están a merced de locos en las calles. Es llamativo que no se tomen medidas más extremas". 

Hay un país que está fuera de la politización, muy preocupado por la inseguridad. Este tipo de ataques a mano armada es muy común en muchas ciudades"

adriana amado, periodista e investigadora

Adriana Amado destaca que "Argentina pasa una crisis económica tremenda que preocupa mucho a los sectores más bajos. Nuestro billete de máxima denominación es de tres euros. Para vivir necesitas un fajo de billetes. Mucha gente vive en la informalidad (trabajo en negro). Hay un país que está fuera de la politización, muy preocupado por la inseguridad que hay en el país. Este tipo de ataques a mano armada es muy común en muchas ciudades".

En el diario Clarín, Nicolás Diana ha recopilado los principales fallos en seguridad. El primer error fue que no se respetaron perímetros ni protocolos de protección para que no se pueda acercar un potencial atacante. En segundo lugar, falló el cordón exterior de la policía federal, que suele detectar posibles amenazas. Según el vídeo del ataque fallido, los policías miraban a la vicepresidenta y no a la multitud.

Tampoco se reaccionó adecuadamente para poner a salvo a Cristina Kirchner: no hubo un pasillo de seguridad. Y nadie se arrojó sobre ella para protegerla, ni la metieron en el coche, que estaba al lado. Cristina Kirchner salió de allí con su libro Sinceramente en las manos y sin cobertura. Si hubiera estado acompañado el atacante, no habría salido indemne.

El presidente ha ordenado que otros 20 guardaespaldas se sumen al centenar que ya protegían a la vicepresidenta. El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, está muy cuestionado. El entorno de la vicepresidenta y su hijo, la Cámpora, están furioso contra él. Hebe de Bonafini, un referente en el kirchnerismo, pidió su cabeza. "Por inepto y descuidado".

Miedo al abismo económico

El sociólogo Marcos Novaro señala que no hay argumentos para sostener que este atentado fallido, dada su autoría, sea fruto del clima de odio. "Soy optimista, a pesar de todo. Fue una suerte que la bala no saliera. Y que no sea alguien vinculado a la política. En la sociedad va a primar una reacción de miedo frente al abismo económico e institucional. Y la prudencia. Esto va en contra del ánimo del oficialismo". 

El abismo al que se refiere Marcos Novaro se ilustra con datos y hechos. Casi la mitad de la población vive bajo el umbral de pobreza, miles sobreviven con subsidios y los comedores populares están cada vez más llenos. La inflación mensual sobrepasa el 8%. Y las subidas de los servicios públicos superan muchas veces el 100%.

Argentina ha cambiado de ministro de Economía recientemente: ahora se encarga de la cartera Sergio Massa. El FMI ha impuesto severas condiciones. En ese contexto el kirchnerismo sigue enfrascado en el discurso de victimización y la oposición obra a la defensiva y sin norte.

Para Novaro, especialmente en estas circunstancias, "el presidente reaccionó mal al declarar el día festivo y convocar una marcha en lugar de invitar a la Casa Rosada a los opositores. Es evidente que el juego de utilizar esto para blindar a Cristina Kirchner y tratar de que salga del foco la situación económica. A muchos les parece una broma que se haya declarado festivo el viernes".

La polarización va a continuar pero hay una oportunidad para los moderados, sobre todo en la oposición"

marcos novaro, sociólogo argentino

Novaro cree que el oficialismo seguirá insistiendo en utilizar el atentado fallido. "La polarización va a continuar pero hay una oportunidad para los moderados, sobre todo en la oposición", señala el sociólogo, quien está convencido de que los argentinos "no ven una conspiración orquestada para matar a CFK, así como no creen que el oficialismo quiera imponer un régimen castrista. Tienen temores más inmediatos. Hay que empezar a hablar de la inflación y la oposición ha de entender que es eso lo que preocupa a la población".  

El temor de algunos es que el kirchnerismo busque utilizar el atentado fallido para influir en los casos judiciales pendientes de Cristina Kirchber. El juicio intenta probar un sistema de enriquecimiento ilícito de la familia presidencial. Sus hijos también estarían implicados. Más del 70% de los argentinos creen que los Kirchner cometieron estos delitos.

Según Novaro, "la justicia seguirá su curso y tiene tiempo. Si hoy tuviera que citar a Cristina, tendría un problema pero no hay ningún paso inmediato que genere una escalada. Lo que tenía que hacer la justicia, lo hizo ya, ahora hablará la defensa, pasos procesales. Hay tiempo para que esto se diluya. Si son razonables, no harán nada para salirse de ese curso. A medida que pase el tiempo, habrá más oportunidades de desactivarse".