El presidente francés, Emmanuel Macron, ha pulsado este jueves el botón nuclear para conseguir la aprobación de la reforma de las pensiones, una de sus más firmes compromisos, muy contestado en las calles. Debido a las dudas sobre la aprobación en la Asamblea Nacional, Macron ha instado a la primera ministra, Elizabeth Borne, a que recurra al artículo 49.3 que permite que se dé luz verde a una ley sin que sea votada. El Consejo de Ministros dio su visto bueno a este recurso, tan eficaz como arriesgado. Este viernes la oposición ha presentado dos mociones de censura: una Agrupación Nacional y otra de cinco partidos, entre ellos los centristas de Liot y la izquierda (Nupes). Todo apunta a que se debatirán el próximo lunes.

Varias veces ha optado por esta vía, constitucional pero muy cuestionada, el gobierno de Borne, que no cuenta con la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, aunque sí con el principal grupo parlamentario (250 escaños). Sin embargo, las manifestaciones en todo el país contra la reforma, y los paros en transportes y recogida de basuras, convierten el gesto en un puñetazo en la mesa, que no ha gustado en las filas de la oposición. Y menos en las calles.

Unas 6.000 personas, según la cadena de televisión BFMTV, se han congregado en la tarde del juevs en la Concordia de forma espontánea, en los alrededores de la Asamblea Nacional, para manifestar su descontento por este paso del gobierno. De la ira pasaron a la violencia en poco tiempo. Más de 300 personas han ido detenidas en París, donde la policía ha desalojado la Concordia tras usar gases lacrimógenos y otras urbes del país. También hubo protestas en otras ciudades como Estrasburgo, Burdeos, Rennes, Lyon y Marsella. La diputada ecologista Sandrine Rousseau explicaba: "La gente se rebela porque llegar hasta el 49.3 es ir muy lejos. Los sindicatos han anunciado una jornada de movilizaciones el jueves 23 de marzo.

Veamos qué significa la reforma, cómo se ha transformado en una crisis política y qué puede pasar ahora en Francia.

¿Cómo justifica Macron el decretazo?

La sesión a la que ha tenido que hacer frente la primera ministra ha sido la más bronca que se recuerda en años. "Dimisión, dimisión", coreaban los diputados opositores, que también han cantado La Marsellesa, casi sin dejar a Borne justificar la medida. También mostraban pancartas en contra de la jubilación a los 64 años. En el Consejo de Ministros posterior, el presidente Macron ha dicho que "no se puede jugar con el futuro del país" en su defensa del decreto. "Considero que, tal y como están las cosas, los riesgos financieros y económicos son demasiado grandes. Por eso autorizo a utilizar el 49.3", ha dicho Macron. El presidente mantiene que el aumento de la edad de jubilación (de 62 a 64 años) y el aumento del tiempo de cotización es vital para cuadrar las cuentas debido al envejecimiento de la población.

Considero que, tal y como están las cosas, los riesgos económicos y financieros son demasiado grandes"

emmanuel macron, presidente de francia

La decisión se conocía poco antes de las 15h, cuando estaba fijada la reunión en la Asamblea Nacional que tendría que haber concluido en el voto definitivo. Macron y sus aliados cuentan con 250 escaños pero la mayoría está en 289. Los Republicanos, con 61, eran una pieza clave para sacar adelante el texto, modificado varias veces por concesiones a este grupo. Finalmente, se han puesto de lado muchos de ellos y eso ha llevado a que Macron optara por no correr el riesgo de una derrota en la Asamblea Nacional. En una entrevista en BFMTV, Borne se mostraba convencida de la necesidad de esta medida y estupefacta por los abucheos que había recibido en la Asamblea Nacional. A quien más reprocha el gobierno es a Los Republicanos, que en el último momento los han dado de lado.

¿Qué cambios incorpora la reforma?

En Francia hay hasta 42 regímenes especiales del sistema de pensiones y esa cuestión ya quiso cambiarla en 2019, pero las protestas primero y luego la pandemia forzaron a que se archivara el proyecto. El dato que más crispa a la sociedad francesa es el aumento de la edad de jubilación de 62 a 64 años. Francia es uno de los países europeos con una jubilación más temprana. Ciertos funcionarios perderán algunos privilegios. Y se aumentará progresivamente los años necesarios para que la pensión sea completa hasta llegar a los 42 años.

El sistema de pensiones es una de las joyas de la corona del sistema del bienestar francés. La población activa paga las cotizaciones para sufragar las rentas a los jubilados. Los franceses consideran que ya aportan bastante durante su vida laboral como para disfrutar de este sistema, que supone un elevado gasto del presupuesto nacional.

¿Quiénes se han rebelado en las calles?

Todos los sindicatos, hasta los más moderados han avalado las manifestaciones y los paros, convocados desde principios de año. Más de 1,2 millones de personas salieron a las calles el martes pasado. Los trabajadores del transporte, la energía, los muelles, los profesores y el sector público han secundado paros. La huelga de recogida de basuras ha provocado una acumulación de 7.000 toneladas de residuos en París. Los sindicatos denuncian que la reforma afecta a los trabajadores de menores rentas. Y los sindicatos señalan que dos tercios de los franceses se oponen a estos cambios en el sistema de pensiones. Los sindicatos quieren seguir con las movilizaciones y ya han convocado una gran demostración de fuerza el jueves 23 de marzo. "El recurso al 49.3 dará una nueva fuerza al movimiento sindical", señala Abel Mestre, redactor de política de Le Monde. "Es un pelgiro para el gobierno".

¿Tiene alguna opción ahora la oposición?

Sí. El propio Macron ha señalado que "las instituciones prevén un voto con la moción de censura". Sería la manera de echar atrás la reforma. Para Le Pen, este decreto "muestra la debilidad del gobierno y del presidente: es un fracaso total". Mélenchon ha apelado a seguir los llamamientos de los sindicatos a continuar las movilizaciones. La portada de Libération de este viernes es demoledora. "Crisis de las pensiones: su culpa", dice el titular.

La presentación de la moción de censura ha de ser suscrita por al menos 56 firmantes. A continuación se examina en la Asamblea Nacional en un plazo de 48 horas. Este viernes han dado el paso Agrupación Nacional de Le Pen y los centristas de Libres Independientes de Ultramar y Territorios (Liot), secundados por la izquierda de Nupes. Para ser aprobado el texto ha de contar con 287 votos (hay dos ausencias). Marine Le Pen ha dicho que votarían a favor de todas las mociones de censura que presente la oposición. Sobre el papel la que plantea Liot cuenta con los 149 de Nupes, los 88 de Agrupación Nacional y los 20 de Liot. Necesitarían que más de la mitad de Los Republicanos (32 de 61) se sumaran. Sobre el papel Los Republicanos apoyan la reforma pero no se comprometieron a dar todos su apoyo en la Asamblea Nacional y por ello Macron activó el artículo 49.3. Tampoco abogan por la moción en teoría, pero pueden dividirse.

¿Qué ocurre si la moción sale adelante?

En caso de que la moción de censura fuera aprobada, el gobierno de Elizabeth Borne caería. El presidente Macron tendría varias opciones: formar un nuevo gobierno con Borne, elegir otro primer ministro, que se supone que sería conservador, o disolver la Asamblea Nacional. Pero convocar elecciones legislativas, menos de un año después de las últimas, sería un harakiri para Macron porque equivaldría a tender una alfombra roja para sus opositores, Mélenchon y Le Pen. Acabaría gobernando en cohabitación. Pero la presión popular crece por momentos.

El presidente afronta su segundo y último mandato, aunque su puesto no está en juego. Es su legado lo que está sobre la mesa en estos años hasta 2027. Ha lanzado un órdago a la sociedad francesa con el decretazo y el riesgo que afronta es muy elevado, dado el descontento en las calles. Aunque la moción no prospere, el gobierno de Borne queda muy debilitado. Y Macron, como mínimo, dejará el terreno abonado para que llegue al poder, antes o después, lo contrario de lo que él ha defendido siempre.