Mohamed VI ha reaparecido este jueves en Tetuán para cumplir con la oración de Aid al Adha, la fiesta musulmana del sacrificio, en mitad de la preocupación por su estado de salud y las intrigas palaciegas sobre su sucesión. El rey marroquí ha asistido al rezo en la mezquita Hasán II en la ciudad norteña de Tetuán.

Lo ha hecho acompañado por su hijo, el príncipe heredero Moulay Hasán, de 20 años, y su hermano, el príncipe Moulay Rachid, de 53, junto a un extenso séquito. La prensa oficialista marroquí ha relatado la multitud de súbditos que se han congregado en las calles para recibir el cortejo, rodeado de un imponente despliegue de seguridad y de la guardia real, y “compartir con su majestad, amir al muminín (príncipe de los creyentes, en árabe), la alegría de este bendito día y desearle una feliz fiesta y larga vida”.

Durante el rezo, el imán ha alabado la visión de Mohamed VI, que pasa la mayor parte del año entre París y Gabón, por haber situado a Marruecos como “modelo a nivel regional e internacional, garantizando al mismo tiempo la protección de la religión y el ejercicio del culto”. Le ha pedido, además, a Dios que le preserve a él y a la familia real en una ceremonia retransmitida por la televisión estatal.

Mohamed VI se prepara para sacrificar un cordero en Tetuán.
Mohamed VI se prepara para sacrificar un cordero en Tetuán.

Al término de la oración, ha sido el propio monarca el que ha protagonizado el sacrificio del primer cordero. El imán de la mezquita ha hecho lo propio con el segundo animal que aguardaba el degollamiento. Mohamed VI, muy delgado, ha retornado más tarde a palacio, donde ha recibido a las principales autoridades del régimen.

Los rumores sobre su deficitaria salud se han acrecentado con la que hasta ahora era su última aparición pública, a finales de mayo, en la que se le veía más delgado y demacrado. Desde España se observa con inquietud toda la incertidumbre que rodea al estado de salud de Mohamed VI y al enredo sobre su sucesión, según fuentes de la Inteligencia militar española, tal y como reveló esta semana El Independiente.

Al ruido por quienes aspiran al trono que atraviesa la corte alauí se suma una delicada coyuntura económica, política y social. La inflación se situó en el 7,1% a finales de mayo después de superar el 10% en febrero. Los precios de los alimentos básicos se triplicaron en cuestión de semanas elevando el descontento popular en un país de notables abismos sociales y una economía muy débil. «Es una economía completamente desarticulada por la depredación y la corrupción; lastrada por el coste absolutamente astronómico del Sáhara, el ejército y la carrera armamentística con Argelia; y el dispendio desorbitado de la monarquía y la gestión de las élites», admite un economista marroquí que exige anonimato.