El líder checheno Ramzan Kadirov aspira a ocupar el hueco que deja Yevgueni Prigozhin, el jefe del Grupo Wagner, como señor de la guerra al servicio de Vladimir Putin. Kadirov mostró su lealtad el sábado al ponerse al servicio del Kremlin cuando Prigozhin orquestó la marcha hacia Moscú. Este miércoles, Kadirov ha difundido en su canal de Telegram una foto con Putin, quien le ha transmitido sus felicitaciones por la Fiesta del Cordero (Eid al Adha). En su encuentro de la víspera hablaron "sobre la situación socioeconómica en la República de Chechenia y sobre los planes y logros en la región".

No lo reconoce pero se da por hecho que Kadirov y Putin también se referirían a la rebelión de Prigozhin, que según dijo el líder ruso a los militares el martes estuvo a punto de desembocar en "una guerra civil". El jefe del Grupo Wagner, que llevaba semanas subiendo el tono contra la élite militar rusa, llevó su desafío al extremo al avanzar desde la ciudad rusa de Rostov del Don hasta 200 kilómetros de Moscú, donde ordenó la vuelta atrás para evitar "un baño de sangre".

El presidente bielorruso, Aleksander Lukashenko, medió con Prigozhin, quien llegó el miércoles a Minsk. Sus mercenarios pueden integrarse en el Ejército ruso, seguirle a Bielorrusia o volver a sus casas, según dijo Putin en su discurso a la nación del lunes por la noche.

La ruptura con Prigozhin

Kadirov y Prigozhin tenían una buena relación hasta hace escasos meses. Los dos se mostraban muy críticos con la élite militar rusa, a la que acusaban de ser muy burócratas y de ver la guerra desde la barrera. Eran del denominado "partido de la guerra". Sin embargo, Prigozhin elevó su tono una vez que Defensa anunció que los mercenarios de Wagner tendrían que suscribir contratos directamente con el Ministerio a partir del 1 de julio.

Acusó a Defensa de bombardear su salida de Bajmut, con el testimonio de un comandante ruso, y acusó al titular de Defensa, Serguei Shoigu, y del jefe del Estado Mayor, Valeri Guerasimov, de llevar a Putin a la guerra para apuntarse una victoria rápida que nunca llegó. Kadirov se desmarcó de estos improperios y recomendó a Prigozhin que calmara su ira.

Pero Prigozhin, lejos de tranquilizarse, perdió los estribos cuando, según denunció, sus tropas fueron bombardeadas por el Ejército ruso. Perdió 30 combatientes. Y eso habría sido el detonante de su denominada marcha por la justicia hacia Moscú. Según revelaciones de The New York Times, el general Serguei Surovikin, que estuvo al mando de las tropas rusas en Ucrania entre octubre y primeros de año, estaba al tanto del plan de Prigozhin, con quien tenía buena relación.

Otro diario estadounidense, The Wall Street Journal, apunta que Prigozhin pretendía capturar a su archienemigo, el ministro Shoigu, y a Guerasimov, durante una visita al sur de Ucrania que los dos estaban planificando. Pero los Servicios Federales de Seguridad (FSB) lo descubrieron dos días antes de haberlo puesto en marcha, según fuentes occidentales. También supieron de este plan los servicios de inteligencia estadounidenses.

Al tener que renunciar al objetivo original, Prigozhin improvisó ese avance hacia Moscú con el que quería poner en evidencia la falta de control sobre el territorio ruso y el apoyo de la población a su causa. Fue una huida hacia delante.

Kadirov se puso rápidamente al servicio del líder ruso, Vladimir Putin, y sus combatientes se dirigieron hacia Rostov del Don, con el fin de reducir a los mercenarios de Wagner que se quedaron en la base. Finalmente, no tuvieron que intervenir pero estaban dispuestos a hacerlo.

El presidente Lukashenko, erigido en mediador debido a que Putin no quería rebajarse a tratar con Prigozhin, dio que el líder ruso tenía intención de liquidar al jefe de Wagner. Finalmente, salvó la vida, al menos de momento. Putin dijo que los mercenarios habían sido engañados por sus mandos y que la mayoría había demostrado su patriotismo con creces. Está claro que las imágenes de su recibimiento en Rostov indican que los wagneritas son vistos como héroes.

Tras la retirada de los mercenarios de Wagner de Bajmut, localidad por la que lucharon durante diez meses, el líder checheno Ramzan Kadirov dijo a principios de junio que sus fuerzas habían recibido una nueva orden para asumir la responsabilidad sobre la línea de frente en Donetsk. Hay unos 7.000 efectivos chechenos en Ucrania.

Durante un año las tropas chechenas estuvieron sobre todo en la retaguardia, tras participar en las batallas por la conquista de Mariúpol, Sievierodonetsk y Lisychansk. El Institute for the Study of War apuntaba que el Kremlin busca cómo sustituir a los wagneritas.

Paramilitares de extrema violencia

Ramzan Kadirov, hijo de Ajmat Kadirov que sofocó el separatismo en Chechenia, gobierna en esta república desde 2007 con el apoyo de Putin. A cambio Ramzan Kadirov apoya al Kremlin en sus guerras en el exterior, como lo hizo en Siria y lo hace ahora en Ucrania.

Ajmat Kadirov, que fue asesinado en 2004 acusado de traición por terroristas rebeldes, creó un ejército que actúa como un grupo paramilitar. Son los kadirovtsi, que ahora combaten al mando de Ramzan.

Los paramilitares chechenos tuvieron como misión al principio de la guerra acabar con la vida del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. Varias organizaciones de derechos humanos los han denunciado por sus métodos violentos. Son sospechosos de haber participado en la masacre de Bucha.