Turquía ha vivido este domingo un recuento agónico de las elecciones presidenciales con acusaciones de manipulación de la oposición e impugnaciones del oficialismo donde habían perdido. Recep Tayyip Erdogan, en el poder desde hace más de dos décadas, ha sido el candidato más votado pero por primera vez ha de concurrir a una segunda vuelta el 28 de mayo con el líder de la Alianza de la Nación, Kemal Kılıçdaroğlu. Con el 99% de los resultados preliminares escrutados, Erdogan ha logrado un 49,4% y el opositor Kilicdaroglu un 45%. El tercero en liza, Sinan Ogan, ha obtenido un 5,2%. Sus votantes, 2,6 millones, serán cruciales. Sin embargo, la oposición insiste en que su candidato ha quedado por delante.
La sorpresa de la jornada la ha dado el presidente de la Junta Electoral que ha anunciado que se levantaba la prohibición para difundir los resultados hasta tres horas después del cierre de las urnas. El recuento comienza por la zona oriental, más rural, donde domina claramente Erdogan, mientras que la oposición es más fuerte en las ciudades, cuyos datos se conocen al final.
El partido de Erdogan ha impugnado una y otra vez los resultados en esas zonas donde son más débiles para retrasar el vuelco en el recuento. Juego sucio, según ha denunciado la oposición, que cuando los medios oficiales como Anadolu daban ya más de un 90% del recuento denunciaban que había unos siete millones de votos pendientes en regiones que les son favorables. Un auténtico caos.
Durante el recuento, que difería según se consultara la oficialista Anadolu o la independiente Anka, los alcaldes de Estambul, Ekrem Imamoglu, y Ankara, Mansur Yavas, de la oposición, han acusado a la agencia oficial Anadolu de favorecer con los datos seleccionados al presidente para desanimar a los observadores del proceso y hacer posible su victoria. El opositor Kemal Kilicdaroglu había tuiteado: "Vamos por delante". Tanto Erdogan como Kilicdaroglu pedían a sus observadores que siguieran atentos hasta que se contara el último voto.
Hay urnas que han sido objetadas 11 veces... Están bloqueando la voluntad popular"
Cerca de la medianoche en Turquía, Kilicdaroglu ha dicho que "hay unras que han sido objetadas seis veces, 11 veces... Están bloqueando la voluntad de Turquía". Y ha añadido: "No permitiremos hechos consumados". El líder opositor ha pedido a Erdogan a poner fin a estas prácticas y la Junta Nacional Electoral a actuar con responsabilidad. La desconfianza entre el erdoganismo y la oposición es enorme, lo que anticipa que la segunda vuelta será muy crispada. En primer lugar, se disputarán a los electores del ultraderechista Silnan Ogan. La ventaja en la Gran Asamblea Nacional de la coalición que ampara a Erdogan juega a su favor.
Cuando se cumplen 100 años de la fundación de la Turquía secular por Mustafa Kemal Atatürk, los turcos han acudido masivamente a las urnas en unas elecciones presidenciales y legislativas decisivas. La participación ha superado el 88%.
Estas elecciones han estado marcadas por la economía, con esa alusión a las cebollas y las patatas de la oposición como símbolo de la carísima cesta de la compra. La inflación supera el 100%, según los datos de organismos independientes, y la lira se ha depreciado el 80% en los últimos cinco años. También la demanda de renovación democrática ha sido el motor de los que quieren poner fin al mandato de Erdogan, caracterizado por ser el régimen de un solo hombre.
Sin embargo, "Erdogan ha consolidado el voto conservador y parte con ventaja en la segunda vuelta", según dice en un tuit la investigadora Asli Aydintasbas, del ECFR y la Brookings Institution. "Turquía se escora hacia la extrema derecha".
La 'locura' de Kilcdaroglu
Kilicdaroglu, conocido como el Gandhi turco, encabeza la candidatura a la Presidencia de la Alianza de la Nación, una coalición de seis partidos que incluye el Partido Republicano del Pueblo (CHP), que fundó Atatürk, el Buen Partido (Iyi), conservador kemalista entre otros, y recibe apoyo externo de la izquierda ecologista y los kurdos moderados. Sus ganas de terminar con la era Erdogan han logrado que sumen fuerzas, a pesar de sus diferencias ideológicas.
"El proyecto más loco de Mr. Kemal es la democracia, jóvenes. Porque la democracia y la libertad son las mejores revoluciones que se le pueden dar a los jóvenes", tuiteaba Kılıçdaroğlu la víspera de la jornada electoral. Mr. Kemal es como le llama Erdogan con intención de presentarle como un privilegiado influido por el exterior.
Después de votar este domingo, Kılıçdaroğlu, de la minoría alevi, ha dicho: "Todos echamos de menos la democracia, echamos de menos estar unidos. Veréis cómo vuelve la democracia después de hoy y más primaveras seguirán a esta". Con Kılıçdaroğlu, hacen piña dos figuras muy relevantes de la oposición a Erdogan, los alcaldes de Estambul, Ekrem İmamoğlu, y de Ankara, Mansur Yavas, que vencieron en las municipales de 2019.
El tercer candidato Sinan Ogan, del Partido Acción Nacionalista, de extrema derecha, con estudios en Moscú, ha logrado mejores resultados a los previstos, lo que ha hecho más difícil que cualquiera de los dos favoritos superara el 50% y así se evitara la segunda vuelta. A pesar de que se retiró de la carrera electoral el jueves al difundirse un video de contenido sexual que dijo que había sido manipulado, Muharrem Ince recibió también decenas de miles de votos. Ince perdió en primera ronda frente a Erdogan en 2018 por 52,6% frente al 30,6%.
Las colas en los colegios electorales han sido enormes, con numerosa población joven con ganas de ejercer su derecho al voto. Casi cinco millones de nuevos votantes, que solo han conocido a Erdogan en el poder, forman parte de un censo de 63 millones. La participación suele ser alta en Turquía, pero en esta ocasión ha quedado claro que la población sabía que su voto era decisivo para marcar el futuro del país.
El 'padre' de la patria
Erdogan o Baba Tayyip se ha presentado como el garante de la estabilidad y de la independencia de Turquía como una potencia respetada. Turquía forma parte de la OTAN, pero Erdogan tiene una buena relación con el líder ruso, Vladimir Putin, que apuesta por la continuidad del presidente turco.
Turquía sufrió en febrero el peor terremoto en un siglo en Europa. Más de 50.000 personas perdieron la vida. Esta zona, en la provincia de Hatay, antes favorable a Erdogan, ha vuelto a apoyar al presidente. El analista Hakan Akbas ha dicho en Al Jazeera que han creído en el mensaje de Ergodan sobre la reconstrucción a pesar de las críticas iniciales sobre la lentitud de la ayuda. Un millón de personas no han podido votar por estar desplazadas.
A finales de 2002 Erdogan ganó las elecciones legislativas como líder del Partido Justicia y Desarrollo (AKP). Logró focalizar el descontento con al gestión del terremoto de 1999, en el que murieron 17.000 personas. Fue primer ministro hasta 2014, cuando alcanzó la Presidencia. En sus primeros años la gestión fue buena, especialmente para la clase media, que ahora está empobrecida por la elevada inflación.
Es a partir de las protestas de Gezi y después del golpe fallido de 2016 cuando va acaparando más poder hasta convocar el referéndum de 2017 por el que Turquía se transforma en un sistema presidencialista. Vuelve a ganar en 2018 y ha podido optar ahora porque se considera que el cambio de sistema ponía el marcador a cero. Ha reforzado su islamismo. En esta campaña ha convertido el colectivo LGTBI en su chivo expiatorio.
Los turcos también eligen a los 600 miembros de la Gran Asamblea Nacional. El Partido Justicia y Desarrollo de Erdogan aspira a renovar su mayoría con sus aliados del Partido de Acción Nacional (MHP). Todo apunta a que la Alianza del Pueblo, que integra el AKP de Erdogan, renovará su mayoría con unos 324 escaños, aunque pierde 20. La opositora Alianza de la Nación lograría 213, cuando tenía 189, pero no llegarían a la mayoría con la izquierda y los kurdos moderados, que consiguen 64.
La oposición ha llegado hasta esta jornada con fuerza, a pesar de que el 90% de los medios están controlados por Erdogan. El presidente ha contado con 32 horas en la televisión pública en abril y su rival apenas media hora. Además, el presidente ha recurrido a las arcas del Estado para hacer anuncios electorales como elevar un 45% el salario a los funcionarios.
A pesar de que Erdogan gana y parte con ventaja en la segunda vuelta, hay una sociedad civil resiliente en Turquía. La primavera de la que habla Kılıçdaroğlu no es una quimera. Pero Erdogan ha creado un régimen férreo difícil de derribar.
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