Europa

Cebollas y patatas, un plato indigesto para Erdogan: la batalla por la democracia en Turquía

Después de más de 20 años en el poder, el presidente se enfrenta a una alianza opositora liderada por Kemal Kılıçdaroglu, que le aventaja en los sondeos

Carmen Vivas

"Patates soğan güle güle Erdoğan (patatas, cebollas, adiós Erdogan)". Es el eslogan que cantan los seguidores de la oposición al presidente de Turquía en sus mítines. Cebollas y patatas, base de la cocina turca, son el símbolo de una cesta de la compra que se ha puesto por las nubes. Es la principal preocupación de los 64 millones de turcos convocados a unas elecciones presidenciales y legislativas en las que se dirime si Turquía seguirá siendo un régimen donde un solo hombre, Recep Tayyip Erdogan, de 69 años, acapara el poder, o un país que vuelve a la senda de la democracia, como defiende la oposición, liderada por Kemal Kılıçdaroglu, de 74 años.  

Después de más de dos décadas en el poder, Erdogan, cada vez más más islamista, ve por primera vez amenazada seriamente su continuidad al frente de una Turquía polarizada en torno a su figura. Ha sido clave que seis partidos de la oposición, entre ellos el Partido Republicano del Pueblo (CHP), de centro izquierda, y el Partido Iyi (Bueno), conservador secular, hayan sumado fuerzas muy diversas en la Alianza de la Nación, para presentar un candidato único, Kemal Kılıçdaroglu, la antítesis de Erdogan. 

El 'abuelo demócrata'

Kemal Kılıçdaroglu no tiene nada que ver con la imagen de hombre fuerte de Erdogan, y al principio algunos le consideraban poco carismático para oponerse a una figura como el presidente. Pero ha hecho de su debilidad virtud porque transmite honestidad y humildad. En sus mítines dibuja un corazón con los dedos, que se ha convertido en el símbolo de la oposición.

Es conocido como el Gandhi turco o Demokrat Dedem (abuelo demócrata), mientras que Erdogan insiste en llamarle Mr. Kemal, con intención de que los votantes lo vean como si fuera una persona privilegiada y con influencia extranjera. 

Nada que ver con eso: creció en una familia de siete hijos de la minoría aleví en la provincia oriental de Tunceli. Su madre era ama de casa y su padre, funcionario administrativo. Estudió Economía en una de las mejores universidades de Ankara y después hizo carrera en la administración. Fue funcionario del año los 90. Cuando Erdogan ganó las elecciones por primera vez en 2002, obtuvo por primera vez un escaño en la Gran Asamblea Nacional. 

Después de la retirada a última hora de Muharram Ince, quien se enfrentó en 2018 a Erdogan y proviene del CHP como Kılıçdaroglu, solo queda un tercer aspirante a la Presidencia, el ultranacionalista Sinan Ogan. Según la última encuesta de Konda, el candidato de la opositora Alianza de la Nación rozaría la mayoría absoluta con el 49,3% de los votos, mientras que Erdogan, de la Alianza Popular, obtendría un 43,7%. Ogan superaría el 4%. Está por ver qué harán los seguidores de Ince, en torno al 2%.

Si ningún candidato supera el 50% de los votos, habrá segunda vuelta el 28 de mayo. Sería un éxito que la oposición lograra forzar esa nueva votación, y un auténtico hito que derrotara a Erdogan este domingo. El destino del presidente puede estar en manos de los nuevos votantes, unos cinco millones de jóvenes que solo le han conocido a él al frente y se estima que tienen ganas de cambio. "Justicia, Ley y Derechos", cantan los jóvenes en los conciertos estos días.

Elecciones bajo control de Erdogan

"La oposición ha hecho una buena campaña en un país donde el 90% de los medios de comunicación están controlados por el gobierno y donde el gobierno usa las fuentes del Estado. Hay muchos partidos involucrados: los seis de la Alianza de la Nación más el bloque de izquierdas y verdes desde fuera. No será el éxito de una sola persona ni de un solo partido. Lo más importante es lo lejos que han llegado en un país donde las elecciones no son libres ni justas", explica Ilke Toygür, profesora de Geopolítica de Europa en la Universidad Carlos III de Madrid e investigadora en CSIS. 

Lo más importante es lo lejos que ha llegado la oposición a pesar de que las elecciones ni son libres ni son justas"

ilke toygür, univ. carlos III y CSIS

Los turcos eligen cada cinco años al presidente y a los miembros de la Gran Asamblea Nacional, que se compone de 600 diputados, que también se eligen este domingo. Su composición será vital. Si el Parlamento resultante no tiene una mayor sólida, Erdogan podría esgrimir el argumento de la estabilidad para seguir al frente en caso de que haya segunda vuelta. Ahora la Alianza del Pueblo, leal a Erdogan, cuenta con 334 diputados. Para cambiar del sistema presidencialista a parlamentario, la oposición precisa 400 escaños o 360 para convocar un referéndum. 

La alianza liderada por el Partido de la Justicia y el Desarrollo de Erdogan figura como favorita con un 44%. La coalición opositora ronda el 40%. El partido prokurdo HDP, que se presenta con otras siglas por la amenaza judicial, junto a sus aliados de izquierdas superan el 12% y pueden ser decisivos. 

Turquía se ha convertido en "un régimen de un solo hombre". No era así cuando llegó al poder tras ganar las elecciones a finales de 2002. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan había abanderado una cruzada contra la corrupción, tras el terremoto de 1999 que dejó unas 17.000 víctimas. En febrero pasado Turquía sufrió el peor seísmo en un siglo, que dejó más de 51.0000 muertos (incluidos sirios) y obligó a desplazarse a seis millones de personas. Cientos de miles no podrán votar en una zona tradicionalmente fiel a Erdogan.  

Tras ser primer ministro, en 2014 Erdogan asumió la Presidencia. Las protestas de Gezi en Estambul por la destrucción de un parque para construir un centro comercial, que reprimió con dureza, en 2013, y después en el verano de 2016 un golpe de Estado fallido de extraña factura, le fueron convenciendo de que debía tener todo bajo control para imponer la ley y el orden. Así Turquía se transformó en un régimen presidencialista tras el referéndum de abril de 2017, que Erdogan ganó por un margen muy estrecho (51,4%) y aún en disputa. Como otros líderes autoritarios, mantiene la convocatorias electorales pero compite con absoluta ventaja sobre sus rivales. 

Aún así, en 2015 el AKP perdió la mayoría parlamentaria en junio de 2015 pero volvió a convocar elecciones en noviembre y la recuperó. En 2018 Erdogan ganó las presidenciales por un 53%, a pesar de una inflación de dos dígitos. Ahora no podría presentarse porque sería un tercer mandato, pero solo se tiene en cuenta desde que se cambió al sistema presidencialista. 

En 2019 el AKP perdió la alcaldía de Estambul, la ciudad donde nació Erdogan y de la que fue alcalde, en favor de Ekrem Imamoglu, del CHP, una de las estrellas en ascenso del partido. Junto con el alcalde de Ankara, Mansur Yavas, apoyan a la opositora Alianza de la Nación. Estas victorias opositoras alientan la esperanza de que habrá un recuento fiable, debido sobre todo a la vigilancia de la oposición y la movilización de la sociedad civil. 

Erdogan sí, Erdogan no

Erdogan ha hecho anuncios en la campaña a costa de las arcas públicas, como elevar un 45% el salario de los funcionarios, sufragar la factura del gas durante un mes, o proporcionar a los estudiantes Internet gratis hasta 10 GB, que ha combinado con la inauguración de proyectos estatales como una flamante nave, una instalación de procesamiento de gas o una planta nuclear, construida por Rusia.

Hay una polarización enorme. De vida o muerte. Hay muchas Turquías pero Erdogan divide a Turquía en dos"

eduardo soler, cidob y uab

El reis, como le llaman, sigue contando con una gran base de votantes, que le gusta exhibir en megamítines como el del 8 de mayo en Estambul, al que acudió 1,7 millones de personas, según fuentes del AKP, y al menos 80.000, de independientes. "Yine reis yeniden reis (rey otra vez, rey otra vez) corean sus fieles. Es la sociedad más conservadora y tradicional, especialmente en zonas rurales, la más fiel a Erdogan, a quien ven como Baba Tayyip (papá Tayyip), un líder fuerte, que impone la ley y el orden en casa, y es capaz de lidiar con Putin o Biden sin amilanarse. Algunos de ellos se sienten decepcionados porque el primer Erdogan no era como el actual.

"Hay una polarización enorme. De vida o muerte. Hay muchas Turquías pero Erdogan divide a Turquía en dos. Es un país donde se cruzan diferentes fracturas: izquierda/derecha; centro/periferia; secularismo/religiosidad; urbano/rural; kurdos/turcos; y la generacional. Pero en estas elecciones hay una agregación de odios. Es Erdogan sí, Erdogan no", señala Eduard Soler, investigador senior asociado en el CIDOB y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Barcelona. 

Ahora un kilo de cebollas cuesta 30 liras. Si Erdogan se queda, valdrá 100 liras. Así de simple"

kemal Kılıçdaroglu, líder de alianza de la nación

Sin embargo, el opositor Kılıçdaroglu logró en abril un gran impacto entre los ciudadanos con un video titulado "Sogan (cebolla)", grabado en la cocina de su casa, nada que ver con el Ak Saray o Palacio Blanco, de 1.100 habitaciones, donde vive Erdogan. En la grabación, difundida en redes sociales, el antiguo y ejemplar funcionario comentaba cómo las cebollas con Erdogan eran casi un artículo de lujo y aún subirían más de precio si continuaba siendo presidente. "Cuando yo asuma el poder llegará la democracia, el dinero fluirá al país, la lira se recuperará y vuestro poder adquisitivo aumentará. Así de simple. Ahora un kilo de cebolla cuesta 30 liras. Si Erdogan se queda, valdrá 100 liras (4,6 euros)", dice el líder opositor. El lenguaje de la cesta de la compra lo entiende todo el mundo. 

'Magia' con los números oficiales

Erdogan reaccionó negando que en Turquía hubiera "un problema de cebollas, ni un problema de patatas ni de pepinos". Sin embargo, los datos económicos son muy preocupantes, y peor aún, los datos oficiales no son fiables. La larga mano de Erdogan también se extiende hasta las cifras. La lira turca ha perdido el 80% de su valor en los últimos cinco años. La tasa de inflación interanual en abril fue, según datos oficiales, del 45,48%, pero el organismo independiente Enagrup la sitúa en el 105,2%. 

La elevada tasa de inflación, la depreciación de la lira y la pérdida de nivel adquisitivo están en el centro del debate... Y los datos oficiales no son creíbles"

judith arnal, real i. elcano

"La elevada tasa de inflación, la depreciación de la lira y la pérdida de nivel adquisitivo están en el centro del debate. Hay muchos motivos, factores de oferta y demanda como en otros sitios, pero destacan los factores institucionales. En enero de 2022 Erdogan cesó al director del Instituto Nacional de Estadística porque no estaba de acuerdo con los datos de inflación. Y bajaron. Los organismos independientes suelen dar el doble. No son creíbles los datos oficiales", indica Judith Arnal, investigadora senior asociada del Real Instituto Elcano. A esto se suma que Erdogan impone una política monetaria contraria a la ortodoxia. "La política monetaria del Banco Central de Turquía es contradictoria con lo que hacen otros bancos centrales. En lugar de elevar los tipos, ellos los han bajado. Entre enero de 2022 y enero de 2023, en Turquía han bajado 550 puntos básicos. mientras que el BCE ha subido 375 y la Fed 500 entre enero 2022 y enero 2023. Ha cesado a tres gobernadores hasta que uno ha hecho lo que él quería", añade Judith Artal, quien destaca como la Alianza de la Nación ha elaborado un plan económico que pretende que Turquía recupere datos de inflación de un dígito. 

El equipo económico de la oposición está encabezado por Ali Babacan, que antes estaba en las filas del partido de Erdogan, junto a Bilge Yilmaz, profesor en la Wharton School de Filadelpia, y asesores como el ex jefe económico del Banco Central Hakan Kara, el economista estadounidense Jeremy Rifkin o Daron Acemoglu, del MIT. Erdogan ahora promete encomendar el principal papel económico a Mehmet Simsek, economista ortodoxa alumno de Ali Babacan. 

Dos modelos de país

Esa falta de credibilidad de los organismos económicos es una clara muestra de cómo Erdogan gobierna. Si hay un problema, lo esconde debajo de la alfombra. Y solo se rodea de acólitos que aplican sus políticas. Es una muestra más de cómo funciona el "régimen de un solo hombre".

Según Ilke Toygür, "está en juego la economía pero también qué tipo de país quieren los turcos. Los dos candidatos ofrecen modelos distintos. La oposición quiere recuperar el Estado de derecho, el respeto a las libertades, y así que los jóvenes vean el futuro con optimismo. Más allá de las personas está en juego el modelo de país. Si las elecciones fueran libres y justas, habría opción de un cambio democrático, pero no son así".

Si el margen es mayor del 1% a favor del opositor, Erdogan lo aceptará, aunque no le guste"

asli aydintabas, ecfr y brookings

Tan incierto es el resultado como inquietante. Como sucedió en Brasil o antes en Estados Unidos, hay temor a que Erdogan no acepte el resultado si pierde. Según Asli Aydintabas, investigadora en el ECFR y el Brookings Institution, "si el margen es menor del 1%, habrá más riesgo. Si es mayor, Erdogan lo aceptará, aunque no le guste. Erdogan ha dicho hasta ahora que el voto lo determina todo. Ha basado su legitimidad en los votos, por eso creo que será difícil que no lo acepte. Si el proceso no es transparente, sería muy preocupante”. El problema es que muchos erdoganistas temen perder poder o que les exijan cuentas si hay un vuelco en las urnas. 

Turquía es un actor global de peso, así que las elecciones atraen la atención más allá de sus fronteras. Putin apuesta por la continuidad de Erdogan, con quien sigue haciendo negocios, aunque Turquía esté en la OTAN y también ayude a Ucrania. La dependencia energética y económica de Rusia es fuerte, de modo que la oposición no podrá cambiar esta política de un día para otro. Pero sí que se acercará más a Estados Unidos, a la OTAN con el sí final a la entrada de Suecia, y a la Unión Europea.

El objetivo es que Turquía deje de ser una urnocracia para ser una democracia liberal con división de poderes, respeto a los derechos humanos y las garantías de un estado de derecho. Erdogan no debería frenar un cambio, si finalmente se consuma esa tendencia en las urnas, pero Erdogan se mueve en otras coordenadas. Y de momento no se da por derrotado. Sea como sea, de cebollas y patatas no va a querer saber nada en una temporada.

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